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C118 - Consecuencias

Daba vueltas desde los pies de la cama intentando encontrar la forma de soltarse. Se maldecía a sí mismo por haber sido tan estúpido de creer lo que la chica le decía, y se acordaba de su comportamiento extraño por la mañana que bien congeniaba con su actitud final. Se estaba volviendo loco allí sentado, y sus muñecas le dolían entre la cadena mientras se insultaba a sí mismo por sentir su erección aún llamando a su puerta y sin manos para poder abrirla y darle paso.

Había hecho el ridículo. Desde que se sentó a cenar con ellos la noche anterior y decidió abrir la boca hasta que la chica salió por la puerta dejándole allí encadenado y con el bóxer a punto de explotar. Se mordía el labio nervioso, intentando estirar la tela de su ropa interior para provocar la caída de la llave al suelo, pero era incapaz de alejarla de la piel de su espalda apenas unos centímetros que de nada servían.

Se levantó, analizando el cuarto con la mirada en busca de algo que le ayudase a soltarse, pero no había nada. Respiraba como le permitía la angustia, vergüenza y excitación, y sólo se le ocurrió una idea que no terminaba de parecerle aceptable. Buscó por su cuarto el teléfono móvil, el cual no recordaba haber dejado caer en la entrada al ver a Yaiza aparecer. Le vino el recuerdo a la cabeza tras varios minutos intentando abrir cosas de espaldas, y fue corriendo a la puerta para ver el móvil allí tirado. Inquieto, se dejó caer en el suelo intentando cogerlo de espaldas. Una vez lo logró, agradeció tener un iPhone con sistema de bloqueo para inútiles que le permitió dejarlo libre a la primera. Era incapaz de verlo a su espalda, por lo que lo dejó en el suelo e intentó llegar a la agenda telefónica girándose poco a poco para pulsarlo, buscando la forma de llamar a la única persona a la que se atrevía a llamar. A los pocos minutos de conseguirlo, mientras él se mantenía allí tirado intentando coger aire, la puerta sonó a un metro de él. La miró y frunció el ceño, y quiso llorar al no poder abrirla, pues el manillar quedaba demasiado alto respecto a donde sus manos podían llegar.

- ¡N-no puedo abrir!-explicó.

- ¡¿Y qué coño quieres que haga entonces?!-Kimi claramente reía al otro lado. Sebastian negó.

- N-no lo sé.-sollozó. Y empezó de nuevo a pensar.- E-espera.-Se levantó como pudo y comprobó que pese a que no llegaba la manillar, si conseguía alcanzar el interruptor de la habitación que se activaba con la tarjeta de la puerta. La sacó de allí y volvió a dejarse caer en el suelo, pasando la tarjeta por debajo hacia el rellano.- T-toma la tarjeta.-Kimi la cogió del suelo y abrió con ella, pero apenas movió unos centímetros la puerta sin dar de lleno a Sebastian, que estaba sentado al lado. Le oyó gritar y se rió, empujándola un poco más y arrastrándole con ella hacia la pared. Entró al cuarto y miró desde la altura a su amigo. Estaba sentado pegado a la pared, respirando con angustia llevando sólo su bóxer. Le miraba con lamento y vergüenza, y Kimi se tuvo que dar la vuelta para reír a gusto.- Eres un hijo de puta...-negaba y le maldecía con los ojos cerrados. Kimi estuvo un rato riendo, apoyado sobre la pared de en frente.

- Mira –hablaba entre risas y Sebastian se enervaba aún más.- en mi vida he admirado tanto a Yai como lo hago ahora mismo.-volvió a reírse y a darse la vuelta para darle la espalda. Sebastian negaba sin dejar de mirarle.- Ay.-le dolía la tripa de reír.- Es que mírate.

- Te he llamado para que me ayudes, no para que te descojones de mí.-Kimi volvió a reír.

- Es que es imposible no hacerlo.-Sebastian volvió a negar y se puso de nuevo en pie, queriendo ir al dormitorio para ignorarle. Kimi se giró para pedirle perdón, pero le vio con las manos atadas a su espalda y no pudo evitar reírse otra vez. Sebastian se giró enrabietado.

- Como te vuelvas a reír te echo a patadas.

- Tendrá que ser a patadas porque dudo que puedas usar los brazos.-el finlandés volvió a reír y Sebastian resopló mientras se iba hacia la cama a dejarse caer sobre ella. Se sentó justo donde Yaiza le dejó.- Pero cómo te has dejado hacer esto, joder.-reía.