Ayudas

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  Menudo día había tenido, todo lo que podía salir mal, había ido peor. Hubo un momento en el que pensó que ya nada empeoraría más porque parecía imposible. Sin embargo, Draco había conseguido arreglarlo todo.

  Hermione recordó el progreso de su horrible día:
  Primero se había dormido, el día anterior había estado trabajando hasta muy tarde y eso le había pasado factura. De no haber sido por él, se habría llevado una bronca monumental porque se había retrasado una hora y tenía una reunión con el Ministro. Pero no, cuando llegó, Shacklebolt aún no había aparecido y la reunión la había retrasado tres horas y todo porque a Draco, que vio que Hermione no llegaba, se le había ocurrido que para ganar tiempo lo mejor era hablar con Shacklebolt de unos negocios. Primera ayuda.

  Después del drama de la reunión, vino el drama de los papeles. Su nueva ayudante, Ellie, era una inútil total y había perdido los papeles de un importante acuerdo para la defensa de su caso con los elfos. Hermione entró en crisis y creía que le daba un infarto. Ellie se asustó por la ansiedad de su jefa y comenzó a llorar. Y entonces Draco volvió a actuar: apareció triunfal por la puerta después de su acuerdo con el Ministro y al ver el panorama tranquilizó en el momento a Hermione diciendo que como ya sabía que Ellie era algo torpe había hecho copias de todo y que las tenía en su mesa. Segunda ayuda.

  Con todo el ajetreo mañanero ni siquiera había tenido tiempo de agradecer a Draco, así que mucho menos para recordar que no había comido. Cuando el hambre hizo que sus tripas se revolviesen y miró el reloj eran las cinco de la tarde y no había comido nada desde la noche anterior. Pero como era tan tarde, el restaurante del Ministerio de Magia estaba cerrado. Ya veía que no iba a poder comer nada hasta la noche pero, de nuevo, apareció Draco Malfoy. Sabiendo que con lo liada que estaba olvidaba hasta su nombre, llegó y dejó sobre su mesa una estupenda bandeja con comida que habían preparado en el restaurante y que Draco había guardado hasta que ella recordase que debía comer. Tercera ayuda.

  Pero el día había ido de mal a peor. Por la tarde tuvo que acudir a una huelga de elfos en las cocinas de una casa para intentar que no formasen una revuelta y la cosa se puso fea. Los aurores que iban a controlar el conflicto se pusieron algo violentos y los hechizos empezaron a volar. Cuando Hermione pensaba que se les iba de las manos y ni siquiera Harry fue capaz de razonar con los elfos, apareció, para variar, Draco. Consiguió que los elfos le escuchasen y gracias a él, Hermione pudo pactar con ellos y además, controló a los dueños de la casa porque eran conocidos de su familia. Cuarta ayuda.

  Después de aquello volvió al Ministerio pero, como claramente no era su día, se dejó el maletín en la casa. Una vez más, gracias a Draco, no tuvo que volver porqué él la había cogido. Quinta ayuda.

  Cinco. Ese era el número de veces que Malfoy le había salvado el culo a lo largo del día. Y lo peor era que había estado tan ajetreada que ni le había dado las gracias. Estaba tumbada en el sofá, agotada después del día pero eso no impidió que tuviese remordimientos por no haber agradecido al chico. Se levantó, se calzó y salió de su apartamento directa al del chico.

  Subió los escalones rápidamente y se tomó unos segundos antes de llamar a la puerta para recuperar el aliento. Cuando ya pudo respirar mejor, tocó con los nudillos. Pasaron unos segundos y la puerta se abrió. Ella había pensado en qué iba a decir, en cómo iba a agradecer su ayuda durante el día, pero cuando Draco apareció al otro lado de la puerta no razonó, simplemente le abrazó ante la estupefacción del chico.
  —Gracias —dijo al separarse—. Hoy he estado tan ocupada que ni he tenido tiempo de agradecerte que me hayas salvado el día.
  —De nada, Hermione. Para algo somos compañeros —contestó él. Por algún motivo que Hermione desconocía, sintió una punzada al corazón por su respuesta.
  —Sí... —miró al suelo algo avergonzada.
  —Esto... ¿Quieres pasar? —preguntó el chico rascándose la nuca.
  —Sí... Claro...
  —Bueno, si te apetece...
  —Sí, sí.
  Ambos se miraron con una sonrisa nerviosa y Draco se apartó para que ella pasase.

Dramione One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora