C17 - Lejos de un lugar llamado Paraíso

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El hecho de aprovechar una noche más, como pretendía Nico para estar juntos apenas se pudo llevar a cabo. El alemán se quedó dormido nada más llegar a su asiento del avión, y Sandra pasó la primera hora del vuelo investigando las funciones de la primera clase de ese jet. Andaba por allí como si no supiese que estaba volando. No le daba miedo, y ni mucho menos le incomodaba la idea. Probó varios asientos, sentándose en ellos y usando los mandos para moverlos. Muchos de ellos, entre los que se encontraba el suyo, podía asegurar que eran más cómodos que su cama.

Una vez se dejó caer en el que se le había adjudicado, justo al lado del de Nico, entendió con total tranquilidad el por qué su chico se había quedado dormido tan rápido. Ella apenas duró despierta unos minutos, y el silencio que había en esa parte del avión permitió que ambos descansasen hasta su llegada a Niza. Fue Nico el que la despertó. Lo hizo con delicadeza, como si le molestase estropear el sueño de Sandra, pero se moría de ganas de bajar del avión con ella. Recogieron sus cosas, que apenas formaban dos maletas de mano, pues el resto no iba con ellos, y fueron a la puerta para ir a la terminal. Llegaron al aeropuerto Corte d'Azur y desde allí, una vez recogieron el resto de equipaje, fueron a por un coche que les esperaba. Sandra no había abierto la boca desde que Nico la despertó, y él, pese a que se moría de ganas de hablar, optó por no presionar a la chica, que parecía aún adormilada.

La conversación no tardó en llegar, pues en el coche apenas permanecieron cinco minutos, ya que el conductor les llevó a un helipuerto cercano a Corte d'Azur. Sandra se asustó un poco al entrar y ver el helicóptero en el que viajarían a Mónaco, pues no entraba en sus planes usar uno de esos medios de transporte. Nico, que hablaba con el piloto, se acercó a la chica, que se mantenía bastante alejada.

- Nos llevarán las maletas luego.-no gritaba, pero su voz sonaba muy elevada debido al ruido del helicóptero.

- ¿No hay trenes? ¿O buses? –Nico se reía ante la cara de Sandra, que se mantenía bastante distante ante la idea de volar de nuevo. El chico negó con la cabeza a la vez que se acercaba a ella para darle un beso.

- En nada estaremos allí, vamos.-la dio la mano y entraron, y una vez se hubieron colocado, en especial los cascos, el helicóptero salió disparado del suelo hacia el aire, y en apenas diez minutos, estaban en Mónaco.

La cara de Sandra ahora era totalmente diferente a la de antes de subir al helicóptero. Ahora sonreía, estaba emocionada y no se podía creer dónde estaba. Nico hablaba de nuevo con el piloto, y Sandra le observaba con más ganas de besarle que nunca. Se sintió mal al interrumpir el discurso de aquel hombre, pero a Nico no le preocupó en absoluto ver que su chica finalmente parecía cómoda con la situación, dejándose besar sin problema. Ella volvió a retirarse de su lado y observaba el pequeño principado desde lo alto del helipuerto. Le parecía el lugar más maravilloso del mundo, y eso no entraba siquiera en sus planes.

Nico la ofreció irse de allí a los pocos minutos, y tras salir del helipuerto, cogieron el coche del piloto, que estaba allí aparcado. Apenas estuvieron conduciendo unos minutos, y en poco tiempo llegaron a la casa de Nico, que estaba bastante escondida entre unos árboles en la zona más cara de Monte Carlo.

La casa era blanca por fuera. Sandra sintió que estaba viendo uno de esos programas de televisión en los que los ricos enseñaban sus mansiones con total naturalidad. Pasaron por la puerta con el coche después de que Nico saludase al que parecía el portero de la finca, y una vez allí, aparcaron en la puerta y fueron recibidos por una mujer de mediana edad que esperaba con una sonrisa al alemán. Le saludó llamándole por su apellido, y él se acercó a ella con aire familiar. Sandra se mantuvo al margen mientras compartían palabras en alemán, y acto seguido, él empezó la conversación en inglés en la que presentaba a Sandra y a Simone, que venía a ser la ama de llaves.

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