Soledad

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  Soledad. Eso es lo que sentía cada segundo sin ella. Era un vacío enorme, de esos que te exprimen el oxígeno y desvían tu sangre, que frenan tu corazón y limitan tus sentidos. Era como sufrir el beso de un dementor, era estar muerto en vida.

  Y lo mejor de todo es que solo llevaba sin ella una semana. Pero había dado igual, había sufrido su ausencia desde el minuto uno.
  Dejó caer varias lágrimas, ni siquiera había podido expresar su tristeza. Solo se calló, aguantó y, una vez solo, se rompió.

  Solo. Esa era la palabra que últimamente le definía. Llevaba solo toda su vida y para una vez que había salido del pozo en el que estaba... Cayeron más lágrimas y se dio la vuelta.
  Desde que había llegado a casa una vez acabado Hogwarts se había dedicado a estar sentado en ese sofá, lamentándose y compadeciéndose.

  Sorbió por la nariz, en algún momento había pasado de soltar lágrimas a llorar mucho, mucho. Se levantó con dificultad, llevaba bebiendo mucho rato, y se tambaleó hasta coger el cuaderno de la mesa.
  Se abrazó a él y se recostó en el silloncito. Y observó su contenido. Dentro había dibujos hechos por ella, recortes de periódicos en los que salía, hojas que habían recogido juntos, alguna fotografía... Unas gruesas lágrimas se deslizaron por su nariz y cayeron sobre el cuaderno. Instantáneamente se puso de pie para limpiarlo, pero a causa del alcohol ingerido se tropezó y acabó al suelo.
  —¡Joder! —exclamó levantándose dolorido y cogiendo una nueva botella. La abrió y bebió a morro. Y entonces fue consciente del reducto solitario al que había quedado reducido y rompió a llorar con más fuerza aún. En mitad del dolor sintió rabia, así que estrelló la botella en la chimenea.
  Se quedó tirado en la alfombra llorando y cogió el vaso en el que había comenzado a beber. No se sentía con fuerzas para lanzarlo también así que lo rompió en su mano creándose un bonito corte. Y comenzó a sangrar.

  Odiaba la sangre desde siempre, verla le producía un malestar enorme. Mirarse la mano derecha y ver como se había rajado la palma y todo estaba rojo provocó el mayor mareo que recordaba. Bueno, tal vez las cantidades ingentes de vodka y whisky que se había tomado también tenían que ver. Intentó ponerse de pie pero trastabilló y cayó de espaldas golpeándose con el suelo.

  Allí estaba, caído en el suelo, con la ropa llena de sangre, alcohol y lágrimas, con el alma vacía. Y solo, completamente solo. O eso pensaba.

—————————————

  Hermione llevaba dando vueltas por su piso varias horas. Estaba en la mierda, literalmente. Nunca se había sentido tan mal como cuando rompió con Draco. Dejarle había sido un grandísimo dolor, pero, ¿qué iba a hacer si no? Habían discutido, como muchas veces les pasaba, pero ese día el problema era mayor. Draco era muy tozudo, muy cabezón y muy orgulloso.
  Harry y Ron fueron a buscarla y le pidieron ayuda y como él y sus amigos seguían sin llevarse bien, discutieron y les gritó que eran unos aprovechados, vagos e inútiles, que gracias a ella habían sobrevivido. Y ellos se cabrearon y le insultaron también. Y ella la cagó, porque se puso de parte de sus amigos en vez de de parte de Draco. Él se enfadó muchísimo y discutieron para finalmente dejarlo.

  Se sentó en una silla y se limpió las lágrimas, ahora lo veía más claro que nunca: se había pasado, amaba a Draco con todo su corazón y no le había defendido. Definitivamente era idiota.

  Se acostó y dio cuarenta vueltas en la cama pero fue incapaz de conciliar el sueño, tenía que arreglarlo, no le gustaba dormir sola, quería dormir con él, en su abrazo.
  Se vistió y salió decidida a su casa.
  Al llegar era muy tarde, así que no llamó, directamente entró con sus llaves y pasó silenciosamente en busca de su exnovio. Todo estaba a oscuras excepto el salón, se habría quedado dormido. Entró intentando no hacer ruido pero había una botella y resbaló, se tuvo que agarrar al respaldo del sofá.
  —Joder, Draco, otra vez has bebido —masculló molesta y entonces le vio—. ¡Oh Dios mío! ¡Draco! ¡DRACO! —chilló mientras se acercaba asustada al chico cubierto de sangre. Se arrodilló junto a él y vio que la sangre procedía de su mano—. ¡Cariño, si tú odias la sangre! —le curó con un rápido hechizo y fue corriendo a por una toalla para limpiarle. Le desabrochó la camisa, aquello parecía una matanza. Al volver del baño con el paño y comenzar a limpiar su sangre se percató de que estaba llorando como una magdalena. Pero es que él estaba perfecto, parecía estar bien, algo paliducho por la pérdida de sangre pero... Un torrente de lágrimas cayeron sobre su pecho y cara y se apresuró a secarle. Una vez limpio decidió encender el fuego, en esa casa hacía un frío de mil demonios. Se acercó a la chimenea y vio los cristales—. Draco, ¿qué has hecho? —preguntó al aire con tristeza mientras las llamas iluminaban todo.
  —Eso mismo me pregunto yo —contestó una débil voz.
  —¡Draco! —se abalanzó sobre él y le abrazó—. ¿Cómo estás? ¿Te encuentras bien? ¿Te duele?
  —¿Qué haces aquí? —fue todo lo que él dijo. Hermione notó como sus ojos se cristalizaban ante su fría pregunta y después no pudo ver, solo caía agua por su visión. Draco se incorporó e ignorando que tenía la camisa desabrochada y la herida recién curada de la mano, la abrazó. Daba igual lo que ella hiciese, nunca iba a aguantar su llanto.
  —Per... Perdon... Perdóname... To... Todo fue mi... Mi cul... Culpa —tartamudeó agarrada a su cuello con fuerza.
  —Suelta —dijo él tratando de quitarla—, suéltate —ella negaba con la cabeza.
  —No, por favor no. No puedo estar sin ti, no te vayas —pedía suplicante.
  —Hermione, suéltame —ella se separó y le miró. Tras unos parpadeos, que eliminaron sus lágrimas, vio sus ojos. Él también había llorado, y mucho.
  —Draco...
  —¿Me ayudas a ir al sofá? —preguntó con dificultad.
  —¿Estás borracho? —preguntó percatándose por primera vez de tono de voz que tenía.
  —Hermione, sofá.
  —Sí, sí, perdona —se quitó de encima y le ayudó a llegar al sofá.
  —Sí, estoy borracho. O al menos eso intentaba. Pero resulta que tengo demasiada resistencia al jodido alcohol —dejó caer la cabeza hacia atrás y Hermione se contuvo para no tumbarse junto a él y meter la cara en su pecho.
  —Lo siento —susurró.
  —Hazlo —dijo sin moverse.
  —¿Qué haga qué? —preguntó ella sin entender.
  —Si pudieses hacer cualquier cosa ahora mismo. Hazla —ella dudo y, finalmente se tumbó con él.
  —Lo sabía —dejó escapar sonriente mientras se recolocaba y la abrazaba con el brazo izquierdo.
  —No entiendo...
  —Estoy probando una cosa.
  —¿Puedo saber qué cosa? —preguntó de nuevo mientras respiraba intentando guardar ese momento, temerosa de que en cualquier instante él la echase de su casa.
  —Estoy probando si que te tumbes conmigo me trae las mismas sensaciones que siempre, o si por el contrario me has roto del todo —habló con tanta franqueza y dolor que Hermione no lo soportó, rompió a llorar con la cara pegada a su cuello—. Para de llorar, por favor, Hermione, detente —pero no paraba, así que él se incorporó y se sentaron ambos. Tras unos minutos de llanto descontrolado por fin se fue calmando. Y entonces él se levantó y Hermione creyó que se había ido del salón. Ese era el final. De nuevo sintió el dolor y el llanto cuando...—: prueba superada —susurró en su oído.

  Tres segundos. El primero para oír, el segundo para razonar y el tercero para entender. Tres segundos bastaron para que ella se levantase y rodease el sofá a velocidad de escándalo.
  —Draco... —comenzó a decir temerosa.
  —Sí, cariño, sí —y se pegó a ella para besarla. Ambos se perdieron en el beso, se habían echado tanto de menos que ni siquiera notaban nada físico, todo era emocional.
  —Lo siento —suspiró Hermione cuando se separaron.
  —Lo sé, yo también lo siento —la abrazó y besó su coronilla.
  —Es que...
  —Lo sé.
  —Pero...
  —Da igual.
  —Draco...
  —Te quiero —dijo finalmente para volver a besarla. Y entonces ella calló, ya no tenía que hablar, él perdonaba, ella recuperaba y su corazón dejaba de estar roto en pedazos. Un suspiro de satisfacción se escapó de su boca mientras se abrazaba a él como si no hubiera un mañana. Se acabó la soledad.

Dramione One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora