C165 - Familia

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Le dolió ver que su acompañante no pudo dormir tanto como le hubiese gustado. Había pasado todo el vuelo despierto, primero entreteniéndose con ella y luego simplemente observándola, cuidándola. Yaiza durmió la última parte del trayecto a Finlandia despertándose a su llegada como si llevase siglos sin hacerlo. Estaba cansada y ciertamente mareada. Le costó ponerse en pie, ayudándose de un Kimi que se esperaba a que la chica pudiese moverse en plenitud de condiciones para abandonar el avión.

El cierto ánimo fingido con el cual ambos embarcaron ya no existía. Los dos sabían que era inútil intentar demostrar sensaciones que no se sienten, y menos entre ellos. Yaiza se dejaba guiar por Kimi, que a su vez seguía los pasos de su chófer hacia el coche. Le vino bien no tener que conducir hasta su casa, pues su cabeza apenas puso interés en lo que le rodeaba y habría sido bastante arriesgado jugarse la vida de esa forma.

Cuando llegaron al domicilio, lo primero que hicieron fue soltar sus maletas en el hall. Kimi con más pesadez que ella, ya que Yaiza parecía querer cuidarlas por miedo a no romperlas. No se movieron luego de la entrada, mirándose. No sabían qué hacer, en ningún sentido.

- Ves a descansar.-la animó. Yaiza se moría de sueño, pero algo la decía que no iba a disfrutar del descanso.

- Creo que prefiero esperar a la noche...-aún era pronto. Se llevó la mano al estómago.- M-me parece que es mejor que primero coma algo...-él sonrió levemente.

- ¿Después de la comilona de anoche aún quieres comer más?-a Yaiza se le dibujó cierta vergüenza en el rostro.

- Me temo que no voy a comer mucho estos días, así que al menos... Llenarlo ahora.-seguía sujetado su estómago. A Kimi le sentaron tan mal oírla decir eso que accedió a preparar lo que le pidiese.

Aun así no comieron mucho. Ni uno ni el otro. El primer bocado ya les saciaba, pues en su estómago las funciones estaban dedicadas a otra cosa. Principalmente a crear malestar, nerviosismo y pinchazos a causa del recuerdo.

Yaiza no pudo esperar hasta la noche para dar una cabezada que la ayudase a, al menos, olvidarse de lo ocurrido durante unos minutos. Tampoco le dio tiempo a subir al dormitorio, cayendo rendida en el sofá del salón y aferrándose a un cojín como si este fuese un cazador de sueños.

Justo en frente pero completamente sentado, Kimi la observaba descansar. Le era suficiente para sentirse más aliviado, el saber que al menos uno de los dos disfrutaba de minutos de relajación.

Se negaba a quedarse dormido, sólo por si mientras lo hacía Yaiza decidía despertar y caía rendida al recuerdo de nuevo. Pero el negarse a cerrar los ojos le provocaba a él caer en eso de lo que tanto huían. Se acordaba de Sandra, sin poder evitarlo. A cada segundo, el recuerdo de la chica le machacaba insistentemente de forma que le hacía hasta desvariar. Ayudado del paso de las horas y de la penumbra del salón, empezaba a confundir acontecimientos y a empeorarlos aún más en su mente.

Había llegado hasta a culparse por lo ocurrido. Dio gracias, tras el proceso, de ser él el que mantenía ese pensamiento de culpabilidad, viéndose lo suficientemente cuerdo y en alerta como para negarse a sí mismo sentirse así. Miraba a la chica que dormía frente a él esperando que nunca llegase a compartir aquello, dando paso con ello a otro sinfín de malestares psicológicos que le torturaron hasta la primera luz de la mañana.

- Tienes mala cara...-a Yaiza le costó erguirse en el sofá. Tenía los ojos aún medio cerrados tras dormir, pero lo suficientemente abiertos como para comprobar que su amigo no había mejorado en absoluto. Kimi quiso encogerse de hombros, pero no encontró fuerzas.- ¿Has dormido?-negó como pudo. Yaiza bajó la mirada ciertamente entristecida y decepcionada.

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