C137 - Miedo

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Recordaba pocas cosas del corto viaje que acababa de realizar. Su cuerpo no pudo evitar el pequeño susto provocado por el desconocimiento hacia lo que le rodeaba, pero el cansancio que le poseía era tal que ni siquiera reparó en levantarse a analizar aquel dormitorio. Decidió mantenerse apoyado sobre sus antebrazos para recorrer todo aquello con una vista cansada y apenas esmerada en abrirse un poco más de lo que estaba. El cuarto era amplio. Todo parecía construido en madera, una madera que claramente demostraba estar demasiado bien trabajada. Tenía un tocador pegado a la pared, con un espejo en formas geométricas bastante llamativas, y también tenía un armario del mismo material que las paredes empotrado contra una de los muros de su lateral. Justo a su derecha, en contraposición al armario, un ventanal de cristal cubierto por cortinas blancas dejaba ver la claridad veraniega del exterior.

Frente a él había una puerta corredera abierta que ocupaba gran parte de la pared, desde la cual veía la amplitud de la otra habitación en la que desde su posición podía ver varios sofás blancos que le parecían mucho más cómodos que la cama en la que se encontraba. El colchón también estaba cubierto de una tela blanca, al igual que el edredón que le cubría medio cuerpo. Le transmitía frescor pese a que dudaba que fuera de aquel cuarto pudiese existir esa temperatura.

Sólo llevaba puesta su ropa interior, empeñándose en asegurar que no recordaba nada de lo que había hecho desde que se bajó del taxi, del cual tampoco tenía constancia. Su cuerpo se tranquilizó ligeramente al ver entrar por la gran puerta corredera a una Yaiza en su mono verde oscuro con flores rojas. Sonreía alegremente, y apresuraba su paso para ir hacia la cama en la que él descansaba para dejarse caer a su lado y darle un beso en la mejilla.

- Bella durmiente.-él sonrió. Su cuerpo no le dejaba hacer mucho más.- ¿Estás mejor? Llevas horas durmiendo.-claramente estaba bastante perdido.

- ¿Horas?

- Te quedaste dormido en el taxi, te tuve que despertar cuando llegamos, me daba bastante lástima porque parecías un bebé...-sonrió de forma tímida a Sebastian, que juntaba sus labios un poco avergonzado para devolverle el gesto.- Vinimos hacia aquí y como nos estaban esperando te fuiste directo a la cama. He estado organizando las cosas y bueno, como dormías me fui a comer.-Sebastian miraba anonadado a una Yaiza que parecía más avergonzada que él. Cogió aire y lo soltó lentamente mientras se restregaba la cara con una mano.

- Perdona...

- No, no.-se apresuró a interrumpirle.- Pero si no pasa nada, tonto.-le abrazó.- Si no lo he dicho a malas, si yo quería que descansases.

- ¿Cuántas horas dices que he dormido?

- Pues... Llegamos sobre la una, y son las cinco y media. No mucho.-resopló haciéndola reír.- Oh, venga, si no pasa nada.

- ¿Por qué no me acuerdo de nada?

- Porque estabas muy dormido cuando te desperté.-reía.- Pasaste de largo por la puerta y te tiraste a la cama.

- ¿Te han dicho algo? Vaya papelón, joder.

- No, no, si tuvimos que parar en el hotel, el grande ¿Recuerdas? Tú te quedaste en el coche durmiendo, no te desperté... Bajé, avisé de que llegaba y vinimos, y nos esperaba una mujer, pero dudo que la recuerdes.-él negó.- No te preocupes, en serio. ¿Has descansado?

- ¿Cómo dices que me vine a la cama?-rió ella.- Dices que me tiré pero estoy sin ropa. Dime que no me iba desnudando o algo—

- No, no, eso fui yo antes de ir a comer. No quería que te molestase la ropa y te la quité. Fue difícil porque ni te movías, y aunque seas un tirillas no puedo contigo. ¿Has descansado?-insistió. Él cogió aire de nuevo, aceptando en ese gesto que su cuerpo seguía igual de agotado o incluso más que antes.

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