Dramione One Shots

Adiós

  Habían quedado en la Sala de los Menesteres, su lugar de reunión desde hacía tiempo. Era el momento de la despedida.

  Hermione llegó y pasó tres veces por el lugar por donde debía abrirse la puerta mientras pensaba:
  —Quiero ver a Draco.
  La puerta se materializó y ella entró corriendo. Draco estaba allí, sentado en la alfombra donde siempre se reunían. Según le vio no pudo evitar lanzarse a sus brazos. Él la abrazó con cariño y hundió la nariz en su pelo.
  —Has tardado mucho —murmuró
  —No quería despedirme.
  —Yo he llegado hace dos minutos también.
  Y es que ambos sabían que era hora de decir adiós. Pero ninguno tenía ganas de ser puntual.
  —Hermione... —intentó decir él, pero ella no tenía ganas de escucharle. Le besó y tiró de él tumbándole en la alfombra.
  —¿Cuánto tiempo tenemos? —preguntó al separarse casi sin aire.
  —Pues... No sé... Una hora o dos. No sé, ¿cuánto quieres dormir?
  Por respuesta ella simplemente volvió a besarle, podía estar un día sin dormir, aguantaría, pero esa noche era de ellos dos.

  Durmieron poco. Fue La Despedida, en mayúsculas. Una despedida que, sabiendo que sería dolorosa, intentaron endulzar. Al día siguiente, hacia las diez, Draco despertó y observó a la chica que descansaba entre sus brazos, la quería tanto...
  Ella se removió y abrió los ojos encontrando sus miradas. Inmediatamente después, sus ojos color café de llenaron de lágrimas que querían salir.
  —Hermione, por favor, no llores, porque si lloras tú, lloraré yo y lo que tengo que hacer no es fácil, si no te separas de mí jamás podré hacerlo.
  —Es que no quiero dejarte, no quiero que te vayas —dijo con la voz rota.
  —Y yo tampoco. Pero solo será un tiempo, después tú y tus amigos lograréis acabar con El que no debe ser nombrado y tú y yo seremos felices, lo juro —habló tomándola de las mejillas y mirándola con intensidad.
  —Draco...
  —Ya. Venga, vistámonos —limpió las lágrimas de sus ojos y la besó.

  Mientras se vestían, Hermione se intentaba mentalizar para no llorar, no podía permitírselo, si no, no lo soportaría.
  Una vez vestidos se dieron el último abrazo y entonces ella fue incapaz de aguantar y rompió a llorar, sus rodillas flaquearon y Draco la sujetó. Ambos arrodillados en un largo abrazo, ese era su final.
  —Vamos, cariño, no llores. No será nada de tiempo. Vamos —intentaba consolarla Draco con dificultad, pues también se le escapaban lágrimas a él. Se puso de pie y la tomó por las mejillas.
  —Draco... —ella le miró con los ojos vidriosos.
  —Te quiero mucho, volveremos a estar juntos. Ya lo verás —y tras recibir un leve asentimiento por su parte, la besó dulcemente y se marchó de allí.

  Él tenía una misión que cumplir. Ella una lucha que liderar. Pero esa despedida residiría en sus mentes, ese adiós permanecería en sus corazones.