Spidermalfoy

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  Nunca en su vida había estado tan nervioso como aquel día. Su madre insistía en que era normal tener nervios el día de la boda pero aun así jamás había notado esa sensación de poder vomitar su estómago en cualquier momento.
  Suspiró sin dejar de dar vueltas por la habitación. Necesitaba verla, y lo necesitaba en ese momento. Se dirigió a la puerta y al abrirla se encontró con Theo, que según le vio las intenciones se acercó a él.
  —No puedes verla antes de la boda, y lo sabes —decretó sonriendo.
  —Es una tradición absurda —espetó—. Quiero ver a mi prometida ahora mismo —intentó salir pero Theo dio un silbido y automáticamente aparecieron Neville y Blaise para sujetarle.
  —No puedes ir, Draco —Neville le cogió por los hombros.
  —¡Ah! —exclamó siendo arrastrado a la habitación de nuevo—. Me encerráis aquí, me quitáis la varita... ¡Atadme a la pared ya si os parece! —gritó exasperado.
  —Vamos Draquito, solo queda media hora —consoló Blaise.
  —Os odio —escupió dando vueltas como un león enjaulado.
  Les miró enfadado y vio que los tres parecían muy divertidos con su reacción, así que se dispuso a tomarse un vaso de whiskey de fuego para controlar sus ganas de matarlos: ellos podían tener varitas pero nada iba a impedir que él fuese a ver a Hermione. Pero cuando ya se llevaba el líquido a los labios se acordó de que a su prometida no le acababa de gustar el sabor del whiskey y Merlín sabía que pensaba besarla muchas veces ese día. Dejó el vaso y se tumbó en la cama suspirando.
  —Tranquilo amigo, ya falta poco —dijo Theo mientras Blaise se bebía su whiskey.
  —Lo que digáis —gruñó de mal humor—. Dejadme solo —pidió. Sabía que estaba siendo grosero y borde pero su frustración era tan grande que quería morirse. Llevaba tres días sin ver a Hermione y la echaba de menos.
  —Estaremos fuera así que no intentes escapar —avisó Neville.
  —Y no intentes aparecerte porque la habitación está protegida para la aparición —añadió Theo.
  —¡Qué sí! —gruñó—. Idos ya —los tres salieron de la habitación y cerraron la puerta.

  Draco se aflojó cuello porque la corbata le apretaba y cabreado con el mundo se incorporó. Necesitaba ir a buscar a Hermione en ese momento.
  Sus ojos recorrieron la estancia: por la puerta no podía salir porque sus amigos estaban custodiando la entrada y no podía desaparecerse así que... Un brillo malicioso refulgó en su mirada cuando su vista enfocó a la ventana.
  Sin dudarlo ni un momento se acercó, la abrió y se asomó. El alféizar era estrecho pero se podía agarrar a la cornisa y podría cruzar hasta el otro lado. Si ese era el precio que tenía que pagar por ver a su futura esposa le daba igual.

  Sacó una pierna por la ventana y se agarró al saliente de la cornisa. Cuando se impulsó fuera de la habitación y todo el peso de su cuerpo recayó sobre su pierna y su mano izquierdos un temblor le agitó. Estaba en una segunda planta, la caída podía ser bastante fea si se resbalaba. Respiró hondo y terminó de sacar el cuerpo por la ventana. Una vez estuvo estable sobre la cornisa y comenzó a desplazarse lateralmente hacia la izquierda, intentó dejar de pensar en que podía caerse en cualquier momento y se enfocó en Hermione.
  Comenzó a recordar como habían empezado a ser amigos en Hogwarts y como se había enamorado de ella sin poder ni querer hacer nada por evitarlo. Suspiró, había perdido tantos días sin ella por los estúpidos prejuicios, sin poder decirle bien alto cuánto le gustaba, cada día un poco más, sin poder robarle una sonrisa de esas que le volvían loco, sin poder pasar uno de esos minutos interminables con ella... Había sufrido tanto por la chica durante la guerra que solo quería disfrutarla como el primer día en el que pudieron estar juntos por fin, aquellos primeros meses en los que las dudas se habían acabado, cuando tenía el corazón a rebosar de adrenalina simplemente porque por fin le hubiese hecho un hueco en su vida que se iba haciendo mayor cada noche en la que podía estar con ella, sin presión, sin exigencias, sin reproches. Solo quería exprimir cada segundo con ella para corroborar que jamás tendría suficiente, que no le daba miedo lo que el resto dijese, que quería dejar de pensar en el pasado porque quería crear nuevos recuerdos, mejores, suyos, de los dos. Y es que estaba tan seguro de que la quería, de que ella era la única persona con la que quería contar hasta el infinito, que estaba cruzando la fachada de una casa enorme por la cornisa de fuera solo por verla antes de tiempo.

Dramione One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora