Novios

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  Draco entró en la biblioteca y la buscó, necesitaba verla. Llevaba admirándola en secreto desde hacía mucho tiempo pero el hecho de haber intimado con ella más en ese último año hacía que se le fuese casi imprescindible tener contacto con ella, especialmente después de que se hubiesen besado hacía unas semanas.
  Además se había enterado de que ella había rechazado ser novia de Ron Weasley en mitad del Gran Comedor y él no podía evitar estar feliz por esto. Hermione le gustaba, mucho, tanto que cuando oyó que Ron le había pedido que fuese su novia los celos le habían consumido; el hecho de saber que ella no había querido había supuesto tal subidón que allí estaba, buscándola sin saber qué iba a decir pero claramente decidido a conseguir algo.

  Recorrió con rapidez el pasillo sin dejar de buscarla y la vio en un rincón dejando un libro. Se acercó a ella despacio.
  —Hola Hermione —saludó apoyándose en la estantería. Ella notó el corazón en la boca al oírle y se volvió despacio.
  —Draco... —musitó al verle tan cerca—. Me has asustado —no se podía mover, él estaba muy pegado a ella y eso la confundía.
  —Me acabo de enterar de una cosa curiosa antes de venir aquí.
  —¿De qué?
  —Has rechazado a Weasley —dijo entre dientes. Ella notó como se ponía roja, había mentido a todo el mundo con eso y tener a Draco ahí era preocupante.
  —S... Sí —titubeó.
  —¿Por qué, Hermione? ¿Por qué no tienes novio? —preguntó implacable.
  —Mis... Mis padres son muy estrictos —esa era la respuesta que les había dado a todos, a Ginny, a Harry, a Luna... Esa era la mentira que llevaba soltando desde hacía ya meses.
  Al principio le pareció fantástico ser novia de Ron, era como un sueño hecho realidad, pero desde que se había vuelto a encontrar con Draco, todo se había desestabilizado. Todo ocurrió a partir de un día en clase de McGonagall que aunque era la directora del colegio, había decidido seguir impartiendo Transformaciones a su curso y que el primer día de clase les entregó una hoja en la que pidió que escribieran de manera anónima diez cosas que amasen, intentando así buscar conceptos para mejorar la convivencia en el colegio. Hermione nunca pudo imaginar lo que sucedió cuándo McGonagall cogió las hojas para revisarlas y dijo en voz alta:
  —¿Quién ha escrito Hermione Granger diez veces?
  Todo el mundo se rió y ella se consumió en vergüenza. Nadie dijo quién había sido y realmente tenía mucha curiosidad por saberlo, por lo que examinó a todos sus compañeros rápidamente y cuál fue su sorpresa al ver a Draco Malfoy mirando hacia su pergamino con las mejillas ligeramente sonrojadas. No pudo evitar obsesionarse con la posibilidad de que hubiese sido él.
  Cuando fueron a Hosmeade y se encontraron con los chicos, Ginny se lo contó a Harry y a Ron, y este, que se enfadó muchísimo, se dedicó a sugerir de mil formas que quería que fuesen novios.

  Todo se habría quedado ahí de no ser porque un día, que estaba realmente triste porque Ron había sido muy insistente y eso la agotaba, no quería estar con él y no sabía como decírselo y había huido de todos. Entonces Draco la encontró llorando en un pasillo y la consoló. Ella se sintió tan a gusto con él que se dejó llevar y...
  —Estoy tan cansada de esta situación... —sorbió por la nariz y Draco le dio otro pañuelo—. Gracias.
  —Mira Granger, deja de llorar por Weasley, es un patán idiota que ni te merece ni te comprende. No vivas condicionada por nadie, haz lo que tú creas y lo que tú quieras, eres libre —él hablaba con tanta seguridad que ella no podía dejar de mirarle. Sus palabras parecían tan sinceras que se lanzó a sus brazos y lo besó. Él devolvió el beso y Hermione sintió que se deshacía, Draco besaba verdaderamente bien.
  Después de aquello había salido corriendo diciendo que lo sentía y que estaba confundida y él no había ido a pedir explicaciones.

  Así, esa mañana, ante sus numerosas evasivas, Ron se había presentado en Hogwarts...
  —Hermione —dijo él al verla entrar.
  —¿Ron? ¿Qué haces aquí? —estaba confusa y no quería verle.
  —He venido a buscarte —él parecía muy feliz.
  —Ron, te pedí tiempo para pensar... —él se acercó a ella y no dejo que terminase de hablar.
  —Hermione, ¿quires ser mi novia? —allí, delante de todo Hogwarts, se lo había preguntado sin recordar que ella estaba hecha un lío, olvidando que le había pedido tiempo, agobiándola como siempre.
  Hermione notó como le ardía la cara de la vergüenza de que todos la estuviesen mirando y en ese momento las palabras de Draco se manifiestaron en su mente: <<No vivas condicionada por nadie, haz lo que tú creas y lo que tú quieras, eres libre>>. Y el calor que había en su rostro fruto de la vergüenza fue remplazado por otro: súbitamente se sintió verdaderamente molesta con Ron, ¿por qué no le daba su espacio? ¿Por qué tenía que estar presionando? ¿Por qué no podía respetar sus tiempos? Draco nunca haría eso.
  Así que, con este pensamiento en la cabeza, fue capaz de sobreponerse a la vergüenza.
  —Lo siento Ron, no quiero ser tu novia —y después salió pitando al único sitio en el que se sentía medianamente tranquila: la biblioteca.
  Había rechazado a Ron, al chico del cual supuestamente estaba enamorada. Por un momento dudó y estuvo tentada de volver, pero luego recordó el beso y la hoja con su nombre diez veces y se mantuvo firme: no podía ser novia de Ron cuando no dejaba de pensar en Draco.

Dramione One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora