Hogsmeade (parte 2)

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  Caminaron alegremente por las calles del pueblo, mirando tiendas y comprando alguna cosa que se les antojaba.
  —¿Vamos a las Tres Escobas a tomar una cerveza de mantequilla? —preguntó Draco mientras hechizaban una bolsa para que entrasen todos los libros que habían comprado.
  —Vale... —Hermione se puso algo nerviosa porque sabía que allí iban a estar sus amigos. Y cuando ambos se enterasen de que era amiga de Draco, es más, que había ido con él a Hosmeade... Se iba a liar.
  —Te preocupan tus amigos —afirmó viendo su preocupado gesto. Ella suspiró, el hurón la conocía bien.
  —Un poco, la verdad.
  —Si va a ser un problema no tenemos que ir.
  —No, no. Eres mi amigo, y si ellos no son capaces de entender que puedo ir contigo a las Tres Escobas cuando me plazca, que se busquen la vida —ella estaba bastante molesta.
  —¿Y tu amiga Ginny? —preguntó con cautela.
  —¿Qué pasa con ella?
  —¿Sabe que estás conmigo? —se sintió algo vergonzoso por la manera en la que eso había sonado pero ella no pareció notarlo.
  —No...
  —¿También se va a enterar si entramos? —sonaba casi a una afirmación.
  —Pues sí... Bueno, Ginny se enfadará porque le dije que no vendría. Claro, que eso fue antes de que tú me invitases... Da igual, Ginny lo entenderá. Vamos —y sin preocuparse de que Draco la siguiese se marchó muy resuelta y llegó hasta la puerta del bar. El chico la siguió.
  —Vamos allá —susurró él antes de abrir la puerta.

  Ambos entraron en el bullicioso local. Hermione vio una mesa libre en una esquina y se la señaló a Draco, que fue hacia allí con la bolsa y esquivando a la gente. Ella se dirigió a la barra.
  —Buenas tardes.
  —¿Que le pongo? —preguntó un camarero a gritos para hacerse oír por encima del ruido.
  —Dos cervezas de mantequilla por favor, una de ellas con jengibre —gritó de vuelta Hermione.
  El hombre se las sirvió y ella pagó.
  —¡Hermione! —oyó que la llamaban. Se dio la vuelta y se encontró con Harry.
  —Hola —contestó seca.
  —¿Qué tal? —se extrañó de que su amiga mostrase tan poco entusiasmo al verle.
  —Bien. ¿Y tú? —preguntó desviando ligeramente la vista hacia donde estaba Draco, que la miraba preocupado.
  —Todo bien. Oye, ¿te pasa algo?
  —Si me hubieses escrito lo sabrías —se fue a la mesa dejándolo allí plantado.
  —¿Todo bien? —preguntó Draco cuando ella se sentó y dejó las cervezas en la mesa.
  —Bueno, esto acaba de empezar. Prepárate porque ahora vendrán a decir que qué me pasa —dio un sorbo.
  —Lo siento pero, ¿qué te pasa? —preguntó él bebiendo también.
  —Pasa que ni siquiera se han acordado de mi cumpleaños —contestó con resentimiento.
  —Oh, vaya...
  —Sí, vaya...
  —Lo siento mucho.
  —Tú no tienes nada que sentir, hiciste que mi cumpleaños fuese maravilloso —se miraron sonrientes pero el momento fue interrumpido.
  —¡Hermione! —Harry se acercó tan rápidamente que ni se percató de que Draco estuviese allí.
  —Harry —contestó ella molesta.
  —¿Estás enfadada por qué no te he escrito? —preguntó algo sorprendido.
  —No, aunque no habría estado mal que te preocupases por mí un poco.
  —¿Y entonces? —se sintió mal por las palabras de su amiga.
  —No lo sabes. Bien, te ayudaré. ¿Qué día es hoy? —no pudo contestar porque aparecieron Ginny y Ron detrás.
  —Hermione, Harry nos ha dicho que estas enfadada con nosotros —dijo Ron.
  —Con Ginny no —fue lo único que contestó Hermione—. Es más, te pido perdón porque te dije que no vendría y he venido. Es que me invitaron a última hora.
  —¿Quién? —preguntó la pelirroja.
  —Él —señaló a Draco, que saludó a su compañera con la mano.
  —Ah, hola, Malfoy —dijo ella sentándose en una silla junto a Hermione y bebiendo de la cerveza que traía en la mano. Eso iba para largo, no hacía falta más que ver la cara de su amiga.
  —¿Malfoy? —preguntó Harry que, al igual que Ron, se había quedado con la boca abierta.
  —Sí, Draco —contestó firme Hermione.
  —¿¡PERO QUÉ HACES CON ÉL!? —gritó Ron. Por suerte, el bullicio del bar les hizo pasar desapercibidos
  —Es mi amigo, he salido a dar una vuelta con él. Lo habría hecho con vosotros pero sois unos amigos horribles.
  —No entiendo nada, Hermione... —Harry se colocó las gafas.

  Draco miraba divertido la escena: Potter estaba totalmente perplejo y observaba sin entender a Hermione, que estaba sentada y mirándoles con frialdad; Weasley rojo como su pelo y mirándole a él con odio y Ginny sentada junto a él y con cara de aburrida.

  —Yo te ayudo para que lo entiendas, Harry. Te lo repito, ¿qué día es hoy? —Hermione estaba verdaderamente molesta.
  —Hermione odia que la gente olvide su cumpleaños —le susurró Ginny a Draco.
  —Pues... Hoy es martes —contestó Ron.
  —No, idiota, día de número —dijo Hermione tajante.
  —Es 28 de octubre —respondió Harry.
  —El mes que sigue a septiembre... —dejó caer Ginny y Draco contuvo la risa.
  —Draco, ¿me puedes decir la hora? —preguntó Hermione.
  —Eh... Sí, claro. Son... Las siete y cuarto —dijo consultando su reloj de bolsillo.
  —Uy, que reloj tan bonito. ¿Dónde lo compraste? —inquirió de nuevo. Draco se dio cuenta de lo que ella quería.
  —No lo compré, me lo regaló mi madre por mi cumpleaños —hizo énfasis en la última palabra. Ella ya lo sabía y había sido muy lista, como siempre.
  —Oh, los cumpleaños. Que cosa tan maravillosa, ¿verdad, Harry? —en ese momento el chico lo comprendió todo y, con una cara de susto que hizo reír a Draco, comenzó a disculparse.
  —Lo siento, lo siento mucho. Lo olvidé con todo el lío de los aurores. Perdóname, por favor, perdóname, Hermione —ella se apiadó de él, veía en su mirada verdadero arrepentimiento y, al fin y al cabo, comprendía que estuviese liado.
  —Te perdono pero, por favor, no lo olvides nunca más —se levantó y abrazó a su amigo. Ginny también se levantó, sonriente porque su amiga y su novio ya estuviesen en paz.
  —No entiendo nada —Ron seguía mirando a Draco con asco.
  —¡Ron, eres más tonto que una piedra! —exclamó Ginny.
  —Nos olvidamos de su cumpleaños, Ron.
  —¿Y por eso tanto lío? No me puedo creer que os preocupéis por esa estupidez cuando este está aquí —señaló a Draco con ira.
  —¡¿Estupidez?! —chilló Hermione. De nuevo nadie les prestó atención.
  —Pues comparado con que esté aquí un sucio mortífago... ¡SÍ, ES UNA ESTUPIDEZ! —Harry en ese momento pensaba que su amigo no podía ser más tonto y, abrazando a Ginny por los hombros dio un par de pasos atrás. Sabía que Hermione estando enfadada era peligrosa y en ese momento estaba furiosa. Y sabía que Ginny se pondría de parte de su amiga y no quería que Ron acabase en San Mungo.
  —Has olvidado mi maldito cumpleaños, se supone que eres mi amigo —pronunció Hermione entre dientes. Ante esto, Draco se levantó también y se colocó prudencialmente.
  —Pues lo siento, he estado ocupado. No todos tenemos tanto tiempo libre. Aunque veo que a ti te sobra hasta para hacer amigos —dijo eso con un tono de asco que Hermione no pudo soportar así que, sin gritar pero con un tono que habría asustado hasta al mismísimo Voldemort, espetó:
  —Yo hago con mi vida lo que quiero. Y si quiero que Draco sea mi amigo, lo será.
  —¡¿Pero no ves que es un mortífago?! Te vendería en cualquier momento —Hermione estaba más enfadada que nunca en su vida.
  —Tú no tienes ni idea de nada —si ya estaba confusa sobre Draco lo último que necesitaba era que Ron viniese a molestar—. Puedo hacer lo que me plazca, es mi vida.
  —Pero no puedes ser su amiga...
  —Puedo ser lo que me dé la gana, como si quiero ser su novia —y sin más aviso, cogió a Draco por el pecho y le besó. Sus amigos se quedaron estupefactos. —Y ahora, si me disculpáis, me voy con mi amigo Draco —y se marchó de allí a buen pasó. Draco cogió la bolsa con los libros y la siguió rápidamente.

  Cuando él salió por la puerta Hermione llevaba unos metros de ventaja y se la veía alterada. Él decidió seguirla sin más.

Dramione One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora