Dramione One Shots

El testamento

  Draco estaba realmente harto, llevaba siendo relegado por todos los estudiantes de Hogwarts desde que puso un pie en el colegio. Podía fingir que no le importaba, pero la verdad era que sí, que el vacío por parte de todos le agobiaba.

  Solo la tenía a ella, Hermione era lo único que impedía que se volviese loco.
  Habían comenzado a salir en cuarto y ella logró que no se viniese abajo en su dura tarea. Ella era su luz.

  Así que, en ese ambiente de soledad, se sorprendió notablemente cuando Barrie, un chaval de quinto curso y capitán del equipo de Quidditch de Slytherin, le detuvo en el pasillo.
  —¡Eh, Malfoy! ¡Malfoy! —Draco se volvió sorprendido.
  —¿Qué pasa... Barrie? —preguntó dudando de su nombre.
  —Oye, Ben se ha caído en el entrenamiento y no podrá jugar el partido del sábado. Tú fuiste buscador, ¿te importaría sustituirle?
  —Pero llevo años sin jugar...
  —Da igual, serás mil veces mejor que él seguro. Te necesito en serio, Malfoy.
  —Bueno está bien.
  —Gracias Malfoy, te debo una —gritó el chico mientras se alejaba sonriente.

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  —¡¿Vas a jugar al Quidditch?! —chilló emocionada Hermione.
  —Sí, no chilles —contestó Draco mientras miraba a su alrededor por si alguien les había oído.
  —Pero es una gran noticia, cariño, todos verán lo bueno que eres y a lo mejor dejan de odiarte sin motivo —Hermione le abrazó con fuerza.
  —Pero si lo hago mal me odiarán de por vida —tenía pocas ganas de jugar.
  —Da igual, Draco. Son todos idiotas, te odian sin ninguna verdadera razón, no vas a perder nada por jugar. Además, yo estaré ahí, animándote —sonrió débilmente ante los ánimos de su novia.
  —El partido es contra Gryffindor, serás una traidora.
  —Bah, me importa un rábano. Me llevaré a Luna, le diré que se haga un gorro de serpiente —el chico sonrió y se besaron.
  —Te quiero —susurró abrazándola.
  —Yo también. Pero, ¿sabes que quiero más? Que ganes ese partido. Así que coge la escoba y vete a entrenar —y dándole un último beso le echó de allí.

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  La semana fue bien en principio, la noticia de que iba a ser el buscador se corrió como la pólvora y la gente dejó de mirarle con asco y pasó a mirarle con curiosidad. Todo fue bien hasta el día del partido. Esa mañana salió de su sala común muerto de nervios, bajó la explanada y llegó al vestuario antes que nadie. Necesitaba cambiarse. Únicamente se había puesto la sudadera cuando llegó Hermione.
  —Hola futuro capturador de la snitch. ¿Nervioso?
  —Hola —justo en ese momento entró una lechuza por la ventana y dejó una carta en una mesa. Continuó hablando con Hermione mientras la cogía y la abría—. Estoy muy nervioso, no sé si podré hacerlo bien.
  —Lo harás genial porque eres un gran buscador. No harán falta trampas —le riñó recordándole sus disputas con Harry.
  —No, tranquila, nada de trampas como con... —Draco calló de pronto.
  —¿Qué pasa? ¿Qué ocurre? ¡¿Draco, qué va mal?! —se asustó la chica al ver que él se quedaba lívido.
  —Mi... Mi madre ha... Ha muerto —exhaló al borde de las lágrimas. Hermione le abrazó con fuerza.
  —Lo siento mucho Draco, lo siento muchísimo —y abrazado a ella lloró desconsoladamente.

  Tras un rato, cuando él había conseguido reponerse, se separó de su novia.
  —Me tengo que ir, debo ir a hablar con McGonagall, necesito... —habló con la voz rota.
  —Tranquilo, iremos ahora mismo con McGonagall.
  —Siento lo del partido... —balbuceó.
  —Da igual, es un partido de Quidditch, no pasa nada. Vamos, te acompaño.

  Salieron del vestuario y caminaron hasta el castillo. Draco agarraba la mano de Hermione con fuerza. Cuando entraron al edificio se cruzaron con Barrie.
  —Ey, Malfoy. ¿Dónde vas? Tenemos que jugar un partido.
  —Esto... Lo siento pero no puedo jugar —evitó mirarle a la cara al hablar.
  —¿Pero...?
  —He tenido un problema familiar y me tengo que ir.
  —Oh, vaya, ¿y de dónde saco yo ahora un buscador?
  —No lo sé. Siento no poder jugar —y sin añadir nada más, dejaron al chico allí y continuaron andando por el pasillo agarrados de la mano.