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C4 - La esperanza es lo último que se pierde

No pudo dormir, ya que el cerrar los ojos le hacía recordar que el tiempo volaría y que se tendría que ir de Australia. Hasta las dos no acabó de hacer la maleta, la cual no le daba trabajo, pero le provocaba un llanto repentino cada vez que pensaba en irse.

No quería marcharse. Si por ella fuese aceptaría las ofertas de Jenson y cía sobre ayudarle con el vuelo, pero se sentía tan fuera de lugar como lo había hecho Sandra el primer día.

Salió de la habitación a las ocho, y fue con su amiga a desayunar. Esta también había hecho la maleta, ya que volvería con Yaiza, pese a las insistencias de esta en que se quedase hasta el final. A ninguna le apetecía separase de la otra en ese momento, así que Yaiza agradeció que volviese con ella, y Sandra agradeció su compañía y comprensión.

El desayuno fue abundante, y ya que era el último, tomaron todo lo que pudieron. Al ratito de estar ellas comiendo, Jenson llegó para acompañarlas. "Así estoy un poquito con vosotras" les dijo, después de explicarles por qué había madrugado si ese día entrenaba por la tarde. Yaiza veía en él algo parecido a un hermano mayor salvando las distancias, y le dolía el alma por tener que separarse de él. Al igual que de Lewis, al cual no había vuelto a ver y el cual esperaba encontrar.

Cuando aún quedaba hora y cuarto para reunirse con Louis, fue sola al Paddock para pasear por última vez. Sandra se quedó terminando de recoger todo, y hablando con Nico, al que le apetecía abrazar y no soltar, ya que le iba a echar de menos más que a nadie.

El Paddock estaba bastante calmado con eso de que los entrenos eran en la tarde, pero algunos mecánicos paseaban de un lado a otro, al igual que equipos de prensa. Después de andar por todos los hospitalitys sin prestarles atención, dio la vuelta y se paró en el de Ferrari, en donde subió para mirarlo por última vez. Tuvo la suerte de que la tarjeta siguiese en activo, y por tanto no hubo problema para atravesar la puerta. Una vez allí, se quedó quieta mirando el que iba a ser su trabajo. Algunos mecánicos entraban y salían despidiéndose, sin saber tal vez que no volverían a verla. A lo lejos vio como la Barbie tonta que había sido elegida, que resultó ser la que empujó a Yaiza en la fila, llevaba un polo rojo y una grabadora, al igual que Tom, que estaba a su lado con la cámara. Esperaban a alguien que bajaba la escalera, que resultó ser Kimi, con unos vaqueros y su polo oficial. Venía secándose la cara con una toalla, y el verles allí a los dos tras bajar el trapo de su cara le provocó un susto. Los dos nuevos periodistas de Ferrari empezaron a hacer su trabajo: mientras Tom tiraba fotos con flashes asesinos a los ojos de Kimi, la Barbie le preguntaba si había dormido bien. Él, buscando ayuda, desvió la mirada a la puerta y vio a Yaiza, con su pantalón vaquero oscuro y una camiseta de manga corta blanca. Estaba con los ojos llorosos, pero esa vez no iba a derramar ni una lágrima. Cuando Kimi la miró, sorprendido, señaló a los dos que le preguntaban y le hizo un gesto a Yaiza como diciendo "¿No te han cogido?". Ella, que estaba de brazos cruzados, sonrió otra vez y negó de forma triste. Él, sin cambiar su gesto, miró de forma despreciable a los dos periodistas que allí se quedaban sin preocuparse de si les respondía o no, y fue hacia Yaiza, que salía por la puerta para bajar con él las escaleras.

- Ahora te das cuenta de por qué el coche no funciona.-dijo él, ella frunció el ceño.- Ni siquiera saben manejar un equipo de prensa.

Controló sus impulsos para no abrazar a Kimi, ya que se arriesgaba a que este le contestase o la lanzase por las escaleras. Algo que imaginarlo le hizo gracia, y estuvo a punto de arriesgarse. Pero simplemente le miraba, con los brazos aún cruzados bajo su pecho, y su pelo liso por la espalda. Él, que se había quedado quieto frente a ella al fin de la escalera, miraba a los lados intentando averiguar el motivo de la decisión de prensa, pero no la encontró y dejó de protestar en bajito para mirar a Yaiza. No le dijo absolutamente nada, pero eso para ella fue lo mejor, ya que al menos comprobó que Kimi no se iba ni a reír ni a burlar de ella. Hizo una mueca y volvió a negar mientras se disponía a marchar.