C86 - Incógnita

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Pese que tomaron un vuelo sin escala y salieron a mediodía, llegaron a Zurich a las dos de la madrugada del día siguiente. Sandra era la más despierta, y pese a eso, le era imposible dar dos pasos sin bostezar. Cogieron su equipaje y salieron del avión hacia la terminal, y una vez allí, fueron camino al exterior del aeropuerto para que Nico les guiase.

Tan dormido como ellos estaba un hombre esperándoles dentro de un coche. El señor se alteró al ver que Nico llamaba con media sonrisa al cristal, y este bajo del auto disculpándose con el chico, que negaba cualquier palabra que el hombre le dijese. Hablaron unos segundos mientras Dani se apoyaba al otro lado del auto para descansar. Sandra le dio una patada en la espinilla para evitar que este se durmiese, y pese a que se alteró al recibirla como si ya se hubiese dormido, decidió asentir fingiendo hacerla caso. Sandra terminó acompañándole y Nico tuvo que ir a ellos chasqueando los dedos para traerles de nuevo a la realidad. Saludaron al señor, que les iba a llevar a casa de Nico, y los tres tomaron asiento en el coche.

Sandra ocupó el asiento delantero, mientras que los dos chicos ocuparon los traseros. El conductor no daba conversación, pero mantenía una sonrisa que indicaba estar dispuesta a hablar si se lo pedían. Sandra decidió concentrarse en no dormir, y pasó todo el trayecto esperando a que alguno de los dos chicos hablase para mantener los ojos abiertos. Daba cabezazos hacia delante y negaba al regresar hacia atrás, maldiciendo su sueño. Tardaron media hora en llegar a la casa de Nico, y una vez allí, la chica se giró pretendiendo gritar un ¡Por fin! que fuese secundado por sus amigos, pero ambos dormían. Les miró con rabia pese a que ellos no la veían, y se arrepintió de haber intentado no dormirse viendo que sus amigos no parecían haberlo hecho. Nico tenía la cabeza apoyada en el hombro de Dani, que tenía la suya hacia detrás con la boca abierta. Sandra decidió bajar del coche e ir a la parte trasera. Abrió la puerta y sin pensárselo dos veces le dio una colleja a cada uno.

- ¿Eh? ¿Qué?-Dani volvía a tierra. Miró medio adormecido a Nico, y frunció el ceño.- Eh, tú.

- Hmmm.-Nico ni siquiera se inmutó con la colleja.

- ¡Hülk!-movió el hombro para despertarle y este dio un brinco. Miró a Dani y se separó de él como si se hubiese quemado.

- Perdón.

- Os debería haber hecho una foto.-Sandra seguía molesta, pero perdía su rabia poco a poco al no encontrarle más sentido. Los chicos salieron del coche y cogieron las maletas que el hombre les daba. Se despidió de Nico, y los tres quedaron de frente a la casa.- Ni nos le has presentado.

- Qué más da.-dijo entre bostezos y un estiramiento de brazos.- Va, vamos.

- Flipo con vuestras casas...-Sandra realmente alucinaba. Dani rió.

- Dime si no es irónico lo grandes que son para el poco tiempo que pasamos en ellas.

- Lo es, lo es.-Nico negaba sin hacerles caso, y llegó a la verja en donde el conserje esperaba con una sonrisa. Saludó al dueño de la casa, y Nico llamó a sus amigos para presentarles.- Tampoco nos presentes a todo el mundo.

- Aclárate.

Les abrieron la puerta de la casa y se quedaron solos en la entrada. Pese al claro interés que mostraba Sandra en husmear a su alrededor, sus intenciones parecían inexistentes al lado de las de Dani, que directamente no buscaba la forma de controlarlas. Nico les dejaba a sus anchas, y mientras Sandra se unía al australiano en su cotilleo, él se iba al salón a dejarse caer en el sofá.

Al rato aparecieron los dos, que le tiraban un cojín a la cara despertándole por haberse vuelto a dormir. Tanto Sandra como Dani ya estaban desvelados, y tiraban como podían de Nico, que se negaba a levantarse del sofá en el que había encontrado una postura demasiado placentera. Consiguieron sacarle de entre los cojines y este les enseñó el resto de la casa. Subieron a la planta de arriba, y les enseñó el cuarto de invitados.

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