C97 - Asumir

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El hotel le parecía ya tan aburrido que ni siquiera perdió mucho tiempo en él desde que el taxista la llamó para llevarla al aeropuerto. Cogió su maleta de mano y la puso ella misma en el maletero antes de entrar a la parte trasera del coche, y en apenas unos minutos estaba deshaciendo lo anteriormente llevado a cabo para entrar a la terminal y dirigirse al control de seguridad. En menos tiempo del previsto se encontraba esperando en la puerta de embarque, y aunque se había propuesto no molestarles mucho, decidió escribir a Yaiza para saber cómo le iba.

Muy a su pesar, entró al avión y tuvo que apagar el teléfono antes de que Yaiza pudiese siquiera llegar a leerla, por lo que decidió no insistir mucho y descasar hasta su llegada. No durmió, aunque tampoco era lo que buscaba, y decidió darle vueltas a las cosas que había estado haciendo esos días con tal de no pensar en lo que tendría que hacer en los siguientes. Aún no entendía cómo podía haberse ido de compras por voluntad propia, y miraba al compartimento superior de su asiento observando la maleta a punto de estallar con un sinfín de ropa nueva y sin una excusa que darle a su amiga cuando la gritase por no haberse esperado a ir con ella. Sólo imaginarla le hizo gracia, y en esos segundos disfrutó de no pensar en lo que se le venía encima.

El aviso del personal del avión sobre el aterrizaje la hizo regresar a la cruda realidad, y tras quitarse el cinturón y coger su maleta no pudo más que respirar profundamente. En la terminal le esperaba Chloe, que resultó ser más joven de lo esperado, y esta misma se encargó de conducirla en un coche de empresa hacia el hotel en Goodwood, que también resultó ser más moderno en cuanto a sus expectativas. En cuanto le dieron la llave de su habitación y Chloe la citó a final de la tarde en el hall para preparar el fin de semana, se metió en su habitación y ni reparó en deshacer la maleta. Fue al baño y se alivió al ver la gran bañera que tenía, y decidió llenarla de agua caliente y pastillas de jabón que encontró por los pequeños armarios. Se metió y, asumiendo que relajarse no iba a conseguirlo, cogió el teléfono.

- Ey.-se alegró de que Dani contestase, aunque su saludo no se lo demostró.

- Hombre, la curranta ¿Dónde andas?

- Metida en una bañera llena de jabón.-le oyó reír.

- Bueno, tampoco me lo detalles.

- Pues no preguntes.-seguía riendo, y ella apenas se inmutaba.

- ¿Todo bien?

- Sí, bueno, ya me han comentado que no tendré que hacer mucho...

- Eso está bien entonces, sí. ¿Has visto a—

- No.-rió de nuevo el chico.

- ¿Cuándo lo harás?

- Con suerte sólo el domingo, pero yo y la suerte no nos llevamos bien así que lo raro es que no salga de debajo del agua para fastidiarme el momento.

- Hombre si saliese de debajo del agua seria porque—

- Dani.-le interrumpió a la vez que se arrepentía por su propia idea.- ¿Tú qué tal?

- De relax.

- No te imaginaba trabajando, tampoco.-Dani sólo reía.- ¿Has hablado con Hülk?

- Sí, ese sí trabaja.-Sandra ahora fue la que rió sólo por imaginarse la cara de su amigo refunfuñando por tener que ir a la fábrica de Force India.- Supongo que ya no, pero vamos, que de vacaciones no ha estado. Él llega a Silvestone el lunes, me ha dicho.

- Ah, guay.

- Yo el martes a la tarde.

- ¿Tan tarde? ¿Por?

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