C6 - Treasure

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- Joder...-su susurro sonaba más a lágrimas que a rabia. Estaba sentada en el borde de la cama, dándole la espalda al rubio que dormía a su lado. Por un momento, el dolor cruel de cabeza que sentía pensó que significaba que sí, que había estado borracha y que por lo tanto, tenía una resaca muy curiosa. Pero sin embargo recordaba todo con pelos y señales, y recordaba ser totalmente consciente de sus decisiones.

Empezó a ponerse la ropa interior, que yacía justo al lado de la cama. Se sentía sucia mientras se vestía, pues después de tantos traumas, había conseguido desnudarse frente a un hombre, algo que nunca pensó que sucedería. Algo que asumía tendría lugar con la persona más especial posible, y sin embargo, a su lado estaba quien menos pensaba.

Terminó de vestirse y dejó a un Nico que dormía como un niño. Abrazado a su almohada como si fuese su objeto más preciado. Como si aquella noche hubiese encontrado un tesoro del que no se quería separar.

Cerró la puerta con sigilo tras ella, y se apoyó en la madera para respirar profundo, con el ruido que antes no podía hacer, y se puso a recordar con cada detalle lo que había pasado.

Se besaron y para ella fue más placentero que extraño. No era una experiencia que le resultase desconocida, y sin embargo lo era completamente. Pero Nico la protegía como si hubiese estado con ella en esa situación muchas veces. Yaiza sentía que alguien la observaba, simplemente porque la voz de su angelito de la guarda, que parecía no disfrutar de ese beso, le decía que parase. Pero consiguió que su demonio pusiese una mordaza al angelito y la animó a disfrutar. "Lo mereces, has sufrido mucho". Sintió cariño hacia su pequeño demonio, sin ser consciente de que ellos siempre hablan con segundas, y siempre sin pensar en las consecuencias.

Despertó de su charla con sus conciencias cuando Nico apretó sus manos en su piel antes de seguir recorriendo cualquier parte de su cuerpo. Notó cómo él se separaba de sus labios y ahogaba su respiración, como si se hubiese arriesgado a morir por falta de oxígeno con tal de seguir besándola.

- ¿Subimos a mi cuarto?

- ¿Qué?-Preguntó inconsciente. Por un momento no pensó en que ese beso podría ir a más, pero su angelito seguía amordazado y tanto Nico como el demonio tiraron de ella hacia el ascensor. En el fondo le caía bien ese demonio, y pensó que no buscaba en ella nada más allá que placer y diversión. Y eso a Yaiza, después de todo, no le parecía mal. Y cuando pensó esas palabras, el angelito intentó avisarla por todos lados de que pensase. Pero no podía hablar.

Nico sin dejar de mirarla, con la cara pegada a la suya, en la que el contacto de la nariz en ambos les servía para calmar un poco sus ansias de llegar al dormitorio. Empezó a besarla mientras se agachaba un poco para estar a su altura, y subía sus manos desde sus rodillas a los muslos. Algo que a Yaiza le ponía nerviosa, y no sabía si para bien o para mal.

- Me suena este vestido...-dijo él en la voz más seductora que había oído nunca. Se lo dijo al lado de la oreja, antes de morderla y besar su cuello en un camino hacia la tercera planta que se hacía eterno. Ella sonrió al ver la memoria de Nico.- Pero no me gusta.

- ¿Ah no?-la puerta se había abierto al fin, y como si no les importase si alguien esperaba fuera, ella se giró y le sacó de allí, volviéndole a besar en medio del pasillo, esperando a que él le guiase hacia el dormitorio.

- No.-susurraba entre beso y beso.- Creo que te prefiero sin él.

Cogió su mano y tiró de ella hacia la izquierda, sin pensar en que en esas habitaciones podrían estar tanto Lewis como Sebastian. De hecho, esos nombres no parecían pasar por su cabeza, parecía ni recordarlos ni conocerlos. Y el demonio se reía histérico al ver cómo el ángel intentaba gritárselos bajo su mordaza.

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