El canto de los pájaros le parecía algo bastante distante a una melodía placentera. Intentó que su cansancio la dominase un poco más antes de que el ruido que las aves provocaban la terminase de desvelar, pero fue inevitable que el sueño se fuese de su cuerpo cuando uno de esos pájaros decidió posarse en el bordillo del balcón para dedicarles una sonata. Estaba tumbada con la cabeza sobre los pies de la cama, y se apoyó sobre sus antebrazos y miró hacía el ventanal con desprecio, pretendiendo que el pequeño pájaro recibiese todas sus ondas negativas, pero estas se quedaron en el aire del dormitorio cuando la imagen de Sebastian durmiendo retuvo su atención al igual que su aliento.
El molesto despertar que había tenido quedaba en un segundo plano ocultado bajo media sonrisa de timidez. Se dejó caer lentamente sobre el colchón otra vez, procurando no despertarle, y se tapó aún más con la sábana que la cubría, la cual no recordaba haberse echado por encima. La tímida sonrisa se escondía ahora en un gesto de nerviosismo provocado por sus dientes, que se clavaban en su labio inferior mientras sus ojos lo hacían en el rostro del chico. Se puso de lado hacia él y de forma inconsciente niveló su respiración con la intensidad de la suya. El chico dormía boca abajo, apoyado sobre su brazo derecho que ejercía el papel de almohada bajo él. La otra mano permanecía agarrada de forma débil a la sábana, y la paz que le acompañaba provocaba que Yaiza no quisiese despertarle nunca. Le observaba como si fuese la pieza más importante de un museo, y también se ayudaba de su brazo, este encogido bajo su cabeza, para usarlo como almohada dejando su otra mano posada junto a la de él.
Pese a las nulas ganas de estropear ese momento, el pequeño pájaro que estaba en el balcón ahora iba acompañado del resto de la orquesta, y hasta Sebastian se vio desvelado por su insoportable canto. Yaiza alzó la mirada cuando el chico empezaba a despertarle, y volvió a lanzar esas ondas de odio hacia el pequeño grupo cantor. Sebastian aún no había abierto los ojos, pero había llenado sus pulmones del oxígeno mañanero para llenarse de fuerza y alzar los párpados. Cuando lo hizo, la primera imagen que recibió le provocó media sonrisa, y el azul de sus ojos sólo provocó en ella aún más nerviosismo.
- Buenos días.-le quiso dar la bienvenida a esa mañana, y apenas alzó la voz para saludarle. Él mantuvo su sonrisa y volvió a cerrar los ojos, reteniendo la primera imagen del día en su cabeza antes de ir en busca de la segunda.- Creo que deberías poner pinchos en el balcón para que no viniesen.-que el momento estuviese ambientado por el canto de los pájaros hacía que ella no se olvidase de las aves. Él rió sin ganas mientras se estiraba sin perder su posición.
- Les atraes tú.-su voz estaba aún dormida.- Nunca se habían puesto ahí.
- Tampoco estás aquí mucho para poder hacer una estadística.-volvió a reír y abrió de nuevo los ojos, recuperando la imagen de Yaiza. Aún estaba adormecido, y sus párpados volvían a cerrarse sin querer a la vez que ella llevaba su mano a su pelo para acariciarlo. Respiró profundamente y ronroneó cual gato por el gesto de la chica, y ella rió de forma silenciosa al ver su reacción. Yaiza siguió jugando un poco con su pelo.- Me encanta cuando te salen rizos.-él negó con media sonrisa.
- Te gusta lo peor de mí.-ella le burló con una mueca y se acercó a él para darle un beso en la mejilla, y no se distanció de su rostro para poder llegar a sus labios y dejar allí los suyos. Era como si se hubiese olvidado de su tacto durante la noche, y ahora no quería soltarlos por miedo a perder de nuevo el recuerdo. Se acercó con todo su cuerpo hacia él, y Sebastian soltó la sábana para acogerla bajo su brazo, mientras que el otro ejercía de almohada para ambos. No pudieron disfrutar de esa calma mucho rato, y ambos sintieron una pequeña vibración. Se miraron extrañados.
- ¿Eso es un móvil?-él asintió.
- Creo que es el mío.
- Debe serlo, el mío está apagado abajo.-retiró el brazo que la acogía pensando en dónde podía estar, y Yaiza se asomó por el borde de los pies de la cama encontrando su pantalón.- ¿Lo llevabas en el pantalón, verdad?
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MAPS
أدب الهواةTemporada 2014. Necesitaba darle un giro a su vida, y para ello se enfundó en su mejor vestido e ideó el mejor plan posible... un plan que se le iría de las manos y que acabaría llevándola a ella y a su amiga al lugar más deseado de la manera más in...