Boda time (parte 2)

2.3K 179 31
                                    

  Se aparecieron en el Callejón Diagón, que a esas horas estaba lleno de gente. Un mago vestido de morado les esquivó bruscamente.
  —¿Estás bien? —preguntó Draco al verla un poco pálida.
  —Sí... Es solo que detesto aparecerme —contestó recuperándose.
  —Yo también, pero es lo más rápido —la miró levantando una ceja antes de soltarla.
  —Que estoy bien, vamos —se separó de él y ambos echaron a andar. Automáticamente Draco buscó la mano de la chica para entrelazarla con la suya. Ella sonrió ante el gesto.

  Caminaron esquivando y siendo esquivados hasta llegar a la joyería en la que Blaise y Pansy habían encargado sus alianzas.
  —Buenos días, señores Malfoy —saludó Kiefer Walsh, el joyero.
  Era un hombre menudo, que el poco pelo que tenía era canoso y rodeaba una calva que no se molestaba en tapar. Hermione estaba acostumbrada a verle con su habitual mandil de trabajo azul marino sobre una túnica de color negro y con unas enormes gafas mágicas que usaba para examinar las piezas que compraba. Realmente parecía escuálido y gruñón y de una edad indeterminada (mínimo pasaba los cien años), pero cuando hablaba dejaba de parecer un viejo ermitaño y era muy amigable. Cuando quería y con quien quería.
  —Buenas, Kiefer, ¿cómo le va? —el hombre les estrechó la mano a ambos con fuerza.
  —Muy bien, señor Malfoy. Señora Malfoy —sonrió y Hermione no pudo evitar una sonrisa.
  —Hola, señor Walsh, un gusto volver a verle.
  —El gusto es mío —contestó amable, después se volvió hacia Draco—. Señor Malfoy, he revisado su reloj —sacó de debajo del mostrador una cajita negra y la abrió mostrando el mejor reloj de bolsillo de Draco, que brilló con la luz.
  —¿Has tenido que reparar algo? —lo cogió con cuidado y lo miró de cerca. Hermione sabía lo muchísimo que apreciaba su marido ese reloj, era un regalo, seguramente carísimo, de su madre y únicamente se lo dejaba a gente de extrema confianza.
  —Nada, estaba perfecto. La magia está intacta y todo sigue en orden —respondió el hombre.
  —Estupendo... —lo volvió a meter en la caja y se la guardó en la chaqueta.
  —¿Algo más? —preguntó Kiefer.
  —Sí, venimos a por los anillos de compromiso del señor Zabini y la señorita Parkinson —dijo Hermione.
  —Ah sí, la boda del señor Zabini... Cuando el señor Nott me lo contó creí que era broma... —el joyero se metió hacia el fondo de la tienda y volvió con una cajita pequeña.
  —Ninguno entendemos por qué Pansy comete semejante insensatez —repuso Draco guardándose la cajita en el bolsillo.
  —Bueno, siempre puede pedirle consejo a su mujer —al oír esto Hermione se echó a reír y el hombre sonrió disimuladamente.
  —¿Pero qué...? —comenzó a protestar Draco.
  —Déjalo Draco, tenemos cosas que hacer vámonos —le empujó hacia la puerta—. Adiós, señor Walsh.
  —Adiós, señores Malfoy —se despidió.

  Salieron a la calle y Draco la miró indignado.
  —Estoy un poco harto de que todo el mundo te adore y se meta conmigo, la verdad, a ver si dejas de ser tan encantadora —protestó tendiendo el brazo para que ella se agarrase.
  —No es mi culpa, Draco —se agarró a su marido—. Y el señor Walsh te adora.
  —No sé yo —refunfuñó—. Me da que adora más los galeones que le pago.
  Y sin decir nada más se desaparecieron.

  Se aparecieron en la puerta de la casa de Theo y Luna.
  —¿Mejor ahora? —preguntó Draco cuando Hermione abrió los ojos después de la desaparición.
  —Sí, pero sigue siendo horrible —contestó respirando hondo. Él la besó en la frente y le cogió la mano antes de llamar a la puerta.
  —Lo siento, tengo que practicar más, se me da un poco mal aparecerme —se disculpó. Ella negó restándole importancia y se recompuso como pudo.
  Justo en ese momento la puerta de la casa se abrió, pero no eran ninguno de sus inquilinos.
  —Hola, Nev, ¿qué tal? —se abrazó a su amigo y se dieron dos besos.
  —Hola, Herms, yo bien pero mi traje casi hace que a Hannah le dé un infarto —la mencionada apareció detrás y Hermione entró para saludarla.
  —Longbottom —declaró Draco.
  —Malfoy —repuso Neville.
  Se miraron a los ojos durante unos segundos con fingida seriedad antes de sonreír y darse un abrazo.
  —¿Qué tal huroncillo? ¿Cómo va todo por el Ministerio?
  —Pues bien, aburrido como siempre. ¿Cómo está Hogwarts?
  —Como siempre, la verdad —pasaron dentro.
  —Hola, Draco —saludó Hannah.
  —Hola —se acercó y besó su mejilla.
  —¿Listos para ir a comer? —preguntó Neville cogiendo su chaqueta.
  —Pero, ¿dónde están Theo y Luna? —justo en ese momento la puerta se abrió.
  —Lunita —abrazó a la chica.
  —Hola, Neville —Theo pasó y fue directo a saludar a Hermione.
  —Hola, Herms, ¿qué tal? —se abrazaron.
  —Bien —Luna se acercó y le dio dos besos.
  —¿Se porta bien el señor Malfoy? —preguntó Theo.
  —Idiota —espetó Draco con una sonrisa mientras tiraba de su mano para darle un rápido abrazo. Hermione se rió.
  —Sí, se porta bien.
  —Bueno, vámonos, que tengo un hambre... —dijo Neville poniéndose la chaqueta.

Dramione One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora