Capitulo 32

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- Que va, he sido súper borde...

+ Y yo un pesado, y cruel.

Ambos admitimos nuestras culpas y nos echamos a reír. Tiene la risa más fresca y bonita del mundo.

- ¿Estamos en paz?

Me tiende la mano y se la estrecho amigable.

+ Si me apuras te diría que hasta podemos ser amigos.

Vuelvo a reír. Ella niega con un gesto de cabeza pero también lo hace.

+ Oye, de verdad... Aquel día... no quería hacerte daño.

- No lo has hecho...

Resta importancia, apuesto a que volviendo a vestirse con esa coraza que la hace parecer frívola y tanto me molesta.

+ Te estabas por poner a llorar...

Insisto deseando volver a hablar con la verdadera Malú.

- Puede, pero eso no tiene nada que ver contigo.

Responde seca.

- ¿Acaso te pensabas que solo tus palabras pueden romperme?

Inquiere soberbia.

- ¿Tu qué sabes si esa misma mañana lo dejé con mi novio, se ha muerto mi perro o tuve un aborto espontáneo?

+ Hostia, pues yo que sé.

Digo cortado y la veo romper en una sonora carcajada.

- Pues creo que la única creída aquí no soy yo.

Alardea aún riendo.

- Ni la única que solo sabe mirarse el ombligo.

+ Ya...

- No te preocupes, Martín.

Vuelve a estar seria.

- No ha pasado nada de eso.

Me tranquiliza.

- Pero tampoco te pienses que eres tú el que tiene el poder de hacerme llorar.

Advierte.

- Tengo mucha vida que tú no conoces de mi.

Asegura desesperándome. Justamente es esa vida la que yo necesito conocer. No la de la artista que ella se empeña en enseñar.

- Y no, no somos amigos.

Asevera.

- Pero tampoco soy una borde, ni descorazonada, y no quiero que te quedes con esa imagen de mi.

Admite.

- Te merecías una disculpa, y de ahora en más, solo somos buenos compañeros.

Me tiende una caja llena de discos.

+ "Voy a romper tu coraza"

Prometo mentalmente.

+ "Te voy a calar tan dentro que tú misma vas a revelarme todos tus secretos, Malú"

Me tatúo a fuego cada palabra de este juramento en mi cabeza. Ojalá pudiera advertirla, pero no, con que yo lo sepa es suficiente.

- Allí viene Rosa.

Tira el cigarro al suelo y lo pisa con su bota para apagarlo.

- Nos vemos, Martín.

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