Dramione One Shots

¿Te he dicho alguna vez que te quiero?

  Desde que consiguió dejar de tener pesadillas siempre dormía toda la noche de un tirón y sin sueños que pudiese recordar y esa noche no fue la excepción. Se despertó agitada y notó la ropa interior húmeda pero al tratar de recordar qué había soñado, había olvidado hasta haber tenido sueños.
  —Draco... Cariño... —susurró.
  Realmente susurrar era un poco tonto si su firme propósito era despertarlo aunque claro, quería despertarlo con cariño para hacer el amor.
  Pero Draco simplemente gruñó y se puso la almohada sobre la cabeza para no escuchar más ruidos.
  Hermione frunció el ceño, sabía que él odiaba madrugar pero también sabía que cuando estaban recién despiertos sus encuentros sexuales solían ser espectaculares así que decidió apretar un poco en sus técnicas de despertadora humana.

  Se humedeció los labios y le besó la espalda desnuda desde los hombros hasta el filo de los calzoncillos. Recorrió todo el camino cinco veces sin resultados así que probó a meter la mano bajo la ropa interior y acariciarle desde los hombros hasta el culo. Para ese momento Draco ya no estaba dormido, simplemente adormilado, y abrió los ojos de golpe cuando notó el suave golpe de la gomilla de sus calzoncillos.
  —Hermione, ¿qué quieres? Es muy pronto... —murmuró.
  Su voz sonó rota, dormida, grave, ronca. La voz de Draco Malfoy en ese estado era la que más le gustaba a Hermione, era terriblemente excitante.

  Metió la mano bajo la almohada y le acarició el pelo suavemente. Amaba su pelo casi tanto como lo amaba a él, y puesto que su propósito era excitarle, puso todo su empeño en que las caricias fuesen sensuales. Supuso que no lo había hecho mal cuando el cuerpo de su marido se dio la vuelta lentamente quedando boca arriba. Sus ojos recorrieron su cuerpo de arriba a abajo y no pudo evitar pensar que él si que era sensual y no su mano bajo la almohada. No pudo evitar reaccionar ante semejante pensamiento y se mordió el labio ahogando un suspiro.

  El pobre estaba muy dormido y durante una fracción de segundo le dio pena despertarlo, instantáneamente después recordó la cantidad de veces que lo habían hecho recién despiertos y la lástima se fue tan rápido como había llegado.
  Plantó la mano en su pecho y fue bajando despacio, acariciando con las uñas suavemente hasta llegar a la zona cero. Jugueteó con su miembro por debajo del calzoncillo despertándolo exactamente igual que como había hecho con su marido.
  Draco, evidentemente, ya no dormía, y estaba tenso, con los puños apretados y dejándose hacer mientras se mordía el labio inferior cada vez que veía a Hermione humeder su mano para deslizarla mejor.
  La ropa interior de Hermione era de color beige y la humedad fruto de la excitación que tenía se notaba mucho. Draco no pudo evitar fijarse en la mancha e involuntariamente su cuerpo reaccionó, cosa que, automáticamente, su mujer notó. Ella cambió de postura y pasó de estar sentada a ponerse de rodillas y sin tardar ni un segundo deslizó sus calzoncillos hasta los pies y acompañó la mano con la boca.

  Había pocas cosas que le gustasen más que la expresión de placer que pintaba la cara de Draco cuando hacían el amor, literalmente solo con verle se excitaba más. Así que se colocó de manera que, mientras subía y bajaba con las manos y la boca, pudiese observarle. Él se agarró con fuerza al cabecero de la cama y cerró los ojos.
  —Ah... —suspiró ella al verle cerrar los ojos sabiendo la oleada de placer que le estaba envolviendo.
  —Joder, Hermione... —masculló entre dientes. Ella aceleró un poco el ritmo y Draco gimió—. ¡Para, para, que no aguanto más! —pero ella no se detuvo y fue él el que se incorporó y la frenó. A Hermione no le dio tiempo a reaccionar porque Draco agarró su antebrazo y llevó su mano hacia su propia humedad. Ella se retorció al tocarse.
  —¡Ah! —gimió ante su propio roce.
  Cuando volvió a abrir los ojos Draco estaba de rodillas frente a ella. La besó con pasión mientras su manos se dirigían a la última prenda que faltaba por quitar y, posteriormente, acarició la zona que momentos antes ella misma había rozado y obtuvo un sonoro jadeo precedido por un excitante 'Draco'. Sonrió y entró de lleno con dos dedos mientras se tocaba su propia erección. Tuvo que parar porque entre escucharla gemir tan cerca de él y que la chica le había dejado al límite, si seguía tocándose iba a terminar muy pronto.
  —Merlín santo, cariño, ¿qué estás haciendo conmigo? —susurró antes de tumbarse y dejarla encima.