Draco subió a su cuarto embriagado de emoción, su elfo doméstico, Erin, le acababa de traer una carta de Hermione. No podían cartearse muy a menudo porque debían mantener oculta su relación y eso hacía que cada carta fuese una emoción intensa.
Se sentó en la cama y abrió el sobre. Allí estaba la preciosa caligrafía de su novia. Suspiró, la echaba tanto de menos... Intentó evitar los pensamientos deprimentes, suficiente tenía con vivir en su casa. Desdobló con cuidado la hoja y comenzó a leer.
Querido Draco:
No sabes cuánto te echo de menos, la búsqueda de los horrocruxes se me hace eterna. No vamos del todo mal, ya tenemos un plan para conseguir uno aunque desconocemos el paradero de los demás. ¿Tú cómo estás? Espero que bien, cada día imploro que no te pase nada, que aguantes. Te quiero mucho Draco, nunca lo olvides.
Sinceramente tuya,
Hermione.Draco se quedó observando con cara de tonto, ojalá poder estar con ella y no en ese refugio de mortífagos. En ese momento la puerta sonó y él, sobresaltado, escondió la carta bajo la almohada.
—¿Draco? —preguntó Narcisa entrando lentamente.
—¿Qué sucede, madre?
—Tu padre quiere que vayas a su despacho.
—¿Qué quiere?
—No lo sé, ve a ver.
—Es insoportable —rezongó pasando junto a Narcisa y saliendo de su cuarto.Llamó a la puerta y espero a escuchar la voz de su padre.
—¿Me buscabas?
—Sí, Draco, pasa —Lucius estaba de espaldas, mirando por la ventana. Draco se acercó a la mesa pero no se sentó.
—¿Qué quieres? —preguntó queriendo huir de allí. Lucius guardó silencio hasta el momento en el que Draco iba a volver a abrir la boca.
—Hay tráfico de lechuzas —dijo.
—¿Qué...? —Lucius se volvió y tiró a la mesa un paquete de cartas atadas por un cordel.
—¿Qué es esto, Draco? ¿¡QUÉ COJONES ES ESTO!? —gritó muy enfadado—. Te carteas con una sangre sucia, eres su maldito novio —escupió. Draco cogió las cartas—. Yo no he criado a un traidor a la sangre —añadió con asco.
—¿Y qué has criado? —preguntó el chico conteniendose.
—¿Disculpa?
—¿¡Qué has criado, padre!? —gritó también él—. A un sangre pura, ¿verdad? Tú y tus putos prejuicios absurdos. Toda la vida igual, siguiendo los ideales de alguien que ni siquiera cumple lo que defiendes, la pureza de sangre —Draco soltó todo lo que llevaba guardando mucho tiempo—. Todo es mentira, no somos mejores magos por no tener familiares muggles, nosotros nos somos mejores que nadie.
—¿Qué estás diciendo? —la furia se reflejaba en sus ojos.
—¿Pero tú no ves lo que pasa a tu alrededor? ¿Has visto como está tu mujer? ¿Te has visto a ti mismo? —sonrió con sarcasmo—. Vivimos presos en nuestra propia casa, rodeados de la gente más despreciable que jamás haya existido. ¿Esto es para ti una vida superior? No somos nada, tenemos dinero, sí, pero no sirve para absolutamente nada. Hasta los magos y muggles más pobres viven mejor que nosotros.
—Esa asquerosa sangre sucia te ha lavado el cerebro.
—Ella no me ha lavado nada. Y no te atrevas a mencionarla. Mira, papá —marcó el apelativo—, me parece maravilloso que quieras condenar tu vida, de verdad, tírate por el balcón si te hace ilusión, o pídele a tu querido Voldemort que te mate, me da absolutamente igual. Pero no te lleves la vida de mi madre y la mía por delante, no tienes ningún derecho.
—Ella...
—Ella sufre, tiene miedo por lo que nos ocurra porque, increíblemente, te quiere. Y por tu jodida culpa ella está tan condenada como nosotros. Porque está marca de aquí —se señaló el antebrazo—, va a ser nuestra perdición. O morimos porque al Lord le venga en gana, o porque nos acaben dando el beso del dementor —hizo una pausa cogiendo aire—. Que te quede claro que solo estoy aquí porque madre no puede huir, si no me habría largado hace mucho —se dio la vuelta con intención de irse.
—Jamás aceptaré que un hijo mío sea un traidor y esté con una sangre sucia —Draco se detuvo pero no se volvió.
—No te preocupes, para tu buena suerte no tienes ningún hijo. De ahora en adelante sugiero que tengamos una relación cordial, al fin y al cabo ambos somos mortífagos y nuestra vida pende de un hilo.
—Todo por una sangre sucia... —masculló Lucius entre dientes. Draco se giró, no consentía que hablase así de Hermione.
—Ella tiene la sangre más limpia que ninguno de nosotros, pero tu cerrada mente es incapaz de verlo. Siento lástima de ti —en un ataque de ira Lucius sacó su varita y le apuntó.
—No te tolero que me hables así, soy tu padre.
—Tú no eres nada de mí. Pero vamos, tortúrame si quieres, venga, lánzame el crucio —sonrió con pena—. Esa es tu solución para todo.
—El Señor Tenebroso hará que pagues caro estas ofensas —dijo entre dientes.
—Me dan igual tus amenazas, moriría por salvarlas —Lucius mantenía la varita pero le temblaba el brazo.
—Debería matarte aquí mismo.
—Hazlo, ten huevos, mátame. Y después vas a buscar a mi madre y se lo cuentas, que me has matado por los ideales de Voldemort —Lucius no lo hizo, su varita seguía en su mano, temblando, pero no decía nada—. Bien, si me disculpas me voy a mi habitación, a guardar las cartas que me ha escrito mi novia —se dio la vuelta y se dirigió a la puerta.
—¡Crucio! —gritó al fin apuntando a su hijo. Draco cayó al suelo pero apretó los dientes para no gritar, no pensaba darle ese gusto. El hechizo no fue muy fuerte y pudo soportarlo bien, tampoco fue muy duradero y en cuanto paró él se levantó y, sin volverse, habló:
—Adiós, padre, espero que nunca se borre de tu memoria que el día en el que perdiste a tu hijo trataste de torturarlo —y sin añadir nada más salió del despacho y volvió a su cuarto directamente.Al entrar vio a su madre sentada en la cama, se notaba su angustia.
—¿Qué ha ocurrido? ¿Todo bien?
—Bueno, hemos discutido. Él ha leído esto y después me ha intentado torturar —tiró el paquete de cartas a la cama, después abrió una mochila y comenzó a meter cosas dentro.
—¿Qué significa esto, Draco? —preguntó Narcisa asustada mirando las cartas.
—Son cartas de mi novia. Sí madre, Hermione Granger es mi novia.
—Oh Draco, pero es una...
—No lo digas. No la llames sangre sucia. Por favor, no —Narcisa se calló y observó a su hijo meter cosas en la mochila.
—¿Qué haces?
—Me voy.
—¿Cómo que te vas? Draco no hagas locuras —se levantó y se acercó a su hijo. Él se detuvo y la miró.
—Necesito despejarme unos días, madre, no te preocupes, no te dejaré sola.
—Pero...
—Mira madre, no voy a arrepentirme de nada, la amo, la quiero con locura, daría mi vida por ella. Sois lo único que me importa y, sinceramente, los prejuicios y la pureza de sangre me chupan un pie.
—Draco...
—No sufras, madre, volveré pronto. Solo quiero despejar mi mente, estoy harto de tanto mortífago —se echó la mochila al hombro, cogió la varita y besó su mejilla. Ella le detuvo y le abrazó.
—Espero que puedas perdonarnos —suspiró.
—No tengo nada que perdonarte, estoy muy orgulloso de que seas mi madre —la estrechó entre sus brazos.
—Draco, es tu padre...
—No —negó con firmeza—. Nunca ha sido mi padre, y ahora menos que nunca —volvió a besar su mejilla—. Cuídate mientras estoy fuera —Narcisa asintió y él se separó.
—¡Erin! —gritó, el elfo apareció con un sonoro 'crack'.
—Dígame, señorito Malfoy.
—Erin, me voy unos días. Cuida de mi madre en mi ausencia y no le digas nada a... Al señor Malfoy.
—No se preocupe, señorito Malfoy, yo me encargo de todo —dijo haciendo una reverencia.
—También necesito que lleves una carta.
—Por supuesto...
—No, nada de 'señorito Malfoy', por favor, llámame Draco.
—Pero señor...
—Si te vas a sentir más cómodo dime señor Draco Malfoy —el elfo asintió.
—Claro, señor Draco Malfoy. ¿A quién envió la carta?
—A Hermione —escribió rápidamente en un papel sus últimos acontecimientos y lo dobló—. Pero llévala tú, no la envíes por lechuza. Búscala y dale la carta, por favor.
—Por supuesto, señor.
—Y necesito una última cosa. Busca a Dobby, y dile que me encuentre, es muy importante.
—Pero Dobby fue liberado, señor —Tin pareció reacio a obedecerle.
—Lo sé, estaba en Hogwarts. Búscalo igualmente, eres listo, podrás encontrar su rastro.
—Lo intentaré, señor.
—Muchas gracias, Erin —palmeó la cabeza del elfo.
—No hay por que darlas. Cuidar a la señora, carta a la señorita y buscar a Dobby —contó Erin.
—Eso es —y con una nueva reverencia y un nuevo crujido desapareció.
—¿Qué vas a hacer, Draco?
—No lo sé, ya me decidiré. Adiós madre.
—Adiós hijo.Y Draco se desapareció sintiéndose más tranquilo consigo mismo. Ojalá pudiera sacar a su madre de esa casa, era lo único que necesitaba. Se apareció en una antigua casa propiedad de la familia Black. Necesitaba saber que las tareas impuestas a Erin iban bien, especialmente quería saber dónde estaba Hermione, necesitaba verla. Al fin y al cabo, la pelea con su padre había sido el detonante final del cambio, ya nada sería como antes y eso le llenaba de emoción y le aterraba a partes iguales. Pensó en Lucius, no sentía ningún tipo de remordimiento por cortar su relación, al fin y al cabo no se podía esperar un bonito final cuando no hubo ni siquiera un principio. Se tumbó en una alfombra usando la mochila como almohada. Volvería a casa a los tres días pero por el momento podía respirar tranquilo, sin mortífagos a su alrededor.
Algo en su interior le decía que Potter ganaría esa guerra, ahora solo le quedaba sobrevivir hasta que lo lograse. <<Por favor Hermione, ten mucho cuidado>>, fue su último pensamiento antes de quedarse dormido.
ESTÁS LEYENDO
Dramione One Shots
FanfictionBreves historias sobre Dramione. La autoría es completamente de JK Rowling, yo únicamente uso sus personajes y su universo para un fin lúdico. Portada por: captbexx. Créditos a los dueños de las imágenes (especialmente a Upthehillart). Para que no...