Ningún rayo de luz les acompañaba, pero no necesitaban ningún tipo de luminosidad para encontrarse. Ella seguía enganchada a su mirada, y pese a que él había a comenzado a recorrer los laterales de su cuerpo con las manos, no podía dejar de mirarle. Sebastian por su parte se tomaba todo con calma, para poder disfrutar de la ruta de sus dedos ahora por sus brazos, que se estremecían al sentir su tacto en línea recta.
El placer que les provocaba a ambos el sentir la piel del otro provocaba reacciones diferentes en cada uno. Ella no paraba de mirarle a unos ojos que pese a la oscuridad seguían brillando como luceros. Él, atraído por la excitación de su piel, bajó la mirada hacia el propio recorrido de sus manos ahora desde sus hombros hasta sus muñecas. Usó todos sus dedos menos los pulgares para recorrer el lateral exterior de las manos de la chica, que separaba cada dedo al máximo por la extraña sensación. El escalofrío que sintió cuando sus manos culminaron en el fin de sus meñiques provocó que Yaiza llevase las suyas hacia el rostro de Sebastian para acercarle a ella y poder besarle.
Las manos de Sebastian quedaron en el limbo durante unos segundos, pero al instante volvieron a la cintura de Yaiza para pegarla hacia su cuerpo y disfrutar de ese beso con mayor intensidad. Era un beso diferente, y aunque ya reconocían el tacto de sus labios a la perfección, fue como si nunca se hubiesen probado. Yaiza recorrió con sus uñas el cuello de Sebastian desde su nuca hacia la llegada a sus clavículas, y regresó las manos al inicio del camino cuando el beso empezaba a convertirse en una necesidad. Ese desconocimiento que sintieron el uno del otro en un comienzo se transformaba en un ansia similar al del hombre que anhela su mayor droga. Ella necesitaba aferrarse a algo, y volvió a bajar las manos hacia su pecho y agarró su camisa. Ahora eran las manos del chico las que llegaban al cuello de ella, y si bien una se mantuvo anclada en el mismo durante largos segundos, la otra volvió a recorrer el lateral de su cuerpo por el exterior del brazo hasta volver a perderla en su cintura.
Sebastian sentía que Yaiza tiraba tanto de él que pensaba que quería desplazarse. Dio unos pasos hacia el frente, provocando que ella retrocediese sobre su posición, y la apoyó sobre la pared junto a la puerta a su dormitorio. La poca luz que entraba por las ventanas de ese pasillo se quitaba de su camino al evadirse de la posición de los cristales. Sólo presenciaban su silueta, y la oscuridad que les rodeaba sólo les pareció placentera una vez frenaron el beso para encontrarse con la mirada una vez más. Sebastian igualó sus manos en su rostro, y pasó sus dedos por el pelo de la chica para colocarlo tras sus orejas y observar cómo sus pendientes amarillos parecían tener luz propia al brillar sobre sus lóbulos. Ahora fue él el que la atrajo para volver a sentir sus labios, siendo ella la que le agarraba de la cintura para pegarse más a su cuerpo. Sin embargo, el tener sus dedos tan alejados de su rostro la hacía sentir que su ansiada droga se alejaba, y con las palmas de las manos, recorrió en línea recta su cuerpo hasta llegar de nuevo a su cuello y continuar el camino hacia su pelo, del cual tiró con suavidad mientras frenaba el beso unos segundos para respirar.
Quiso recuperar sus labios al instante, pues la necesidad que la dominaba por volver a sentirlos era mayor que la de recuperar oxígeno, pero él había depositado sus besos en el comienzo de su cuello. La sensación le provocó un placer igual de apetecible y empujó al chico hacia ella ayudándose de sus manos sobre su nuca. Sebastian volvía a apoyarse con las manos sobre su cadera, e intentaba desprenderse de la tensión que le provocaba el momento arañando la tela de su vestido. Sus besos habían seguido hacia el final de su cuello, y aunque la piel de la chica ardía bajo sus labios, echaba de menos la temperatura de su boca. Volvió a ella en breve, pero más corto fue aún el tiempo que pasó en sus labios. Volvieron a separarse, y se observaron otra vez comprobando que sus ojos se habían acostumbrado a la ausencia de luz, viéndose de forma nítida.
La separó de la pared tirando de ella por su cintura, y pegado a ella con su frente, no dejó de mirarla mientras la llevaba otra vez de espaldas hacia la puerta de su cuarto. Con su mano libre, giró el pomo y abrió para darle camino mientras él la indicaba la ruta con sus pasos hacia el frente. La luminosidad del dormitorio era similar a la del pasillo, pero los grandes ventanales de la habitación dejaban paso a la luz nocturna que desprendía la luna. Sebastian cerró la puerta sin reparar mucho en si lo hacía bien o mal, y cuando oyó que esta encajaba en su marco devolvió su mano al rostro de la chica para volver a besarla. Esta vez fue un beso rápido, y después del primero llegó el segundo, y así sucesivamente. Cada vez que se retiraba de sus labios, Yaiza se ahogaba un poco más al sentir que él la torturaba negándola algo que en esos instantes sentía como vital. En cada pausa llevaba su mirada a su boca, echándola de menos, y la agonía de ver cómo se alejaba cada rato de ella la provocó cerrar los ojos para no sufrirlo.
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MAPS
FanficTemporada 2014. Necesitaba darle un giro a su vida, y para ello se enfundó en su mejor vestido e ideó el mejor plan posible... un plan que se le iría de las manos y que acabaría llevándola a ella y a su amiga al lugar más deseado de la manera más in...