Dar el paso

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  Hermione Granger era la persona más tozuda y cabezota que había conocido en su vida. Era imposible sacarla del trabajo, siempre concentrada, centrada en lo que hacía. Y no es que le ignorase, porque realmente sí que le hacía caso, pero por alguna razón era inmune a sus encantos y estar en continuo flirteo con ella si obtener resultados era verdaderamente frustrante. ¡Por el gorro de Merlín! Que él era Draco Malfoy, que llevaba toda la vida necesitando únicamente un chasqueo de dedos para tener a medio mundo en sus pies... ¿¡Por qué rayos Hermione Granger no sucumbía!?

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  Era tan divertido ver a Malfoy desesperarse... Y en realidad le costaba mucho aguantar porque le gustaba un montón, pero quería saber si él iba a comportarse como un humano civilizado para pedirle una cita, y no como... Bueno, como un Malfoy.
  No pensaba ponerle las cosas fáciles, por mucho que ella también quisiera lo mismo que él.
  Hermione estaba sentada en su sitio, que por la colocación de las mesas hacía que le diese la espalda a la mesa de Draco. Aparentaba revisar sus informes atentamente pero lo cierto era que únicamente estaba escuchando como él resoplaba. Con discreción sacó un espejito de su bolso para comprobar que, como suponía, él la miraba fijamente. Tuvo que ahogar una risita porque seguía pensando que Draco era muy divertido.

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  Granger, detestable mujer del demonio que solo sabía insinuar cosas que no debía pero luego no parecía captar sus indirectas. Estaba tan desesperado porque ella reaccionase que no era capaz de concentrarse. Se levantó de su sitio mirándola firmemente. Ahí estaba, mirando sus informes, ignorando la tormenta de pensamientos agobiantes que tenía en su mente.

  No entendía como ella no podía ver que le gustaba y para su indiferencia solo se le ocurrían dos soluciones: o bien Hermione tenía pareja y lógicamente no buscaba nada, o bien directamente él no le gustaba a ella. El problema de sus dos soluciones es que sabía que eso era imposible.
  Ella era la heroína del Trío Dorado, si hubiera tenido pareja la prensa se habría enterado y el lo habría sabido. Por lo que recordaba no salía con nadie desde Weasley y de eso hacían cuatro años.
  Y el hecho de no gustarle... Era con diferencia lo que más le preocupaba, pero, por las miradas que había pillado cuando ella creía que no le veía, eso no parecía ser así. Hubiera jurado que también le miraba con esa mezcla entre deseo y anhelo que él tenía.

  Estaba tan frustrado... Nunca le había ocurrido nada semejante, esas ganas de conseguir algo con alguien y un estrepitoso fracaso como resultado. Solo se le ocurría una solución y era la de abandonar las delicadezas y pasar de insinuaciones sutiles a ser claro con ella. Solo con pensarlo se estremeció, si le decía abiertamente que estaba loco por sus huesos y ella le rechazaba, no iba a tener lugar en la Tierra en el que esconderse.

  La estampa tenía que ser curiosa, ahí, apoyado en su mesa, mirando a la chica, que seguía a lo suyo, devanándose los sesos sobre cómo decirle a Hermione que quería algo con ella.
  Se levantó dispuesto a acabar con todo, nervioso y tenso porque no sabía qué iba a ocurrir.
  —Granger —demandó cruzado de brazos, mirándola impaciente.
  —Malfoy —respondió ella sonriendo sin poder evitarlo. Parecía que después de tres meses él se iba a dignar a ser claro y directo con ella.
  —Me gustaría mirarte cuando te hablo —su voz sonó crispada y eso solo acentuó su sonrisa. Intentando controlarla, se giró para mirarle.
  —¿Qué necesitas, Malfoy? —preguntó. Mentalmente Draco se rió, que qué necesitaba... ¡Pues a ella! ¿Acaso no era obvio?
  —Tienes... —pero al verla ahí, mirándole expectante con sus brillantes ojos marrones que lucían extrañamente divertidos, se acobardó—... Los datos sobre el caso del juicio del martes —tenía ganas de pegarse un puñetazo a sí mismo por ser un Slytherin miedica.
  Hermione, al oír su petición, se desmoralizó, tenía la esperanza de que por fin fuese claro con ella pero al parecer eso no iba a suceder por el momento.
  —Los datos del caso número 519 están archivados en el fichero B22 del archivo 9 —contestó de carrerilla sintiéndose sumamente decepcionada.
  —¿Eres un libro, Granger? —preguntó Draco sonriendo al escuchar la respuesta. Ella se quedó mirándole.
  —Oh, ya entiendo... ¿Lo dices porque sé mucho sobre prácticamente todo? ¿¡Porque soy una maldita sabelotodo!? —declaró levantándose beuscamente, apartando la silla para encararle. Y al verla enfadarse, Draco no pudo evitar pensar que no le gustaba que se enfadase por su culpa y dejó de medir sus palabras abandonando la posición de cobardía por una temeridad extraña.
  —No, lo digo porque deseo abrirte y devorarte —Hermione se quedó a cuadros, con la boca abierta en mitad de su protesta y muy sonrojada. Draco supo que ya nunca habría marcha atrás y ya puestos pues de perdidos al río—. ¿Estás durmiendo con alguien, Granger? —se acercó a ella poco a poco. Era increíble como habían cambiado las tornas, hacía unos minutos ella parecía llevar el control de la situación y sin embargo en ese momento parecía estar acobardada.
  —¿Por qué... Por qué lo preguntas? —preguntó con un hilo de voz—. No es... No es asunto tuyo... —Draco cada vez estaba más cerca y su plan de llevarle hasta el límite estaba fracasando.
  —Porque quiero dormir contigo, Granger, necesito saber que se interpone en mi camino —ahí estaba, la afirmación que confirmaba que ella le gustaba. En su interior tenía ganas de saltar de emoción pero por fuera seguía mirando a los ojos del chico, que cada vez estaba más cerca de ella y su mirada firme y penetrante no se separaba de la suya.
  —No es necesario que yo tenga pareja para que no quiera nada contigo —protestó sabiendo que la batalla estaba perdida, que en ese momento solo deseaba besarle.
  —¿No quieres nada conmigo? —sabía la respuesta, tenía que saberla.
  —¿Tú qué crees? —preguntó mientras él se apoyaba en su mesa, pasando los brazos alrededor de su cuerpo.
  —Creo que tienes tantas ganas de que te bese como yo de hacerlo —afirmó pasándose la lengua por los labios.
  —Y si crees eso, ¿a qué esperas? —y no pudo evitar fijarse en su boca entre abierta y en el brillo de su saliva en su labio inferior mientras sentía unas irrefrenables ganas de que fuesen sus labios los humedecidos por su lengua.
  —Señorita Granger, uno puede equivocarse —dijo haciendo gala de todo el autocontrol posible para no lanzarse a su boca y besarla.

  Pero Hermione llevaba tanto tiempo esperando a que él espabilase, a que se diese cuenta de que ambos parecían sentir algo por el otro, que no lo soportó más, puso las manos en sus mejillas y le acercó para besarle con ganas.
  Y Draco, que no esperaba esa reacción tan entusiasta, tardó unos tres segundos en abrazarla por la cintura para acentuar ese beso tanto como fuese posible, pero bastó esa ridícula cantidad de tiempo para que ella se agarrase a su cuello con fuerza en el beso más impresionante que se había dado nunca.
  Se sentía como si estuviese tirándose en paracaídas, con la adrenalina saliendo por los poros y el corazón bombeando sangre como loco.
  —Parece que no se ha equivocado, señor Malfoy —murmuró en su boca sin soltarse de él.
  —Eso parece —concordó volviendo a besarla mientras una sonrisa se abría paso en su boca.
  —Me alegro de que por fin te hayas decidido —susurró Hermione entre beso y beso.
  —¿Qué? —Draco se separó y la miró un poco sorprendido.
  —Bueno, ya sabes, que has admitido que te gusto —se sonrojó un poco al decirlo—. Llevaba esperando a que te aclarases y dieses el paso desde hace meses.
  —No... —gimió él afligido.
  —¿Qué...?
  —¿Me estás diciendo que llevas meses queriendo esto y yo he pensado que no te gustaba? —se lamentó—. ¿También sabías que tú me gustabas a mí? —Hermione asintió.
  —Pero si era evidente que nos gustábamos —no entendía como él podía estar tan ciego.
  —¡Pues yo no lo veía! —exclamó molesto.
  —Draco... —intentó razonar con él.
  —Por Salazar, qué de tiempo hemos perdido... —seguía lamentándose.
  —Draco...
  —Y yo preocupado por si tú me rechazabas...
  —¡Draco! —él se calló y Hermione sonrió mientras acariciaba el pelo de su nuca—. Da igual, ya has dado el paso —le tranquilizó.
  —Es cierto... —murmuró volviendo a abrazarla por la cintura.
  —Y ahora tienes que besarme —susurró ella. Draco la besó sonriendo un poco, no mucho, tan solo lo justo para ver que ella llevaba razón, que de ese momento en adelante no pensaba dejarla escapar, que el pasado daba igual, y que una vez dado el paso solo importaba el futuro.

Dramione One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora