Reconciliación (parte 1)

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  —¡¿Por qué demonios siempre es mi culpa?! —gritó Draco—. ¿Por qué no puedes estar de una vez de mi lado?
  —¿Qué te hace pensar que no estoy de tu lado? —preguntó Hermione exasperada.
  —Por favor, cállate —respondió Draco, levantando la mano—. Es Potter, siempre vas a elegir a Potter... —se sentó en la cama y apoyó la cabeza en las manos.
  —Es mi mejor amigo y... —esa discusión estaba siendo agotadora.
  —Y yo soy tu novio —espetó molesto.
  —Sí, lo eres, y te amo, pero por el amor de Dios... —Hermione se calló de repente, sus ojos estaban dolidos y se estaba mordiendo la lengua. Draco la miró enfadado, con las fosas nasales ensanchadas y el pelo cayendo delante de sus ojos.
  —¡Joder! —su voz era un siseo—.No te atrevas a decirme eso, no así. Ahórratelo porque...
  —¡Draco! —chilló ella—. Por favor, no empieces otra pelea —pidió con cansancio.
  —Fue Potter el que comenzó a lanzar golpes —escupió Draco indignado.
  —Le insultaste —recriminó—. Otra vez
  —¡Él me insultó primero! —exclamó abriendo los ojos furioso—. No puedo creer que tenga que decirte esto.
  —No, yo estaba allí cuando él comenzó, y sé que te dolió... —respondió conciliadora.
  —Potter no podría hacerme daño nunca —contestó entre dientes.
  —Y ya le dejé en claro que estoy enfadada con él y le echaré la bronca.
  —Me tratas como a un niño. ¿Ahora eres mi padre?
  —Bueno, si te gustan las cosas turbias, sí —sonrió levemente.
  —Todo esto es una gran broma para ti, ¿no? —preguntó sin dejar el tono furioso.
  —¡No! —se sentó junto a él—. Draco, sé que estás enfadado...
  —Él está tratando de separarnos —se levantó de nuevo—. ¿Por qué no puedes ver eso? ¿De verdad estás así de ciega?
  —No, no trata de separarnos ¡Por Merlín! —se levantó para encararle.
  —Es tan jodidamente obvio. ¡Joder, Hermione! —se pasó la mano por el pelo con desesperación.
  —Harry nos ayudó a juntarnos...
  —¡No me vengas otra vez con eso! —protestó.
  —¡Es la verdad! —recriminó ella.
  —No, no lo es; estamos juntos porque queremos estar juntos...
  —¡Y él está más que feliz por nosotros, ¿por qué intentaría separarnos?! —interrumpió
  —... aunque realmente no puedo hablar por ti...
  —Draco, deja de comportarte como un gilipollas.
  —Claro... Debería ser como Potter, ¿verdad!
  —¿Qué diablos...? ¿Por qué estamos peleando ahora mismo?
  —¡PORQUE SIGUES DE PARTE DE POTTER! —vociferó.
  —¡NO ESTOY DE PARTE DE HARRY!
  —¿En serio? Pues parece justo eso.
  Hermione dejó caer la cabeza hacia atrás y cerró los ojos.
  —No estoy de parte de Harry —repitió acercándose a él e intentando besarle.
  —¿Crees que voy a dejar que me beses?
  —Bien, solo nos abrazaremos entonces, ¿qué te parece? —Hermione sonrió y se pegó a él.

  Draco la separó molesto y gruñó furioso dando vueltas por la habitación dejando a Hermione quieta mirándole.
  —Esto no va a funcionar —dijo Draco bruscamente, apartando sus manos y cruzándose de brazos sin mirarla a los ojos.
  —¿De qué estás hablando? —el tono de voz, hasta ese momento alegre y comprensivo, que tenía Hermione, desapareció repentinamente, y su voz se volvió fría, sus ojos se oscurecieron y se puso tensa.
  —Esto, nosotros, esto —gesticuló dolido.
  —Ah —musitó.
  —Sí. No puedo ser siempre el único culpable. Obviamente, nunca vas a ver que Potter es un gilipollas, especialmente conmigo. ¡Por Morgana! Mírame, de pie, aquí, dicutiendo como si fuésemos niños de trece años —se mordió el labio y exhaló un suspiro cansado—. Honestamente, Hermione, he tirado mi autoestima a la basura con el jodido Potter, y lo he hecho por ti, pero como obviamente no te importa una mierda...
  —¡Deja de decir eso! —gritó Hermione—. ¿No me escuchaste antes? ¡Te amo, por supuesto que me importas!
  —¡Te maldeciré ahora mismo si vuelves a repetirlo! —aulló Draco.
  —¡¿Por qué tienes que hacerlo todo tan difícil?! —chilló Hermione.
  —¿Estoy haciendo las cosas difíciles?
  —¡SÍ! Me estás pidiendo que elija entre Harry y tú, y eso es increíblemente egoísta, por no mencionar lo cruel —su respuesta dolida dejó a Draco en silencio, con expresión herida, como si lo hubieran abofeteado. Hermione, instantáneamente, dio un paso adelante con una disculpa murmurada y se tapó la cara con ambas manos, mirando ansiosamente a los ojos grises de su novio, con los pulgares sobre sus mejillas—. No estoy diciendo que seas egoísta o cruel. De verdad, Draco, yo no...
  —Aléjate de mí —susurró él.
  —Lo siento —suplicó Hermione de nuevo antes de retroceder con un grito, frotando el centro de su pecho donde Draco había presionado su varita suavemente—. ¡¿Qué haces?! —no le había hecho ningún hechizo, simplemente había dejado que su varita canalizase el dolor que habían supuesto sus palabras.
  —Duele, ¿no? —masculló mientras una lágrima caía por su mejilla.
  —¡No seas así! —pidió ella.
  —¿Cómo? ¿Egoísta? ¿Cruel? —preguntó arrastrando las palabras.
  —Cállate, Draco —pidió Hermione en un suspiro y él apretó de nuevo su varita y otro chispazo, esta vez fruto de la ira, impactó en ella—. ¡Joder!

  Draco se puso rígido cuando Hermione sacó su propia varita en un movimiento rápido, pero ella no le apuntó, en lugar de eso dejó que su mano suelta a su lado de su cuerpo mirando a Draco con su boca apretada.
  —¡Hazlo! —gritó Draco—. ¡Vamos, échame un maleficio!
  —No voy a hechizarte —dijo Hermione con una calma obviamente forzada.
  —¿Estás asustada? Eres una Gryffindor.
  —No tengo miedo —respondió Hermione en voz baja, y por supuesto que no lo estaba y Draco lo sabía, podía estar enfadado pero jamás dejaría de admirarla... Y de quererla.
  —¡Hechízame tú! —gritó.
  —¡Detente! —la varita de Draco azotó el aire sin que su dueño pudiese evitarlo y Hermione soltó un grito al sentir por su columna vertebral ardientes rayas de dolor extendiéndose como el fuego— ¡DRACO! —al igual que la varita del chico, la suya se movió antes de que puediese detenerla y Draco fue arrojado contra la pared y la parte de atrás de su cabeza chocó con fuerza contra la piedra. Su grito de dolor hizo que Hermione saltase hacia delante con horror—. ¡Mierda! ¡Lo siento, Draco, lo siento! —el chico jadeó y se incorporó con la cabeza llena de sangre suponiendo la reacción más terrible que jamás había visto Hermione—. ¡NO! ¡Oh Dios, no!

  Se echó sobre él llorando y Draco trató de alejar las manos de Hermione, que se disculpaba con gemidos lastimeros intentando ver su herida.
  —¡Déjame, déjame! —gritó Draco apartando las manos de Hermione de su rostro.
  Murmuró un encantamiento mudo para curar la herida que Hermione se había hecho en el costado con el chispazo de su varita—. Hermione... —susurró apenado al curar su herida. Y ella negó pegándose a él, que la besó presionando sus labios, llenos de sangre, con los de ella, cubiertos de lágrimas.

  Los dedos de Draco se apretaron instintivamente alrededor de su cintura mientras se besaban con avidez, la ira convertida en deseo, las manos de Hermione tirando levemente de su pelo, con sus lenguas bailando y entrelazándose entre sabor a sangre metalizada y lágrimas de sal.
  —¿Estás mejor? —preguntó Hermione cuando él se separó en busca de oxígeno.
  La sangre se había secado en torno a su afilado rostro y había manchado su pelo rubio, su camisa blanca y la corbata de Slytherin. Se separó de su abrazo temblando.
  —No quise hacer eso y tú lo sabes.
  —Si tú lo dices... —ella se encogió de hombros manteniendo el rostro impasible.
  Hermione estaba muy cabreada pero se controlaba por el sencillo motivo de que seguía preocupada por él.
  —¿Sabes qué? —la voz de Draco era suave y sus ojos brillaban—. Que se acabó, hemos terminado, no te preocupes de que esto vuelva a suceder.

  Se dio la vuelta y se alejó a grandes zancadas, con las manos llenas de sangre temblando a sus costados y dando un portazo al salir. Hermione seguía apoyada contra la pared, observando como se iba, sin modificar su expresión pero con las lágrimas luchando por salir.

Dramione One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora