C28 - Con los ojos muy abiertos

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El asiento del avión no era lo suficientemente cómodo para él. No sabía si eran sus recuerdos o la resaca, pero sentía la necesidad continua de moverse sobre aquella butaca. Quedaban diez minutos para el despegue, y él había sido el primero en subir al avión que llevaba de vuelta a casa. No viajaba solo, pero su compañía llegaba más tarde, como consecuencia de su propia decisión al ignorarle cuando este le llamaba.

A los cinco minutos, el otro chico se sentaba a su lado, pese a que el resto de butacas de primera clase permanecían vacías. Ni siquiera le saludó o le pidió explicaciones por escaparse por la mañana, y se puso unos cascos mientras se abrochaba también el cinturón para la hora del despegue. Sebastian miraba a Kimi como si esperase que su amigo se preocupase por él, pero decidió imitarle en lo de la seguridad y asumió que si no hablaba sería por su bien.

Por su cuerpo aún corría la rabia y la furia que le había provocado la visión adquirida en el hotel, y por eso no pudo controlar la fuerza de sus manos al tirar de la cuerda del cinturón, que se apretó demasiado sobre su cintura. El deshacer la presión de la cuerda sobre su cuerpo sería reconocer un error que no había sido consciente de cometer, por lo que decidió dejarla como estaba, sin importarle que esta le dejase una marca en la cadera. Miró por la ventana y comprobó que el avión empezaba a moverse, y se agarró a uno de los reposabrazos del asiento para vivir el despegue. No le gustaba esa parte, y pese a que había viajado millones de veces en avión, el abandonar la tierra le provocaba un estado de nervios que era imposible de evitar.

- No nos vamos a estrellar aunque quieras.-Kimi ojeaba la revista que ofrecía la lista de alimentos y bebidas de la que disponía ese avión. Sebastian le miró mientras el avión temblaba al elevarse en el aire. Una vez estaban rumbo hacia las alturas, Sebastian soltó el reposabrazos sin dejar de mirar a su amigo.- ¿Ves?

- Aún hay tiempo.-no perdió las esperanzas.- De aquí a Alemania me da tiempo a abrir la puerta de emergencia y tirarme por ella.

- Abre la de la clase turista, que si no entra corriente.-pasaba las hojas de la revista y Sebastian negaba con la cabeza al ver que su amigo no tenía solución. Volvió a mirar por la ventana y vio al avión atravesar las nubes y dejar China bajo su visión. Nunca pensó que se alegraría tanto de perder de vista un lugar y lo que de él recordaba.- Bueno.-cerró la revista de un golpe y la dejó sobre sus piernas. Miró a Sebastian, que volvía a observarle- Me cuentas qué ha pasado ahora o—

- No me apetece.-sabía que tarde o temprano tendría que decírselo, pero lo tenía demasiado reciente.

- A mí no me va a apetecer luego, y creo que no puedes arriesgarte.-Sebastian resopló mientras volvía la mirada hacia su amigo después de haberla dirigido de nuevo a la ventana desde donde se veían las nubes blancas. Fue a hablar, pero las palabras no terminaron de salir de su boca. Decidió mirar a Kimi esperando que este le entendiese sin necesidad de palabras, pero conocía a su amigo, y le conocía demasiado. Sebastian frunció el ceño mientras descifraba el rostro de Kimi, que parecía haber captado el mensaje que el alemán le mandaba sin palabras, y atando cabos, el finlandés se dio cuenta del grave error que había cometido al mirarle.

- Lo sabes.-Kimi alzó una ceja y giró la cara un poco, pero no dejó de mirar a Sebastian.

- ¿Sí? Pues no sé que lo sé, entonces.-ironizaba pero Sebastian no quería bromas, no ahora.

- Sabes lo de Yai y Lewis.-el finlandés tragó saliva mientras intentaba fingir que se sorprendía por la información. Sin embargo, y para disgusto suyo, esta vez era incapaz de hacerlo y Sebastian apretaba sus labios para no gritarle una barbaridad al que consideraba su amigo. Kimi quería ser el siguiente en hablar pero el alemán parecía no querer escuchar nada, pues se quitaba el cinturón con la misma violencia con la que se lo había puesto.

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