C128 - Mentes pensantes

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Iba con una sonrisa por la terminal del aeropuerto que no se le borraba ni siquiera al bostezar. En él era algo normal, pero Sandra le miraba intrigada en cómo su amigo podía estar tan lleno de energía.

- ¿Te enganchas la sonrisa con clips o algo?-Dani rió.

- Estamos en Mallorca, mujer.

- Me hacía más ilusión Australia...-consiguió con su actitud que el chico borrase su sonrisa debido a la decepción.

- Pues nada, la próxima vez te quedas allí.

- Anda, tonto.-se agarró a su brazo.- Es que estoy agotada, y tú tan animado...

- Encima que he conseguido un vuelo con una escala corta, no hemos perdido el día...

- Bueno, danos tiempo.-miró el reloj del móvil para descubrir que habían pasado dos horas desde la última vez que lo miró en la misma zona de la terminal.- ¿Cuándo dices que venía aquí el amigo?

- Hace hora y media debería haber aterrizado.-andaban hacia los asientos frente a la panel de llegadas.- Ni siquiera ha aterrizado...

- Pone que viene con retraso. Al final el día lo perdemos.

- No seas egoísta, no creo que a Hülk le haga gracia estar volando por ahí sin hora de aterrizaje.

- Conociéndole, seguro que—

- No empieces, Sandra.-la chica se soltó finamente del brazo de su amigo con enfado. No volvieron a dirigirse la palabra hasta que el chico al que esperaban se posó frente a ellos con sus maletas.

- ¿Hola?-ambos alzaron la mirada y se levantaron sobresaltados.

- ¡Hülk!-Sandra le alteró, haciéndole retroceder los pasos.- ¡Llegaste!

- Sí, es obvio.-respondió al abrazo de la chica y luego al de su amigo.

- ¿Dónde te metías?-se interesó Dani.

- Buena pregunta, habla con el piloto.

- Eso hago.-rió a la vez que daba codazos a su amigo, que pillaba el doble sentido de la frase y devolvía los codazos ante la mirada agotada de Sandra.

- Bueno, seres adultos con los que pienso compartir vacaciones, nos ponemos en marcha o qué.

- Sí, sí, que estoy muerto.-Nico se estiraba la espalda.

- No me jodáis los dos con el cansancio, yo quiero fiesta esta misma noche.

- Dani, a dormir, tira.

Esa sonrisa que le había acompañado desde su llegada a Mallorca se esfumó durante lo que quedaba de día. Bajó a cenar solo al buffet del hotel tras intentar durante largos minutos que Nico o Sandra abriesen sus respectivas puertas para acompañarles. Tampoco consiguió que diesen señale de vida después de la cena, por lo que no le quedó más remedio que irse a su cuarto a imitarles.

A la mañana siguiente fue mucho más insistente en cuanto al aporrear sus puertas, por lo que se alegró al ver que los dos aparecían al otro lado aceptando el ir a desayunar en compañía. Tras dejar el buffet sin existencias a su parecer, decidieron ir a la piscina para hacer tiempo antes de comer. Las intenciones de Sandra por dedicar su tiempo en el agua para nadar se vieron frustradas por los constantes interrupciones de los chicos, que haciendo honor a su relación no dejaron su actitud infantil durante la estancia en la piscina.

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