Vacaciones

4.9K 230 4
                                        

  Admiraba profundamente a McGonagall pero en esos momentos solo podía decir que era una vieja loca, aun que así llevase razón el idiota de Malfoy.
  A su querida directora no se le había ocurrido nada mejor que enviarles a Malfoy y a ella a Brasil. A Brasil, a sudamérica, a la otra punta. Por lo visto, tras el desastre de la guerra, el consejo escolar había decidido que para aumentar los lazos fraternales entre escuelas, se iban a crear unos nuevos torneos de los tres magos. Y allí estaban, enviados para hablar con el director de Castelobruxo. No podía haber ido McGonagall, no, tenía que ir ella. Y con Malfoy...

  En realidad no se llevaba mal con él, hicieron las paces cuando se enteraron de su destino y desde entonces tenía que reconocer que todo había ido correctamente. Pero es que él la hacía enfadar constantemente, y todo lo que ella se irritaba, Draco Malfoy lo disfrutaba.

  En ese momento tenía el ejemplo perfecto. Les habían dejado un día para que fuesen a un lago cercano, y les había tocado alojarse juntos, en una cabaña a unos cuantos metros de la orilla. El idiota de su compañero había salido corriendo al agua y ella había tenido que entenderse con el emisario brasileño enviado por Castelobruxo.

  En cuanto logró que el chico la entendiese y dejó de liarse con el idoma, salió hecha una furia en busca de Draco.
  Llegó hasta el borde del agua y se detuvo observándole enfadada. Ni siquiera ella había podido quitarse el uniforme y él ya estaba en bañador.
  —¡Malfoy! —gritó muy molesta. Él la ignoró y Hermione volvió a gritar más enfadada aún:— ¡MALFOY! —Draco se giró y, a pesar de la distancia, pudo notar como el chico sonreía de lado.

  Entonces salió del agua en dirección a la chica. Al ser consciente de que estaba en bañador, Hermione se quedó estupefacta y desvió la mirada.
  Draco continuó impasible, acercándose, sin quitar su mirada y su sonrisa. Hermione notó como el corazón le bombeaba fuertemente cuando se acercó más e, inconscientemente, se mordió el labio.
  Él se apoyó en el árbol detrás de Hermione y pasó la mano por su mejilla acercando sus caras mientras también se mordía el labio. Ella no pudo evitar cerrar los ojos, iban a besarse... Pero Draco no lo hizo. Solo se acercó para picarla y después salió corriendo dejándola con los ojos cerrados y los labios esperando a su boca. Hermione tembló enfadada.
  —¡Malfoy! —gritó dándose la vuelta y yendo tras él mientras se escuchaban sus carcajadas.

  Le persiguió hasta la cabaña y entró tras él. Le había costado resistirse a besarla, lo hacía por fastidiarla pero cuando vio que se mordía el labio a causa de su poca ropa, estuvo a punto de dejarse llevar. Se volvió y ella estaba allí, realmente esperaba que la besase.
  —¿Qué te pasa, Granger? —preguntó mordazmente.
  —Cínico. Eres odioso, siempre me molestas —contestó, más enfadada por haber tenido ganas de besarle y no haber podido que por otra cosa.
  —Yo no he hecho nada —puso cara de bueno.
  —Y un cuerno, me has dejado sola con Marcelo, y yo hablo muy mal portugués.
  —Ah, eso —hizo un gesto con la mano restándole importancia—. Creía que estabas enfadada por lo de... —subió la ceja de manera sugerente y Hermione se ruborizó y él volvió a sonreír ladeadamente y a acercarse peligrosamente.
  —Ma... Malfoy —tartamudeó mientras Draco se inclinaba sobre su boca. Automáticamente volvió a cerrar los ojos y justo antes de rozar sus labios, él se separó y salió corriendo hacia el agua—. ¡MALFOY! —chilló furiosa antes de perseguirle. Él entró en el agua riendo pensando que allí no entraría la chica, ya que iba vestida, pero no contaba con que Hermione estaba muy enfadada y tenía unas ganas impresionantes de besarlo.
  Entró en el agua detrás de él y ni tuvo tiempo de sentir frío, ni le dio tiempo a sorprenderse: se lanzó sobre él y lo besó. Como Draco también tenía muchas ganas de besarla, eso no se quedó en un simple roce de labios. Cuando se quisieron dar cuenta, Hermione estaba agarrada a su cuello y él la abrazaba mientras se besaban como si su vida dependiese de ello.

  Al rato, cuando por fin se separaron, se miraron con la respiración entrecortada y se les escapó una sonrisa.
  —Tienes un poco de ropa en el agua—dijo Draco sin moverse. Ella dio una risita.
  —Sí, no me he quitado ni los zapatos —dobló las rodillas y sacó del agua las piernas enseñado sus zapatos y calcetines empapados.
  —Te has lanzado de una manera...
  —Porque eres horriblemente irritante.
  —¿No te gusta que te vacile?
  —No, lo odio.
  —Lo siento pero, sabiendo que puede suceder esto, no dejaré de hacerlo —y sin más demora, volvió a apoderarse de su boca.

Dramione One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora