C111 - Niveles y realidades

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Se habían amoldado por completo a la temperatura del ambiente. La dureza del capó del coche ya no les molestaba, y permanecían relajados observando el cielo estrellado sin hablar o moverse. Ninguno quería estropear ese instante de paz.

No tenían conocimiento sobre la hora, y el hecho de que ya no lloviese sobre aquel lago de Finlandia les ayudaba a poder olvidarse del paso del tiempo a su alrededor. Yaiza fue la primera en hacer acto de presencia cambiando la posición de una de sus piernas, la cual permanecía sobre las de Sebastian. La subió un poco más hacia la cintura del chico, y acercó su cuerpo al de él acurrucándose junto a su pecho como si este fuese una almohada. Sebastian no pudo evitar mirarla de reojo, sonriéndose por el gesto.

Su mirada permaneció en el rostro de la chica más tiempo del deseado, y aunque ella era ajena a todo, él dedicó ese tiempo a asumir que estaba allí con ella. Se sonreía nervioso al darse cuenta de la facilidad con la que se había acostumbrado a su presencia y a sus acciones junto a ella. Se recordaba no hacía mucho tiempo viajando hasta Miami con un temblor en las piernas que apenas le permitía andar. Un temblor que también le acompañó durante su estancia semanal en Mallorca y que se intensificó en negativo tras su discusión con Yaiza. La acercó un poco más hacia su cuerpo sólo de recordarlo, y sintió que ella se trasportaba a su recuerdo junto a él al comprobar que se aferraba a su pecho un poco más.

- ¿Estás bien?-no pudo evitar preguntarla. Ella le miró sorprendida, con una sonrisa.

- Sí, sí, claro.-llevó su rostro al suyo y posó sus labios cerca de la comisura de los del chico.- ¿Tú?

- Sí.-sonrió orgulloso. Guardaron otro silencio, esta vez mucho más corto que el anterior. Sebastian no llegó a sorprenderse de que la chica sacase el mismo tema que había ocupado su pensamiento minutos atrás.

- Si me llegan a decir hace semanas que iba a estar así y aquí contigo...-no le hizo falta acabar la frase. Sebastian se sonrió otra vez.

- Era difícil de imaginar, sí.

- Supongo que depende de para quién.-Sebastian la miró de forma más descarada, intrigado pero con tranquilidad, provocando que la chica se acomodase sobre el capó con cuidado de no caer.- Quiero decir, supongo que gente como Kimi o Sandra esperaban que esto ocurriese ¿No? No digo estar aquí –rió con timidez- bajo las estrellas de Finlandia, sino... estar. Juntos.-él se apoyaba en sus antebrazos para escucharla.- Nos llevan aguantando mucho tiempo, creo que si no hubiésemos dado el paso nosotros, nos habrían obligado ellos.-él rió.

- Ya. Si lo piensas estuvieron a punto de jodernos en Canadá, así que tampoco les demos las gracias.-reía al recordarlo, pero Yaiza le miraba con el ceño fruncido.

- ¿Canadá?

- Sí, bueno, cuando nos liamos.-ella asintió.

- Ya, ya, pero... ¿Qué tienen que ver ellos?-ahora fruncía él el ceño.- La que nos interrumpió fue Sandra –Sebastian asintió.- ¿Qué tiene que ver Kimi?-el chico temió que sus ojos se hubiesen abierto demasiado por culpa del nerviosismo repentino que le entró al sentir que metía la pata. Buscó la forma de hablar sin tartamudear.

- N-no, o sea, me refería a ella por eso y bueno, luego, yo es que estuve con Kimi.-tragó saliva.- Pensaba ir a buscarte y tal, para despedirme o estar contigo esa noche, pero Kimi me retuvo porque... Estaba borracho.-no se le ocurría otra cosa, y aunque era una excusa creíble, ella no quitaba su cara de duda.

- Tenía entendido que con el calentón –exageró el tono- con el que te dejé no querías acercarte a mí.-volvía a desorbitar sus ojos y a tartamudear. Otro fallo.

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