Draco estaba muy agobiado. Últimamente no podía dormir, ni comer, ni pensar con claridad. La vuelta a Hogwarts había sido la peor de sus ideas. Volver había significado encontrarse con Hermione y enamorarse como un desgraciado.
Salió a dar un paseo para intentar despejarse pero era imposible que saliese de su mente, ella alegraba su vida. Iba tan ensimismado que no se dio cuenta de por donde iba y tropezó con una armadura. El ruido sonó fuertemente y Draco salió corriendo de allí antes de que apareciese Filch. Recorrió unos cuantos pasillos pero, por desgracia, se encontró con McGonagall.
—¡Señor Malfoy! ¿Qué hace aquí a estas horas?
—Dar un paseo...
—Pues no son horas de dar un paseo.
—¡Directora McGonagall! —Filch apareció corriendo junto a su gata. Draco maldijo su suerte.
—¿Qué sucede, Argus? —preguntó la profesora colocándose las gafas.
—Este alumno estaba fuera de la cama y ha tirado la armadura del primer piso.
—Yo no he tirado nada, me choqué sin querer —se defendió Draco.
—Serás castigado igualmente... —dijo el conserje frotándose las manos.
—Yo me encargaré —cortó McGonagall
—Pero directora...
—Yo lo haré.
—Está bien. Vamos, Señora Norris —el squib se alejó refunfuñando de mal humor junto a su gata.
—A mi despacho, Malfoy.
—Pero es un poco tarde...
—Eso debiste haberlo pensado antes de vagar por el castillo fuera de hora —contestó firmemente McGonagall.La directora comenzó a andar por el pasillo y a Draco no le quedó otra que seguirla.
Llegaron ante la vieja gárgola y McGonagall se detuvo.
—Sapo de menta —pronunció, y la gárgola giró. Ambos pasaron al despacho.
—Profesora...
—Usted espere aquí, tengo que hacer una cosa —y mientras Malfoy se sentaba ella se dio la vuelta para marcharse no sin antes hacer una señal a cierto retrato del despacho.En cuanto McGonagall salió, Draco respiró con pereza, toda la vida deambulando por el castillo y nunca le pillaban y hoy tenía que ser el día.
—Buenas noches —oyó una calmada voz y dio un bote que casi se cae de la silla.
—¿Quién habla? —preguntó alterado.
—Aquí arriba, Draco —el chico buscó el origen de la voz y se dio cuenta de que provenía de un cuadro.
—¿Profesor Dumbledore?— preguntó levantándose y acercándose.
—Hola, Draco.
—Hola... —contestó dudoso.
—Es raro hablar con un cuadro, ¿no?
—Pues un poco la verdad...
—¿Qué haces aquí?
—McGonagall me ha pillado en el pasillo a deshoras.
—No creo que te castigue pero, ¿qué hacías fuera a estas horas?
—Necesitaba despejarme. Oiga... Usted no... —no fue capaz de mirar el retrato del viejo director mientras hablaba.
—Nunca me enfadé contigo —contestó con suavidad.
—Pero yo le intenté matar —Draco se sintió culpable.
—Yo iba a morir de todas formas, que me matases solo era algo que nos beneficiaba para que Severus consiguiese infiltrarse con los mortífagos. Es más, casi debería pedirte perdón yo a ti por no decirte que iba a morir igualmente. Aun así no lo hiciste y eso demuestra que tienes buen corazón.
—No creo... Eso solo demuestra que no tengo agallas —replicó frustrado.
—Yo no creo eso. Eres una persona valiente, arriesgaste tu vida y lo diste todo para salvar a tu familia. Eso no es de cobardes.
—Si usted lo dice...
—Últimamente se habla mucho de ti por Hogwarts.
—Sí, bueno, los rumores acerca del exmortífago y su redención son frecuentes —contestó molesto.
—No me refiero a eso. El otro día vinieron al despacho de la directora McGonagall dos muchachos de Slytherin con la cara azul que te acusaban de haberles hechizado porque había habido un conflicto con la señorita Granger —Draco se sonrojó cuando escuchó eso.
—Esos dos idiotas insultaron a Herm... A Granger por ser hija de muggles. Eso no es un problema, nunca lo ha sido, y desde que se acabó esa horrible guerra no debería haber prejuicios —contestó dolido.
—No, no debería. Pero los hay. Siempre los habrá.
—Usted parece enterarse de todo —le miró desafiante.
—Yo simplemente soy un recuerdo de lo que en su día fue Albus Dumbledore.
—Pues parece tan chiflado y sabio como lo era él —contestó sinceramente ganándose una sonrisa por parte del mago retratado.
—Pues muchas gracias —su felicidad confundía a Draco que, simplemente, se encogió de hombros y paseó por la habitación.
—Ya que sabe tantas cosas... No sé, ¿se entera de los... Pensamientos de los demás?
—No puedo realizar legeremancia, si es lo que preguntas. Pero sí que puedo intuir. Solo soy un retrato pero el Dumbledore real empleó mucho tiempo en preparar este cuadro.
—Usted era un Gryffindor, usted tenía valentía para preguntar cosas pero... ¿Los Slytherin también la tienen? —preguntó. Ya que estaba hablando con el viejo Dumbledore por lo menos sacaría algo sobre su drama con Hermione.
—Por tu angustiada cara deduzco que tus problemas son del ámbito amoroso. Ahí te puedo decir que la casa a la que pertenezcas no influirá. Podrías preguntar al Sombrero Seleccionador si quisieras. Yo era un Gryffindor pero viví y morí solo en ese aspecto.
—Bueno, pero...
—Mira, Draco, yo amé pero fracasé. En parte por no intentarlo. Tirarse de cabeza y corazón es una locura, sí, pero no hacerlo por si el golpe es fuerte, es una estupidez —el chico miró fijamente a Dumbledore, sentía que era él en carne y hueso, que estaba hablando con el auténtico Albus Dumbledore—. No tengas miedo. El miedo al amor es el mayor miedo que conozco. Temerlo es peligroso y no arriesgarse, más aún. Cuando encuentres a la persona que te haga ver el querer como valentía y no como temor, será entonces cuando sonrías como nunca lo has hecho —Draco no pudo evitar pensar en Hermione y una sonrisa tonta se instaló en su cara—. Y te darás cuenta de ese campo de nubes que brilla en tus ojos. No me entiendas mal, no digo que tu felicidad tenga que depender una persona, yo fui capaz de vivir feliz sin ello, pero sí es verdad que la sonrisa es una línea curva que empieza en tu boca y será mucho más larga si acaba en la de alguien. Dicen que compartir es vivir y no hay nada mejor que compartir recuerdos con quien te ha enseñado todo lo que hay más allá del miedo a la derrota que supone el olvido. Yo fallecí con muchos años y me cansé de escuchar que alguien dejaba ir a quien quería porque empezó a gustarle demasiado. A veces somos tan tontos que cavamos nuestra propia tumba y, encima, presumimos de ello. Mira, si ya de por sí es difícil dar con la persona que sea capaz de llenarte, no te quiero contar cómo será cuando te ahogues en tu propio miedo a respirar solo. No vas a tener nada que perder, nunca. El amor te hará cosquillas y el desamor te hará mas fuerte —miró hacia el retrato donde Severus Snape dormía—. Esto es así. La vida son lecciones y aunque haya veces que no nos guste ir a clase, días grises en los que parece que el mundo se nos viene encima, siempre puede haber una compañera —hizo énfasis en eso último— que le dé sentido a la mañana, que haga salir el sol cada vez que ríe —Draco sintió por un momento que ese cuadro estaba leyendo sus pensamientos—. Dar el primer paso cuesta, pero nunca con ninguna otra cosa sentirás que vuelas tan alto como se consigue queriendo. Créeme, el cielo es mucho más demócrata si se comparten alas. Con esto no quiero decirte que no sientas miedo, porque todos los sentimos, lo que pretendo decirte es que te atrevas, que seas valiente, porque ya hay muy pocos que son capaces de arrasar a la razón cuando el corazón compite.Tras el soliloquio de Dumbledore, Draco sentía el corazón latirle muy rápido, había descrito sus devenires con Hermione. Necesitaba declararse porque era evidente que si no se arrepentiría siempre.
—Gracias, profesor Dumbledore, muchas gracias —y sin dar tiempo a nada más salió corriendo del despacho.
Entonces apareció McGonagall tras una puerta lateral.
—Estarás contento, Albus, menudo lío he montado para traerte al muchacho.
—Todo ha ido bien, Minerva.
—Menos mal.—————20 años después—————
—Hola —saludó el viejo director.
—¿Quién habla? —preguntó un niño rubio sentado en una silla.
—Aquí arriba.
—Hola. Eh, usted es Albus Dumbledore.
—En efecto.
—Yo soy Scorpius Malfoy, encantado.
—¿Me conoces? —preguntó el anciano director observando al niño.
—Sí, mi padre siempre habla de que un tal Dumbledore le ayudó a conseguir que mamá fuese su novia.
—Conozco a tu padre. Draco Malfoy y yo fuimos viejos amigos.
—Pero lleva razón mi madre, usted no es un viejo chiflado, parece más bien un gran sabio.
—Agradece a tu madre el cumplido.
—Uy, podrá hacerlo usted, probablemente vendrá ahora porque Albus y yo hemos tenido un problema con unos chicos de Gryffindor.
—¿Albus? —preguntó con curiosidad el retrato.
—Sí, Albus Potter. Es mi mejor amigo y seguro que por culpa de esos idiotas ahora vienen mis padres y los suyos —el retrato supo de inmediato que el hijo de Harry Potter llevaba su nombre y se sintió honrado.
—¿Qué haces aquí solo?
—Espero a la directora McGonagall.
—Los Malfoy seguís teniendo problemas con los Gryffindor... —murmuró.
—Es que insultaron a Albus por ser de Slytherin. Y los prejuicios de las casas ya se acabaron —la contestación del niño hizo que Dumbledore sonriese, había sonado igual que su padre años atrás.
—Sí, ahora los Gryffindor pueden llevarse bien con los Slytherin, ¿verdad?
—Hace ya años. Mis propios padres son de distinta casa.
—¿Ah sí?
—Claro, mi madre fue Premio Anual de Gryffindor y mi padre... Bueno, ya le conoce. En realidad ella es la única Malfoy que no es Slytherin.
—Curioso...
—Bueno, es que ella es más que una Malfoy. Mi padre siempre dice que por mucho que estén casados su gen Granger es más fuerte.
—¿Tú madre es Hermione Granger? —Dumbledore no pudo ocultar su sorpresa.
—Claro... Ella es famosa. Ayudó a detener a Voldemort —contestó el chico sin comprender como Dumbledore, que era tan sabio según sus padres, no sabía quién era su madre.
—Sí, sí, lo sé. Es solo que hace años tuve un encuentro con tu padre que nunca imaginé que acabase así. Aunque lo sospeché... ¿Me harás un favor? —Scorpius asintió—. Cuando veas a tu padre le dices: "el profesor Dumbledore te felicita por conseguir atreverte". ¿Lo harás? —el chico asintió de nuevo.
—Señor Malfoy —llamó McGonagall nada más entrar en el despacho.
—Profesora McGonagall.
—Baje a su sala común, ya he hablado con Potter y con el profesor Longbotton, está todo solucionado.
—Gracias. Adiós, profesor Dumbledore —se despidió del retrato.
—Adiós, Scorpius —y el retrato, en su limitada capacidad por ser un cuadro, sintió felicidad por esos dos chicos enemistados, de distinta cada y estatus de sangre, que habían logrado poner paz y llegar a amarse. Ay si él lo hubiese logrado hacía siglos...

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Dramione One Shots
FanfictionBreves historias sobre Dramione. La autoría es completamente de JK Rowling, yo únicamente uso sus personajes y su universo para un fin lúdico. Portada por: captbexx. Créditos a los dueños de las imágenes (especialmente a Upthehillart). Para que no...