Quererse

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  Todo comenzó en Hogwarts. Él estaba enamorado de ella desde cuarto y, aunque intentó frenarse por los prejuicios, fue incapaz de reprimir sus sentimientos.
  Todo estuvo controlado mientras la cosa no era recíproca pero una tarde (nunca olvidará aquella tarde de otoño) aprendió a provocarle una sonrisa. Y así consiguió un comienzo de amistad. Y hablaron, y compartieron secretos. Y después llegaron las caricias y las complicidades.

  Desde ese momento, cuando aún ni siquiera se habían dado un beso, aunque llevaban compartiendo su vida desde hacía ya tres años, él la buscó con cariño en cada ocasión para provocar que se le iluminase una sonrisa en el rostro.

  Y fue entonces, mientras estaba sentado en el suelo de su habitación, llorando de la impresión que le había supuesto ver morir a dos nacidas de muggles en su propio comedor, cuando Narcissa entró. Ella sabía que su hijo estaba raro y no pensaba dejar que terminase de consumirse.
  —Draco...
  —Madre —susurró él desde el suelo.
  —¿Qué tenía de especial esa pobre gente para que llores por ella?
  —¿No es suficiente con que haya muerto gente porque sí? —preguntó con rabia.
  —Sí. Pero no lloras por eso. ¿Qué sucede? —Draco la miró a los ojos: su madre le conocía, acabaría sonsacándoselo... Y además era una de las pocas personas en quien podía confiar. En realidad solo podía confiar en ella y en...
  —Lloro porque me he asustado al oír que habían capturado a dos sangres sucias —Narcissa ocultó su sorpresa.
  —No lo entiendo. ¿Por qué...? —Draco se levantó con ímpetu.
  —¡Pues porque son personas, madre! Son personas iguales a nosotros, con la sangre igual de limpia y la magia con la misma o mejor calidad. Pueden ser brujas excepcionales, con talento y capacidades espectaculares.
  —¿Quién es?
  —¿Quien es quién?
  —La persona nacida de muggle por la que llorabas al creerla muerta —se miraron firmemente.
  —Hermione Granger —contestó con fuerza aunque en un susurro.
  —¿Pero hijo...? —su madre se asustó al oír el nombre.
  —Nada de lo que digas o hagas hará que cambie de opinión —y su respuesta provocó una sonrisa en la mujer de aspecto cansado que estaba frente a él.
  —Solo iba a decir que cómo no me lo habías dicho antes —una sonrisa de felicidad cruzó la cara del chico, su madre aprobaba a Hermione.
  —Gracias —abrazó a su madre con cariño pero sonó un fuerte ruido en la planta baja.
  —Voy a mi habitación. No salgas de aquí, probablemente será Bella o algún otro mortífago chiflado que querrá matar. Hasta luego hijo —besó su mejilla y salió de allí desapareciéndose.

  Draco se tumbó en la cama y, con los brazos tras la cabeza y la vista fija en el techo, se permitió, por fin, dejar salir los pensamientos que le atormentaban desde hacía años:
  —La quiero, la quiero y eso implica todo, joder, claro que implica todo. Porque querer debería implicar siempre todo, debería ser grande, debería hacerte sentir infinito, debería hacerte volar, debería suceder. Porque querer pasa, ocurre, sucede. Pues claro que la quiero, daría cualquier cosa con tal de verla feliz. Y ha ocurrido, hemos sido un plural que solo nos incluye a nosotros. ¡Por Morgana! La quiero y eso significa querer bien, y mucho, a oscuras y con la luz encendida, querer los lunes, en blanco y negro y en color. La quiero libre, despacio, deprisa y a medias. ¡Ay joder! Que estoy perdidamente enamorado de ella... Y qué bonito es querer, que implica todo, que nosotros éramos pequeñas nadas que han formado un todo.

  En algún momento Draco se durmió. También en algún momento la guerra terminó, y los problemas y los pensamientos vacíos. Y tras un par de meses, un día, el decisivo para los Malfoy, se vieron. Y esa noche, mientras su padre se pudría en Azkaban y su madre descansaba en casa de su tía Andrómeda tras una emotiva reconciliación, él salió a pasear por el Londres muggle.

  Y entonces, como polillas atraídas por la luz, ellos, involuntariamente, se encontraron. Se acercaron andando, o corriendo, ni siquiera lo notaron, y se pararon frente a frente, sin decir nada, solo mirándose.
  Y en ese momento, Draco mandó todo a la mierda y la besó. Como le hubiese gustado hacerlo desde hacía años. Y ella respondió acercándose más, como también le hubiese gustado hacerlo desde hacía años.

  Y es que es bonito querer, pero más bonito es que tengan la manía de quererte igual.

Dramione One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora