C101 - Las sorpresas

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Kimi aprovechó que Yaiza aparecía por la escalera corriendo hacia los sofás para levantarse y marcharse a pasear. Ignoró la mirada de sorpresa de la recién llegada, que se sentaba al lado de Sebastian interrogándole, y esperó que su amigo tuviese la suficiente imaginación como para inventarse algo.

Apenas dio unas vueltas alrededor del hotel antes de entrar de nuevo en el mismo. Miró hacia los sofás y vio a Sebastian aún con Yaiza. La chica estaba abrazada a él, y paseaba la mano por su abdomen con gesto cariñoso mientras Sebastian sonreía a cualquier cosa que ella le estuviese diciendo. Kimi no pudo evitar negar al unir esa imagen con lo explicado por Sebastian, pero ni siquiera dedicó tiempo a burlarse de ellos en su cabeza mientras entraba al ascensor. Subió a la tercera planta y se sintió más liberado al cerrar con un portazo la puerta de su dormitorio.

Quiso que la sorpresa de tener un cuarto más pequeño que de costumbre ocupase su cabeza, pero ni siquiera ese detalle le desconectó de su conversación con Sebastian. Había asumido que estaba completamente desestabilizado, y el hecho de que Sebastian lo diese tan por hecho le hacía inquietarse aún más. Era consciente de cada cosa que había hecho ese fin de semana, y también de las que había hecho durante la tarde del lunes, y el tenerlas tan claras en su cabeza le hacía enfadarse aún más con su amigo por llevar siempre la razón. Era su Pepito Grillo, y él un Pinocho al que ya ni le crecía la nariz porque esta era ya tan larga que no tenía más ganas de seguir. Se sentó con cuidado sobre la cama, y la sola incomodidad que sentía consigo mismo le hizo levantarse en apenas unos segundos. Subió su maleta al colchón y la abrió para sacar toda su ropa. En apenas unos minutos estaba todo colocado en el armario, y sentía que tenía demasiado tiempo por delante para comerse la cabeza, y no le apetecía.

Aun así no pudo remediarlo. No quiso salir del cuarto por miedo a cruzarse de nuevo con Sandra y no saber cómo actuar. Había alargado su llegada al hotel por la tarde con la intención de no encontrarse con ella, y ni siquiera el mirar a través de la puerta para comprobar que no estaba a su llegada le sirvió de nada. Desde que traspasó la puerta se dejó llevar por sus pasos y sus actos, y sólo ahora sentado de nuevo sobre la cama asimilaba que Sebastian no sólo llevaba razón, sino que iba a ser incapaz de fingir más delante de ella si Sandra pensaba como su amigo decía.

No bajó a cenar, pidió que le subiesen algo, y cuando Sebastian llamó a la puerta cerca de las once decidió fingir no estar para no tener que abrirle. Se durmió al poco rato, y sólo le despertaron los nuevos golpes de su amigo a la puerta por la mañana, esta vez más insistente. No tuvo más remedio que acudir.

- Te romperás los nudillos y no podrás conducir como sigas así.-se intentó despertar más paseándose la mano por la cara.

- Si me abrieses a la primera no pasaría.-protestó.- ¿Qué haces aún así?-Kimi se miró de arriba abajo y se vio con el pantalón del pijama. Se encogió de hombros.- Que tenemos que irnos para el cuarto de Dani, joder.-le dio un empujón para meterle al cuarto y que se diese prisa.

- A dónde...-dudaba.

- Al cuarto de Dani, para la sorpresa.

- Qué sorpresa, de qué me hablas.-Sebastian frunció el ceño y a continuación se alarmó. Puso los brazos en jarra e hizo una mueca de culpa.

- Creo que se me pasó decírtelo.

- Seguramente.

- Es el cumpleaños de Dani, y vamos a darle una sorpresa.

- Y por qué tengo que ir yo si no tengo relación con él.

- Pues porque vamos todos.

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