El diario

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   Imagen de Google.

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Tenía que llegar. Le tenía que dar tiempo.

  Ginny corría como una loca, remangándose el vestido e intentando no matarse con los tacones. Si no llegaba a tiempo de convencer a Hermione... No quería ni pensarlo.
Esquivó a dos camareros y estuvo a punto de chocar con el chico que traía la tarta.
  —Perdón. Disculpe. Paso —soltó mientras continuaba su carrera.
  Trató de esquivar al decorador de las flores pero no fue posible. Chocaron y la varita del hombre cayó al suelo. El diario también.
  —Lo siento, pero no llego —recogió el preciado diario y se marchó corriendo mientras el refinado florista se estiraba la túnica con cara de consternado—. Vamos, Ginny, tú puedes —se animaba a sí misma mientras corría escaleras arriba.
  Llegó a la habitación, se tomó unos segundos para recuperar el aliento y, sin llamar siquiera, entró.
  —¡Por Merlín, Ginny! ¡Qué susto! —Hermione se llevó la mano al corazón que estaba a punto salirse por su boca.
  —Hermione, no hay tiempo... —jadeó recuperando el aliento.
  —¿No hay tiempo? ¿Para qué? —la novia levantó una ceja suspicazmente.
  —Toma —Ginny le tendió el diario.
  —¿Qué...? —intentó preguntar Hermione, pero la pequeña de los Weasley le cortó.
  —Léelo. Por favor. La última página.
  Ante la angustiada cara de su mejor amiga Hermione no tuvo más opción, abrió el diario, pasó las hojas y, cuando llegó a lo último escrito, comenzó a leer.

Hola, no sé ni por qué escribo esto. Bueno, sí lo sé. Escribo en este viejo diario porque la única persona a la que puedo contarle mis problemas es a ti. Y tú me odias. Hacía mucho tiempo que no escribía en él.
Siento mucho haberte hecho llorar, pero era necesario. Nunca pasó nada con Pansy, fue un montaje. Siempre te he querido a ti y solo a ti. Pero no podía arrastrarte a la espiral de desgracias que me consumen. Mereces ser feliz y Weasley es quien mejor lo va a hacer, o eso espero.
Cada día pienso en que el viejo Draco, egoísta, no te habría dejado escapar. Habría hecho cualquier cosa por tenerte a su lado ya que así era feliz. Pero luego me doy cuenta de que gracias a ti cambié y dejé de preocuparme solo por mí. Y ahora soy muy desgraciado. Qué ironía... Igualmente espero que tú seas feliz. Y con eso me basta.
He sufrido dolores de muchos tipos, desde puñetazos por hacer ejecutar a un hipogrifo hasta maldiciones, caídas en escoba y crucios, pero dejarte ha sido el mayor dolor al que me haya enfrentado. Espero que sirva para algo.
Bueno, creo que ya tengo menos ganas de morirme que cuando empecé a escribir. Adiós Hermione.
Siempre tuyo. D.

  Las manos de Hermione temblaban, una lágrima se deslizó por su cara y cayó sobre la tapa del diario y entonces se dio cuenta de que, en letras plateadas y casi borradas, ponía 'Draco Malfoy'. Era el viejo diario.
  —Hermione, no puedes casarte con Ron, Draco te quiere y tú a él también.
  Hermione levantó la cabeza y, con una mirada determinante, aunque bañada por las lágrimas, miró a su amiga.
  —Te haré dos preguntas y quiero que seas sincera —Ginny asintió—. ¿De dónde lo sacaste?
  —Pues resulta que cuando venía hacia aquí me he encontrado con Luna y Theo y cuándo les he preguntado qué tal, él me ha dicho que estaba preocupado porque últimamente Malfoy estaba muy deprimido y que se pasaba el día solo y que incluso había escrito en un diario. Entonces me he acordado de que tú me contaste que cuando vivía contigo siempre tenía en la mesilla un viejo diario que nunca usaba pero que no quería tirar. Entonces he obligado a que Theo me dijese donde vive ahora y he ido a su casa. Después de prácticamente tener que pegarle para que me dejase entrar y hablar con él he tenido que petrificarlo para coger el diario que estaba en el suelo, junto a montones de botellas de whisky de fuego. Y cuando lo he leído he venido corriendo. Incluso he dejado a Malfoy allí tirado —Hermione observaba atentamente y no había hecho más que una leve mueca ente la confesión de haber petrificado a Draco—. Lo siento pero es que es muy cabezota y no quería dejarme entrar —se justificó Ginny ante la cara de su amiga. Hermione parpadeaba mientras su cabeza pensaba a toda velocidad—. ¿No me has dicho que me harías dos preguntas? —preguntó la pelirroja con extrañeza.
  —¿Dónde vive?

  Hermione se apareció en el porche de la casa del chico. Vio que la puerta estaba abierta y, sin pensarlo, entró.
Draco estaba en el suelo, petrificado.
Con un rápido movimiento de varita despetrificó al chico y entró, ignorándolo, al salón. Observó las botellas de whisky con desaprobación, tal y como le había indicado Ginny.
  —Hermione, ¿qué haces aquí? Deberías estar casándote. Espero que Weasley no te haya dicho nada estúpido —Draco tenía un aspecto deplorable. Estaba despeinado y ojeroso y se notaba que llevaba varios días sin ducharse, afeitarse y, probablemente, sin comer. Además, aunque trataba de ponerse serio, sus ojos estaban llenos de confusión y tristeza.
  Hermione dejó caer el diario en la mesa abarrotada de papeles.
  —Oh, es eso, has leído mi diario... Pues que sepas que nada de lo que pone ahí es verdad y que... —Hermione no dejó que el rubio continuase, estaba harta de su estúpida sobreprotección, se acercó a él rápidamente y lo besó.

  Draco al principio intentó resistirse pero a los segundos se rindió y puso tanta pasión en el beso como ella. A su memoria volvieron los recuerdos de tantos y tantos besos que se habían dado y se materializó físicamente lo muchísimo que había echado mucho de menos tenerla cerca. Las manos de Hermione se aferraban a su cabeza y exploraban su pelo en un beso de necesidad, que demostraba la añoranza del uno por el otro. Él trató de posicionar las manos alrededor del cuerpo de la chica pero no le dio tiempo, Hermione se separó y le miró a los ojos con una enorme sonrisa.
  —Draco Malfoy, eres un maldito grano en el culo —se puso algo más seria y le miró acusadoramente y comenzó a darle golpes en el pecho con el dedo mientras hablaba—. Me atormentas durante años, consigues que te perdone, te portas conmigo maravillosamente bien, haces que me enamore de ti y después finjes engañarme con Parkinson para no hacerme daño. Eres odioso. Y da gracias a que Ginny te haya petrificado y me haya traído ese estúpido diario porque si no me habría casado con un hombre al que no amo y ambos, óyeme bien, ¡ambos!, habríamos sufrido mucho —el chico la miraba con algo de miedo y trató de hablar pero Hermione se lo impidió—. ¡No! No te atrevas a decir nada, Malfoy. Porque por tu culpa hoy casi me convierto en Weasley. ¡Y yo no quiero ser una Weasley! Yo quiero ser una Malfoy —Draco abrió los ojos desmesuradamente y trató de volver a hablar pero, nuevamente, Hermione se lo impidió—. ¡Qué te calles! No tienes permiso para hablar, solo te he despetrificado para poder besarte. Eres la persona más idiota que he conocido. Protegerme alejándote de mí, por favor... Que sepas que eso se merece otro puñetazo —Hermione dejó de hablar, le miró de arriba abajo y le colocó un mechón de pelo rubio sucio que caía por su frente—. Y además, ¿qué pintas son estas? —Draco miraba incrédulo a esa mujer que le estaba echando la bronca del siglo y que no le dejaba hablar. Así que optó por levantar la mano como si estuviese en clase—. ¿Qué haces? —preguntó la chica, que le estaba colocando la camisa.
  —Levanto la mano.
  —Eso ya lo veo. ¿Por qué?
  —Para pedir el turno de palabra —Hermione, ante semejante contestación, se echó a reír y le hizo un gesto para que hablase. Draco suspiró—. He extrañado tu risa —Hermione iba a decir algo pero el rubio se lo impidió—. No, ahora es mi turno. Te he echado mucho de menos, tu risa, tu voz, a ti en general. Y ahora mismo odio que Weasley te haya llevado el diario, me odio por haberlo escrito y te odio por ser cabezona y venir hasta aquí. Pero también te quiero tanto que creo que solo puedo pensar en lo idiota que he sido —Hermione trató de hablar pero Draco le puso un dedo en la boca impidiéndoselo. Ella hizo una mueca—. Aun así sigo pensando que no deberías estar conmigo, soy malo para ti.
  —Draco, no eres malo. Y eres lo que yo quiero. Nadie puede decidir por mí lo que quiero o necesito porque no tengo un año. Y ahora mismo deseo estar contigo así que déjate de chorradas.

  Él la miró y vio en sus ojos más determinación de la que había visto nunca. Así que se rindió y, por primera vez, no lo sintió como algo malo.
  —¡A la mierda ser bueno! Prefiero ser egoísta y feliz— susurró mientras la abrazaba y le daba besos en la cabeza. De repente una sonrisa se formó en su rostro—. Así que Hermione Malfoy... —ella se echó hacia atrás y le miró suspicaz.
  —No me casaré contigo en ese estado.
  Draco rió. Hacía meses que no reía pero tenerla con él era suficiente. Y la besó. Pero esta vez no fue un beso de necesidad, fue un beso que significaba comienzo.

Dramione One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora