Reconciliación (parte 2)

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  Tras estar una hora sin hacer nada, totalmente impactada por haber roto con Draco, decidió bajar al Gran Comedor. Cenó sin ganas, alejada de sus compañeros porque no quería hablar con nadie. Él no fue a cenar y no pudo sacárselo de la cabeza en ningún momento.
  Cuando dieron las once de la noche, estaba tan desesperada por hablar con él y echaba tanto de menos poder abrazarle que todo el impacto por la ruptura vino de golpe y el llanto la azotó.
  Pero llegado a un punto su cabezonería por la discusión se esfumó y la determinación Gryffindor se abrió paso a través de las lágrimas y decidió que eso no se iba a quedar así. Se secó los ojos y salió de su habitación porque si no estaba con ella sabía dónde encontrarle. Subió hasta la Torre de Astronomía y le encontró apoyado en la pared, mirando al infinito con la mirada perdida.

  Hermione se acercó por detrás y sus brazos se enrollaron alrededor de sus hombros mientras descansaba la boca en su cuello, muy cerca de su oreja. Inhaló profundamente, envolviéndose de su olor a colonia y él contuvo la respiración al notarla.
  —Ven a la cama —pidió besando su cuello provocando que Draco se estremeciese.
  —No... —respondió muy poco convincente.
  —Por favor, ven a la cama, ven conmigo —suspiró.
  Tras unos cuantos minutos de convicción, él aceptó seguirla. Realmente se había acostumbrado a dormir con Draco y no sería capaz de conciliar el sueño si estaban enfadados. Y él... Pues él estaba muy cansado de la situación pero no podía negarse a nada porque estaba desesperadamente enamorado de ella.

  En cuanto entraron en la Torre de premios Anuales la chica le besó con urgencia.
  —No... —susurró Draco, pero se pegó impotente a ella inclinando la cara para profundizar el beso. Gimió suavemente en su boca, moviéndose después de unos segundos y colocando brazos alrededor del cuerpo de su novia mientras se besaban con fiereza.
  Solo había una cosa que a Hermione le gustase de las peleas: las reconciliaciones.

  La chica deslizó la mano hasta el borde de su camisa y sorteó la cintura de sus pantalones acariciando su cadera mientras descendía lentamente. El efecto fue inmediato y Draco, en mitad del beso, mordió su labio y se separó jadeando.
  —Nunca te pediría que eligieras entre nosotros —dijo en voz baja, con la boca húmeda y con el arrepentimiento pintado en sus ojos—. Nunca te haría daño de esa manera —tenía las manos en sus mejillas y parecía al borde del llanto.
  —Lo sé —dijo quitándole la corbata y desabrochando su camisa despacio mientras besaba su rostro y su pecho—. Sé que no lo harías, siento haberte hablado así —volvió a besarle despacio.
  —No debería haber dicho esas cosas de Potter —reconoció cabizbajo.
  —No, no deberías haberlo hecho —le quitó la camisa y Draco, como había hecho ella, metió las manos por los bajos de su jersey y acarició su cadera. Hermione jadeó al sentir el roce—. Y Harry admitió que no debería haber intentado golpearte —Draco se rió sin aliento.
  —No existen los milagros —ella sonrió y mientras se besaban bajó de nuevo las manos bajo los pantalones acariciándole por encima de los calzoncillos—. ¡Ah, Merlín! Vámonos arriba —jadeó sacando las manos de sus pantalones y besándola.

  Pasó los brazos por debajo de sus rodillas y sus hombros y la cogió en volandas. Subieron la escalera lentamente, sin dejar de besarse, y en cuanto entró en la habitación, cerró la puerta con el pie y la depositó en la cama.
  —Siento mucho haber discutido contigo —decretó besando el hueco de su clavícula, una zona que, como ya preveía por su experiencia con ella, provocó un sonoro jadeo—. Odio que peleemos —murmuró deshaciéndose de su jersey y dejando besos por toda su piel.
  —Yo también lo odio —suspiró Hermione.

  Draco se subió encima de ella y bajó repartiendo besos hasta su falda. No se la quitó, se limitó a levantarla y besar sus piernas.
  —Y siento muchísimo las heridas de la varita —ella cerró los ojos en un gemido.
  —Yo no quería que te dieses en la cabeza... ¡Ah! —intentó decir mientras se volvía loca por sus besos.
  —No me pasó nada —susurró volviendo a subir y besándola con ternura.
  —Pero podía haberte pasado, casi me muero de un susto —musitó con las manos a ambos lados de su cara derramando un par de lágrimas que él se encargó de secar.
  —No te preocupes —acarició su rostro sonriendo y comenzó a besar su cuello—, yo estoy bien si tú estás bien —besó su esternón y sus costillas—. Hay una cosa que me encanta —dejó un besó en torno a su ombligo y ella jadeó—, y es que, así como la calma precede a la tormenta —besó sus muslos y Hermione gimió muy fuerte—, a las peleas les sigue una reconciliación —y sin más dilación retiró su ropa interior y comenzó a besar y lamer su sexo haciendo que ella se retorciese.

Dramione One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora