C50 - Aprovechando hasta el final

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Consiguió dormir un poco, y lo logró al llegar a la cama mucho más tranquila de como se fue. El arreglar las cosas con Sandra no sólo la animaba a afrontar sus últimos días en la Fórmula 1, sino que la permitía tomárselo todo con más calma. Eran las siete y media de la mañana, y no tenía que llegar al circuito hasta las diez, por lo que decidió alargar su despertar y el del chico que estaba con ella, disfrutando de su presencia como nunca más la vería.

Seguía con su camiseta de Mercedes puesta, y sentía que su piel seguía perteneciendo a Lewis como la noche anterior. No tenía fuerzas para moverse, y decidió balancearse por la cama hasta llegar al lado del chico, que tenía la cara cubierta por la almohada. Sonreía sin poder remediarlo, y decidió que la mejor manera de despertarle era acompañándole. Metió su cabeza bajo su almohada y la juntó lo más que pudo a la de él. Llevó su brazo por encima de la cadera del chico, posando su mano en su espalda y jugando con su dedo sobre su piel. Con la otra mano separaba la almohada del rostro del chico, para mirarle. Él abrió los ojos al sentir la piel y la respiración de la chica, y cuando la vio a su lado fue como si fuese un regalo de cumpleaños.

Sonrió con calma, dejando a su cuerpo que se despertase, y ella le imitó con el gesto antes de pegarse aún más. Lewis se estiró antes de posar su mano en la cintura de la chica. La imagen era tan agradable para él que suplicó a su cuerpo no dormirse de nuevo por la calma que le transmitía la misma. Yaiza siguió acurrucándose cada vez más a su lado y se hundió tras su propia presencia. La cara de la chica se escondía entre el cuello de Lewis y su pecho, y él la daba un beso en la mejilla que la animaba a quedarse así. Retiró el largo pelo de la chica hacia un lado y se sintió alagado al verla con su camiseta.

- Voy a echar de menos estas cosas ¿eh?-la susurraba, y ella sonreía sonrojada, intentando ocultar la tristeza que le provocaba escucharle. Ignoró abrir los ojos pues el verle a él con el mismo sentir habría echado a perder el momento. Lewis recorría el brazo de la chica con sus dedos, y cada vez que llegaba a su mano ella arañaba un poco la piel de su espalda, estremeciéndole. Cada segundo que pasaba ambos iban perdiendo su sonrisa, asumiendo que esos pequeños gestos y esas pequeñas caricias pasarían a mejor vida en apenas unos días, y era por eso por lo que ambos pretendían ponerle punto final lo antes posible. Sólo con tal de no sufrir más.- Debería irme.-Ella apretó su mano en su espalda, deseando que se quedase con ella, y él no sabía cómo decirle que no.- He de ducharme...-se excusaba.

- Puedes ducharte aquí.-aún no le había mirado desde que se había despertado, y sentía que no iba a poder hacerlo si insistía en irse. A él le dolían sus palabras, sus peticiones para que se quedase a su lado después de ser ella la causante de esa pena. Apretó su mano a su cintura y la arrastró hasta él lo más que pudo, y la acogió en su pecho. Retiró su mano de su cadera y la llevó hasta su rostro, y alzándola por la mejilla la situó de cara a él, provocando que Yaiza finalmente le mirase, sonriéndole de forma tímida mientras le cedía su mejilla para apoyar sus labios.

Cuando sintió que su piel se despegaba de la de Lewis ni siquiera quiso abrir los ojos para verle alejarse de ella. Sintió que se levantaba, y sólo ese miedo de no volver a sentirle la hizo separar sus párpados. El chico se vestía, y Yaiza decidió incorporarse, dejando sus piernas colgando por el lado de la cama. No tenía fuerzas para nada, y menos para afrontar ese momento. Lewis volvía a ponerse de cuclillas frente a ella, aunque ahora ninguno pretendía jugar a nada. Se miraban, y Lewis se mantenía apoyado con una mano en el colchón y la otra en la pierna de la chica, que jugaba con la suya en su pelo mientras que con la otra acariciaba la del chico. Sabía que esperaba su camiseta, la cual ella llevaba puesta, pero la sentía como el mayor recuerdo físico que pudiese llevarse de él, y le costó acceder a quitársela. Sintió frío al desprenderse de ella, pues no llevaba nada debajo, y se sintió aún más vacía cuando el chico ni siquiera miró su cuerpo, pues estaba perdido en su rostro. No se sintió incómoda al estar así frente a él, y la mirada de Lewis clavada en la suya la hacía olvidarse del frío que la recorría. Se puso la camiseta, y volvió a mirarla a los ojos para observarla por última vez e intentar convencerla de que se quedase, pero la sonrisa de Yaiza le hacía saber por enésima vez que ya no había vuelta atrás. La besó con tanto sentimiento que la chica no sabía cómo corresponderle. Y ella sintió que esa era la despedida que les correspondía.

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