C57 - Marcha atrás

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Era la segunda vez que volvía al hotel después de que Sebastian la dejase completamente destrozada. Definitivamente su plan no tenía ni pies ni cabeza, y por su mente sólo pasaba la voz de Kimi recordándole una y otra vez que dejase de planificar cosas. Se sentía devastada, y sólo quería llegar a su dormitorio y echarse a la cama, sin siquiera parar a cenar. Se cruzó con Sandra justo por el hall del hotel, y ninguna hizo más que lanzar una pequeña mirada analítica al cuerpo de la otra, como si el asegurarse de que respiraban les fuese suficiente. Yaiza desapareció por el ascensor y Sandra se metió al buffet a prisa, encontrando a su ángel de la guarda.

- Te estaba buscando.

- ¿A mí?-Nico se sorprendió, y decidió tragar toda la comida que ocupaba su moflete derecho.- ¿Qué pasa?

- Tú me escuchas ¿Verdad?-él se sintió atacado.- Quiero decir, por lo general tú me escuchas, no te ríes de mí y mis problemas.

- Oh... Sí bueno, no le veo sentido a reírse de los problemas de alguien.-Sandra aplaudió y fingió dar gracias al Señor antes de acercarse a su amigo para darle un beso fuerte en la mejilla.- ¿Qué he hecho?

- Qué vas a hacer, mejor dicho. ¿Podemos hablar? Necesito hablar con alguien.

- ¿Quién se ha reído de ti?

- No de mí, de mis problemas. O bueno, de mí también, yo que sé. Yai y Kimi.

- Oh...-agachó la mirada. Sandra temió que fuese por haber mencionado a su amiga, pero él le explicó a qué se debía su disgusto.- Ya le cuentas tus problemas a Kimi antes que a mí ¿Eh?-fingió reír y Sandra puso un puchero incontrolado por la pena que volvía a sentir hacia su amigo.

- En realidad apareció él, yo no le busqué. Yo quería hablar contigo desde un inicio—

- Tranquila.-la cogió de la mano para transmitirle calma, y ella sonrió tímidamente.

- Me siento fatal.

- ¿Qué te pasa?

- No, no. Por ti. Siento que siempre que hablo la lío.-él rió.

- No pienses así. Me encanta escucharte, así que venga, habla. ¿Qué te pasa?

- Nico... Eso me pasa.-el chico hizo una mueca.- Estamos en Mónaco y no sé cómo actuar con él, porque él parece no darle importancia.

- Pero eso es bueno ¿No?

- No lo sé. Al principio me sentía bien ¿Sabes? Porque bueno, no le ha dado por llevarme en helicóptero o yate de nuevo o llevarme a su casa. Pero es que ni siquiera menciona la ciudad. Hemos andado por ella, pero el camino de aquí al circuito. Es como si estuviésemos en otro lado.

- A lo mejor pretende eso. Por miedo a estar mal de nuevo, o algo.

- Pero es su casa, no sé. Yo en Barcelona estaba en la gloria...

- Pero la última vez que vinisteis de gloria hubo poco, normal que no quiera arriesgarse a lo mismo.

- Si yo tampoco quiero, entiéndeme. Pero temo que él esté cambiando cosas como esta por mí.

- ¿A qué te refieres?

- No quiero que renuncie a lo que es o lo que le gusta sólo por no hacerme sentir mal.

- Bueno...-pensó.- Supongo que en las relaciones hay que sacrificar cosas.

- Pero hay cosas y cosas, Hülk. Y sacrificar de dónde vienes no me parece lógico.

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