Dramione One Shots

100 Razones

  Hola lectorxs de este one shot. Este es el capítulo 100 y a decir verdad jamás imaginé que llegaría tan lejos. Comencé a escribir esto porque era más fácil que se me ocurriesen breves historias que capítulos para la otra en la cual llevo atascada mucho tiempo. Me parece fascinante y sorprendente como al principio me alucinaba que la hubiesen leído dos o tres personas y que ahora haya tanta gente que la sigue. Quería agradeceros a todxs vuestro apoyo así como vuestros comentarios. Nunca hablo en primera persona ni comento nada pero quería dar las gracias por esto.

  En lo práctico que nadie piense que voy a cortar esto ni nada parecido. Utilizo muchas cosas para inspirarme y aún tengo una carpeta llena para continuar. Así que aún queda #dramione para largo ;-).

  Una vez más agradecer a lxs lectorxs por su paciencia y continuidad. También dar las gracias a los artistas creadores de estos maravillosos fanarts. Por lo demás, un saludo y espero veros en el capítulo 200. Muchas gracias.

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  —Muy bien Draco. Hermione, tú turno—la chica asintió quitándose las lágrimas.
  —Hay muchos motivos por los que una puede estar casada con Draco Malfoy. Puedo empezar por los tópicos, porque es bueno, cariñoso, inteligente, valiente, leal, divertido y un amante de diez. Pero no solo es eso, no, es mucho más, muchísimo más. Draco es ir a sitios que odia por mí, es chincharme con esa sonrisilla de malo y fingir ofensas en nuestra pelea particular o buscarme las cosquillas sabiendo que las encontrará. Es la caricia en la mejilla antes de besarme, los besos en la frente y pegar la cara en mi pelo susurrando que me quiere, es sonrisas que llegan hasta los ojos y carcajadas a mandíbula batiente. Es los susurros de buenas noches, las sonrisas sinceras al sentir amor, los ronquidos en la siesta y los gruñidos cuando beso su mandíbula. Draco Malfoy es un mar de plata por ojos, un sonrojo imperceptible que baña sus mejillas, es manos firmes pero suaves y el abrazo que te envuelve en el que las palabras hogar, paz y tranquilidad inundan tu mente. Tenerle ahí es el café de por las mañana y el té de las tardes, el beso en la sien y el 'buenas noches' en el oído. Es un beso bajo la lluvia, un mechón de pelo despeinado y un abrazo que te levanta del suelo. Es pasión por el cine y por el jazz, es verle comer una manzana o beber un vaso de whisky y que eso se mezcle con su olor mentolado. Es leer en conjunto y por separado, es cocinar sabiendo que él está ahí, a dos metros, y que me va a dar un golpecito cuando nos crucemos entre fogones. Es sus pociones curativas, su manía de usar el apellido cuando finge enfado y los apelativos cariñosos. Es sus 'estoy aquí, me quedo aquí y no voy a soltarte nunca'. Es su cuidado al estar enferma, su euforia con los partidos de Quidditch y su consuelo si hay pesadillas. Es el simple hecho de escuchar su respiración en mi oído, de sentir su barba de dos días haciéndome cosquillas o de oírle silbar. Es el guiño, la ceja subida y el rascarse la nuca. Es el hecho de que sea egocéntrico, orgulloso y cabezota. Es humor, es canturrear en la ducha y aprender a usar los aparatos muggles. Es conducir, hacer el amor y bailar, tocar el piano, jugar a las cartas y arrastrarle a una piscina. Es alguien que ha aprendido, que ha sido enseñado por la vida. Es un dragón que canta porque su fuego proviene de su corazón. Él es magia, él crea magia solo con una sonrisa de medio lado, una mirada lujuriosa o un gesto al despeinarse. Draco es la habilidad de calmar a nuestros hijos solo con la voz, es aconsejarles con su vida y que ellos se sientan orgullosos de saber que su padre está ahí, es que les haya enseñado a montar en escoba y a jugar a las cartas o al ajedrez. Es ayudarles a hacer pociones, es haberles leído mil cuentos antes de dormir y haber acabado lleno de espuma por bañarles si lo pedían. Él es escuchar como murmura y comparte miradas cómplices con Scorpius para ayudarle con sus problemas y como le susurra trucos a Rose independientemente del tema que sea. Draco es ser un gran padre y un padre muerto de miedo, es querer cuidar de nuestros hijos por encima de todo, es enseñarles y aprender. Es sus contestaciones de: 'esa camisa te queda bien pero compra la otra, que has dicho que te era más cómoda', a tus preguntas de '¿Cuál me compro?'; es sus 'cariño' y sus 'mi amor', es querer hacerme reír y querer ayudarme con todo y también es discutirme lo que considera incorrecto. Es apoyo, es comprensión y un hombro sobre el que llorar, es consuelo, risa entre las lágrimas y ganas de vivir. Es, por encima de todo, amor, el quererte mucho y bien. Cien razones, cien razones he podido decir sobre por qué me casé con él, contigo, por qué llevamos casados veinticinco años y por qué seguiría casada mil años más, y aún me faltan más motivos por los que soy sumamente afortunada. Te quiero, Draco Malfoy, tengo cien razones, o más, para quererte, pero realmente solo hay una: porque eres Draco Malfoy.

  Hermione terminó de hablar con lágrimas en los ojos, guardó el papel que había usado para no olvidar todo lo que quería decir y miró a su marido, que la observaba mientras lloraba silenciosamente.
  —Bien tras estas hermosas palabras por parte de los cónyuges, Draco, Hermione, podéis intercambiar anillos —indicó el encargado de oficiar la boda enviado del Ministerio, y ellos se cambiaron las segundas alianzas—. Bien, bien. Draco Lucius Malfoy Black, ¿aceptas seguir casado con Hermione Jean Granger Malfoy?
  —Sí, acepto —asintió apretando fuertemente la mano de su esposa.
  —Hermione Jean Granger Malfoy, ¿aceptas seguir casada con Draco Lucius Malfoy Black?
  —Sí, acepto —contestó sonriente.
  —Bien, pues por los poderes que me otorga el Ministerio de Magia de Gran Bretaña, yo declaro renovados vuestros votos en vuestras bodas de plata. Podéis besaros —llevaban queriendo besarse toda la ceremonia pero se besaron despacio, acariciando sus narices mientras sus invitados aplaudían.
  Llevaban veinticinco años casados y se les había pasado de un plumazo, no veían el momento para llegar a las bodas de oro.