C94 - Tarta de queso

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Se despertó tan sofocada que dio por hecho que había tenido una pesadilla. Por suerte o desgracia para ella, lo único que recordaba es que había mucha ropa en su personaje, y eso era un pensamiento que no le aclaraba nada.

Levantó la cabeza de la almohada y miró a los lados, y estaba completamente sola en la cama. Llevaba su ropa de calle, y sólo en ese momento se dio cuenta de que las costuras del vaquero la hacían demasiado daño. Se levantó para liberar un poco su piel de la tela apretada, y se estiró mientras miraba por todos lados esperando encontrar a Sebastian bajo una silla o capa invisible. Pero el chico, como era de esperar, no estaba por ningún lado de ese dormitorio. Se asomó por la puerta al pasillo, y no oyó ningún ruido que le pudiese indicar que Sebastian estaba en la planta de abajo, por lo que se decidió a quedarse en el dormitorio y prepararse para el día. Puso su maleta sobre la cama, y buscó en ella algo que ponerse. No hacía frío, pero tampoco un calor que la animase a llevar pantalones cortos. Buscó unos vaqueros claros y decidió darle el toque veraniego a su look con una camisa de tirantes blanca de estilo ibicenco. Terminó de coger las cosas que necesitaba, entre ellas su neceser, y se metió al baño. Era la primera vez que lo veía pese haber recorrido ya toda la casa, y no pudo evitar perder el tiempo cotilleando lo que por allí había.

Aburrida de no encontrar nada, se metió bajo la ducha y pasó allí cerca de diez minutos disfrutando del agua caliente. Cuando salió no perdió mucho tiempo en vestirse, y se lamentó por no tener un secador a mano.

- ¿Yai?-la chica dio un pequeño brinco al oír la voz de Sebastian al otro lado de la puerta. Fue a abrir.

- Hola...-la voz lastimera de la chica provocó una pequeña risa en él.

- ¿Qué te pasa ya?

- No tengo secador.-Sebastian hizo una mueca.- Tú no tendrás ¿No?-se secaba frente al espejo con la toalla, y ni siquiera había reparado en mirarle todavía. Él rió.

- Pues como comprenderás, no.-le miró para reírle el comentario, pero su rostro no terminó de mostrar esa alegría al verle con el pelo peinado.

- ¡Eh!-le señaló con rabia y él se excusó encogiéndose de hombros.

- Te dije que no duraría mucho.-la chica negó y se volvió a centrar en la imagen del espejo y siguió secando su pelo como podía.- ¿Qué quieres hacer hoy?

- Lo que quieras.-su rabia ahora se centraba en la mata de pelo que apenas perdía humedad. Bajó la toalla resoplando y descansó en bajo los brazos, que ya le dolían. Sebastian se acercó a ella.

- Trae.-le cogió la toalla y empezó a secarle el pelo.- Por aquí tampoco hay mucho que ver, había pensado que si querías ver Alemania en plan turismo podemos esperar a la semana que viene, o sea, tras Silverstone.

- ¿Sí?-le gustaba tanto que el chico le secase el pelo en ese momento que apenas razonaba. Él estaba completamente concentrado en su melena, y ella le miraba por el espejo- Vale...

- Podemos ver esta zona, si quieres.

- Ahá...

- Hay un centro comercial en el centro, si quieres vamos y compras, o lo que sea.

- ¿Lo que sea?

- Te gusta ir de compras ¿No?-ella asintió.- Pues allí hay tiendas, no sé si de las que te gustan, pero tiendas hay.-rió.

- Eres mala persona...-Sebastian la miró por el cristal frunciendo el ceño.- No lleves nunca a una chica que ame las compras a un centro comercial o la arruinarás.-él negó.

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