C187 - La calma

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Pese a que Kimi había desistido a la hora de ponerse elegante para aquel evento, no dudó en trabajar duro de cara a buscar dónde pasarlo. Sebastian había dejado que el chico se encargase del restaurante, eligiendo uno que no desentonaba ni para los más emperifollados ni para el más desarreglado.

Y para todos lo importante era lo que estuviese sobre la mesa y los que la rodeasen, esperando desde el momento en el que tomaron asiento que nadie desentonase para mal. Por ello, y sin querer tampoco dejarlo todo al azar, las dos chicas llevaron la voz cantante de las conversaciones previas a cualquier tema serio. Sebastian y Kimi hablaban a la par, sin mucha preocupación, pero nunca llegaban a compartir palabra el uno con el otro. Algo que las inquietaba, aunque viendo el transcurso de la noche, no las preocupaba.

No lo vieron como algo negativo, y menos al comprobar que pese a que no se decidían a hablarse, no se mostraban incómodos en ningún momento con la presencia del otro. Sólo cuando interactuaban con sus respectivas parejas conseguían acercarles a un posible enfrentamiento, siendo este de todos menos temeroso.

- ¿Quién hará estas cosas cuando vivamos juntos?-no eran capaces de hablar de otra cosa cada vez que se sentían solos. Kimi se había quedado sin compañía mientras Sandra iba al baño, y miraba con recelo a cómo Yaiza le daba pequeños canapés de queso y mermelada a Sebastian con los dedos, que los comía como si fuesen trozos de cielo entregados por un ángel. Sebastian estaba acercado al asiento de Yaiza, que con un brazo sobre el respaldo de su silla, le acercaba la comida de forma juguetona.

- Podemos contratar un cáterin. Una vez a la semana.-Yaiza le dio un beso fugaz, llevándose con ella la poca mermelada que quedaba en los labios del chico.

- ¿Contratarías a alguien sólo para que nos hiciese estas cosas?-le daba otro. No borraban el tono travieso de su voz. Sebastian asintió, masticando. Miraba los labios de la chica como si fuese eso lo que saboreaba. Ella le dio otro beso.

- Sí es lo que quieres, yo—

- Estoy a punto de vomitar.-alarmó Kimi. Ambos le miraron.- Dais mucho asco, joder.-su cara parecía ciertamente enferma. Ambas partes de la pareja rieron negando, optando tras ello por separarse sólo para no incomodarse.

- ¿No vendrás a vernos entonces?

- ¿Estás de coña?-fue la forma de adentrarle en una conversación. Yaiza pretendía ver cómo reaccionaba Kimi a la idea de visitar la casa de Sebastian, y no le salió mal encaminado.- Ni os visito ni os invito a la mía.

- Pero si la última vez nos portamos muy bien.-recordó Sebastian. Mientras Kimi le miraba con odio por recordar cómo el chico le detallaba por qué rincones de su hogar había mantenido relaciones sexuales con Yaiza, la propia chica aguantaba la alegría por verles interactuar. Sebastian aguantaba la risa.

- Voy a hacer yo lo mismo en tu casa. Me voy a llevar a Sandra y—

- Ay, calla.-Yaiza interrumpió pese a la emoción. Movió la mano de forma veloz delante de su cara, espantando la imagen. Kimi puso los ojos en blanco. Sebastian ahora sí reía.

- ¿Aún no te haces a la idea o qué?-preguntaba el finlandés. Ella negó, con horror.- Pues me he tirado a tu amiga muchas veces—

- ¡¡Kimi!!-suplicaba. No quería reír para aparentar frialdad, pero ver a Sebastian haciéndolo tan abiertamente le hacía acompañarle. Yaiza era lo último que pensaba hacer.

- De hecho has estado sentada en sitios donde—

- ¡¡Kimi, que la lío!!-había levantado, al ser lo único a mano, una bandeja llena de panecillos que pensaba tirarle. Kimi optó por rendirse.

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