C174 - Enésima reunión

56 3 0
                                    

Le parecía mucho más apetecible desde fuera el encerrarse en su dormitorio de lo que terminó siendo su sensación al encontrarse entre sus cuatro paredes. Se dejó caer en la cama, llorando desconsolada y asumiendo que era la persona más estúpida del mundo si pensaba convencerse de que no quería estar con él. El ver a Sebastian renunciando a ella de esa forma le provocó tal dolor que no se veía en condiciones de poder reprochar nada.

Era como si ella tuviese la culpa de todo aquello, pese al haberse dicho muchas veces que no era más que la mitad de aquella bola de fuego.

Hacía tiempo que no acudía a las voces de su conciencia, pidiéndolas aquella noche de domingo que por favor alguien la diese consejo. Pero aquel día ni su angelito ni su demonio parecían ponerse de acuerdo. Ambos compartían asiento, se apoyaban mutuamente, y se intentaban autoconvencer como su dueña de que lo que debía ser era exactamente lo que pasaba.

Y ni ellos mismos se lo creían.

La puerta de su cuarto sonó tantas veces como su móvil aquella noche, provocando que cuanto más solicitada se sentía, más llanto corría por sus mejillas. Necesitaba ayuda, pero nadie podía dársela más que la persona que se había negado a querer saciarla. Y todo por el mismo sentir. El de hacer las cosas bien.

Se despertó demasiado pronto, con las mejillas humedecidas pero con un sol bastante radiante traspasando las cortinas del dormitorio. No recordaba haber pegado ojo, y más teniendo el rostro tan aguado y la presión de su pecho aún intacta. Se acomodó sobre el borde del colchón dejando que la cruda realidad la golpease en forma de mareos y dolores de cabeza. No podía seguir allí, sin saber por qué ese rincón al que quería huir la noche anterior ahora sólo suponía un quebradero de cabeza al no haberle proporcionado descanso.

No había deshecho mucho su maleta, aprovechándose de lo poco que tenía tirado por allí para alzarse y guardarlo. Apenas le llevó tiempo el tener su equipaje preparado, mirando con cierta duda otras tantas maletas que siempre la acompañaban pero a las que apenas acudía. Habían recorrido medio mundo, y ni siquiera se habían abierto. Las dejó colocadas donde siempre para que las recogiesen, y tirando de su equipaje de mano, salió por la puerta para quedarse prendada de la suya de en frente.

Cuando terminó de escuchar a Sebastian, el chico no optó por encerrarse tras ninguna de aquellas habitaciones. Desconocía el sitio al cual habría acudido, sin ser eso motivo suficiente para hacerla pensar que su puerta no era la que tenía justo de cara. Daba por hecho que estaba allí, sintiendo por ello de nuevo esa presión en el pecho que subía a su rostro en forma de llanto. Estaba verdaderamente cansada de llorar, no sólo ese día, sino todo ese año. Pero ya que lo tenía que hacer, no quería hacerlo sola.

Kimi no se sorprendió en absoluto de verla tras su puerta. La noche anterior la había pasado descansando después de varios intentos por ponerse en contacto con la chica que ahora le solicitaba. Él también había preferido ignorar sus compromisos sociales aquel fin de semana, necesitaba pensar tanto como ella. Y al igual que le había terminado pasando a Yaiza, él la necesitaba a ella para aclarar sus ideas.

Se lanzó a él, dejando caer su maleta a un lado, abrazándole y llorando en su pecho sin que Kimi quisiese o pudiese pararlo. La acogió con fuerza, escondiendo su rostro entre su cuello para que ambos se sintiesen más acompañados. No podían mentirse más tiempo.

- L-le quiero, Kimi.-fue tan directa como su cuerpo le permitió. No se veía en condiciones de mantener una conversación con más palabrería mientras siguiese llorando, y él no se lo iba a recriminar. Sabía a qué subía y sabía por qué se había escondido del mundo aquellos días.- N-no me quiero s-separar de él, n-no quiero. Me da igual todo.-Kimi se abrazaba más a ella a medida que la chica intentaba hablar. La animaba a no perder fuerzas. Se separó de ella lo justo para meter su equipaje al interior, cerrando tras ello como pudo la puerta del dormitorio mientras la recuperaba a su lado. Ella insistía en sincerarse.- N-no me importa lo que haya hecho, Kimi, no me importa. E-esto es horrible.-sollozaba.- Y él n-no quiere verme.

MAPSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora