Día de oficina (parte 4)

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  Saber que en menos de una semana la prohibición iba a desaparecer hizo que Hermione se agobiase, pensaba que al final él iba a llevar razón y que en el momento en el que pudiese salir oficialmente con Draco, la tensión sexual que vivían en el ascensor, en reuniones o en sus encuentros en el baño iba a desaparecer. Que no iba a poner ninguna pega a lo sucedido la noche anterior pero es que hacer las cosas a escondidas era irresistiblemente excitante.

  Salió de la chimenea al inmenso hall del Ministerio, unos operarios estaban remodelando la estatua de la entrada y Hermione sonrió satisfecha al ver que desaparecía esa superioridad por parte de los magos frente al resto de criaturas.
  Llegó al ascensor y las imágenes del día anterior sacudieron su mente: jodido Draco y su forma de besar que la desarmaban completamente.
  A diferencia del día anterior, Claire no la asustó ya que los viernes entraba más tarde, pero Hermione estaba más nerviosa de lo normal porque desde por la mañana llevaba dándole vueltas a lo mismo: ¿cómo iba a hablar con Draco? Había pasado la noche con él y podía dar las gracias a Merlín por haber conseguido llegar a su casa, de no haber sido por el chico, que había mantenido la mente fría, habría perdido la ropa antes de salir del ascensor. Sin embargo, esa mañana al despertarse, Draco le había dejado el desayuno preparado y una nota. Ella sabía que él los viernes se pasaba a primera hora por San Mungo para ayudar a su amigo Theo con unas cosas. Vamos, que la última vez que le había visto en persona la ropa brillaba por su ausencia y no estaban precisamente charlando. Así que no tenía la más remota idea de cómo dirigirse a él teniendo en cuenta que verle iba a suponer recordar las sensaciones de hacía unas horas. Se ruborizó solo de pensarlo.

  No le dio tiempo a comerse más la cabeza porque las puertas del ascensor se abrieron y ante ella apareció Draco Malfoy.
  —Buenos días, Hermione —saludó como siempre. Ella dio un paso y entró en el cubículo, pero no pudo hablar, se quedó mirándole fijamente mientras las puertas se cerraban a su espalda: estaba guapísimo ese día, literalmente se le había olvidado hasta cómo hablar de lo alterada que estaba. Él, que presumido era un rato, sonrió por su mirada y sin dar tiempo a nada más la sujetó de los hombros y la besó contra las puertas del ascensor. Hermione a eso sí fue capaz de responder y en cero coma se besaban como si fuesen a comerse. Draco notó la demanda de la chica y bloqueó las puertas con la varita para que no se abriese hasta llegar a su planta. Cuando la alcanzaron, la cosa ya había empezado a subirse de tono demasiado y ella había dejado escapar un par de suspiros interesantes como reacción a las caricias de Draco.
  —¿No has tenido suficiente con lo de anoche, Hermione? —susurró pícaramente en su oído antes de recolocar la ropa de ambos, como hacía siempre. Ella se sonrojó.
  —Cállate, por favor, que la culpa es tuya.
  —¿Mía? —las puertas se abrieron. Él la miró divertido pero ella se limitó a enfocar el frente.
  —Sí, a ver si dejamos de venir tan atractivos a la oficina —y salió de allí casi corriendo, dejando a Draco con la autoestima por las nubes, una ligera erección y una sonrisilla de suficiencia que le duró toda la mañana.

  A la hora del almuerzo Hermione se levantó de su silla con la intención de ir a por un café, pero la puerta se abrió.
  —¿Va usted a por algo? —preguntó Draco entrando con un café en la mano.
  —Sí, a por uno como ese —contestó ella sonriente. Se acercó y le dio un rápido beso—. Ahora vuelvo —intentó salir pero él la retuvo.
  —Es para ti —murmuró tan cerca de su oreja que hizo que se le pusiese la piel de gallina.
  —Gracias —farfulló cogiendo el vaso y dando un trago. Lo dejó en la mesa y cuando se volvió hacia el chico se encontró de nuevo con la mirada del día anterior y nuevamente se sintió tan bien y tan querida bajo el escrutinio de esos ojos grises que dejó escapar un suspiro—. Draco... —murmuró, y medio segundo después se estaban besando con el alma.

  Como era habitual, besar a Draco hacía que el resto del mundo desapareciese. Bueno, siempre y cuando el resto del mundo no interfiera, porque lo que pasó después estuvo al borde de matarla de un infarto.

Dramione One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora