Traición (parte 1)

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  Imagen de Upthehillart

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  —Ron, ya he llegado —Hermione entró en su casa, se quitó la chaqueta y la dejó junto a la carpeta con los papeles del trabajo encima la mesita del comedor—. ¿Ron? —su novio no contestaba así que supuso que estaría con George en la tienda.

  Subió decidida a darse un buen baño porque tenía la espalda y los pies destrozados, pero según iba subiendo las escaleras oyó un ruido y cuando abrió la puerta de su habitación el día empeoró hasta niveles insospechados: allí, en su cama, desnudos y en una posición bastante comprometida estaban su novio y su excompañera de Hogwarts, Pansy Parkinson. Cuando Ron la vio se quitó a su amante de encima y se levantó corriendo a dar explicaciones.
  —Hermione, espera...
  —¡RONALD WEASLEY, NI TE MUEVAS! —después del grito inicial, cogió aire y, con una frialdad impropia de ella, continuó—. Voy a irme a la oficina durante dos horas, tienes ese tiempo para vestirte, recoger tus cosas y a tu... Amante —dijo con repulsión— y marcharte de aquí. Después voy a volver y espero no verte en esta casa. Mañana por la mañana tendrás tiempo para darme explicaciones pero ya te garantizo que van a tener que ser muy buenas.

  Dicho esto, Hermione volvió a bajar, recogió su chaqueta y volvió al Ministerio de Magia. Cuando llegó, no quedaba prácticamente nadie y dio gracias por ello. Entró en su despacho y según se sentó en su mesa se derrumbó. Lloraba por haber confiado en Ron, por haberle perdonado mil cosas y por haber sido tan ingenua pero también lloraba porque sabía que nunca sería capaz de perdonar lo que había pasado y le daba pena perderlo.
  Tan deprimida se encontraba que no se dio cuenta de que no estaba totalmente sola.
  —Hermione, ¿qué haces aquí? ¿No te habías ido ya? —Draco Malfoy entró con un café en la mano. Hermione sacó la cabeza de entre sus brazos.
  —Dra... Draco. Eh sí, bueno, he vuelto —Hermione se limpió las lágrimas
  —Espera, has estado llorando. ¿Qué ha pasado? —el chico dejó el café sobre su mesa, cogió su silla y se sentó junto a ella.
  Ella le miró con una sonrisa triste, agradecía su preocupación.
  —Nada grave, simplemente acabo de pillar a Ron engañándome con Parkinson.
  —¿Qué? ¿Con Pansy? —Draco la miraba horrorizado.
  —Sí, estaban los dos en mi cama. Ha sido realmente asqueroso.
  —Oh, lo siento mucho, Hermione. Weasley es lo más tonto del planeta. Mira que cambiarte a ti por ella.
  Hermione sonrió débilmente pero la cara de compasión de Draco fue superior a ella y se echó a llorar sobre el chico. Él pasaba la mano por su espalda para tranquilizarla. Le parecía increíble que Weasley fuese tan tonto.
  —Eh, Hermione, tranquila, en serio, no estés así por él, no lo merece —ella sollozaba.
  Estuvieron así un buen rato, incluso ella se había prácticamente sentado en las rodillas de Draco y refugiado en su cuello mientras se lamentaba y él la consolaba.
 —¿Sabes lo que peor me sienta? —reaccionó de repente—. Que si ya no me quería, ¿por qué no me lo dijo? Es decir, no era necesario que me engañase. Y a saber por cuánto tiempo... —escondió nuevamente la cabeza en el hombro de Draco.
  —¿Qué vas a hacer ahora?
  —Pues le he dicho a Ron que tenía dos horas para recoger sus cosas e irse y que mañana le daría tiempo para que se explicarse— respondió contra la camisa de Draco.
  —Vale, vamos, te acompaño.
  —No, no hace falta, suficiente que me he desahogado contigo... —Hermione se secó las lágrimas y se levantó.
  —No te preocupes, yo te acompaño. No te voy a dejar sola, mira cómo estás —se levantó tras ella y cogió su chaqueta mientras le ayudaba a ponerse la suya a la chica—. ¿Vamos? —Hermione asintió sorprendida por el gesto, en realidad no le apetecía nada estar sola y la verdad es que la presencia del rubio la ayudaba bastante.

  Se aparecieron en la entrada de la casa de la chica y esta abrió la puerta.
  —Vamos, Draco, pasa.
  El chico entró tras ella y le ayudó a quitarse el abrigo. De nuevo, Hermione se sorprendió, no estaba nada acostumbrada a la caballerosidad: <<Y eso que se suponía que era propia de Gryffindor>>, pensó.

  Entraron al salón y Hermione se sentó en el sofá totalmente derrotada.
  —Y pensar que hace unas dos horas vine convencida de encontrar a mi novio esperándome —Draco se sentó a su lado y rápidamente Hermione se apoyó en su hombro—. Aunque bueno, tampoco es que nuestra vida fuese muy divertida. Creo que hasta hacía semanas que no nos dábamos ni un beso —sonrió tristemente.
  —Venga, Hermione, no te vengas abajo. ¿Quieres que prepare té?
  —Pues la verdad es que me vendría muy bien —el chico se levantó solícito a preparar la bebida cuando Hermione se dio cuenta de que ni siquiera sabía dónde guardaba el té—. Pero, Draco, si no conoces mi cocina.
  —Da igual, te conozco a ti, con eso bastará —y guiñándole un ojo desapareció tras la puerta.

  Hermione oyó como sacaba la taza y ponía a hervir el agua y sonrió, Draco parecía conocerla bien y eso que simplemente eran compañeros de trabajo. Aún recordaba lo extraño que había sido para ella trabajar con él al principio y lo difícil que había sido aguantar las protestas de Ron. Se estiró sobre el sofá y se quitó los zapatos. Si antes le dolían los pies ahora los tenía destrozados.
  Draco regresó de la cocina con una bandeja con su té y un platito con un par de pastas. Hermione se sorprendió bastante.
  —¿Cómo has sabido cómo poner todo? ¿Y cómo sabías que había de estas pastas? —dio un sorbo al té, estaba perfecto.
  —Bueno, eres un poquito maniática del orden, que no lo digo a malas eh —se apresuró a añadir Draco a pesar de que Hermione no se lo había tomado mal—, así que encontrar la cubertería y eso no ha sido complicado. Elegir el té es fácil porque tú siempre tomas ese tipo de té con un poco de leche y un terrón de azúcar y supuse que en tu casa tendrías. Y bueno, lo de las pastas se me ha ocurrido porque siempre viene bien endulzarse la vida tras las desgracias y he ido al armario donde debían estar.
  Hermione se había quedado de piedra al oír la precisa descripción del té que ella tomaba. Draco se molestaba mucho en observarla.
  —Pues has acertado en todo, que lo sepas —dio un sorbito y masticó una pasta sintiéndose bastante mejor.
  —Me alegro entonces —el chico sonrió y levantó los pies de ella para poder sentarse.
  —¡Ay! —exclamó ella al notar la tensión en los pies.
  —¿Dolor de pies? —preguntó el chico ante su mueca.
  —Sí, antes cuando vine ya me dolían pero ahora...
  —¿Puedo? —y sin darle mucho más tiempo a reaccionar empezó a masajear los doloridos pies de Hermione.
  —¿Dónde has aprendido a hacer eso? Que por cierto, se te da muy bien.
  Draco sonrió alegre ante el elogio de la chica
  —Mi madre consideraba que debía saber aliviar el dolor de pies a mi futura mujer. Ya sabes, cosas de padres aristócratas sangres puras —aunque esto último lo había dicho sarcásticamente se veía un deje de tristeza al hablar de su madre.
  Hermione se sentó y se acercó a él, que se había quedado algo cabizbajo.
  —Siento mucho lo de tu madre —ella sabía que tras la muerte de su padre, Narcisa Malfoy había quedado destrozada y murió poco después de una grave depresión, también sabía que Draco, aunque nunca hablase de ello, estaba destrozado por su muerte—. A mí me caía bien.
  Draco sonrió ante el intento de que se animase.
  —No te preocupes. Vaya mierda de acompañante soy, que estoy aquí para que te sientas mejor y resulta que me deprimo.
  —Ni se te ocurra decir eso, que tú hayas estado conmigo es lo mejor que podía pasar. ¿Sabes qué dirán Harry y Ginny cuando se enteren? Pues que ya conozco a Ron, que es un insensato y que se tiene que ir a la mierda. Pero ¿sabes que no harán? Dejarme llorar y consolarme. Eso lo has hecho tú —Draco la abrazó de nuevo y ella resopló contra su cuello una vez más—. Gracias por estar conmigo.
  —De nada.
  Hermione se separó y le miró un momento. Lo cierto es que había cambiado totalmente, por dentro y por fuera. Ya no era egoísta y soberbio aunque mantenía cierto ego. Y la verdad es que llevarse bien con él era mil veces mejor que estar a insultos todo el día. Esos cambios interiores se habían reflejado en su apariencia, ya no tenía es mirada frívola y esa sonrisa desagradable, ahora era más sincero y mucho más amigable y su sonrisa era de las más bonitas que había visto.
  Sin darse cuenta de habían ido acercando, ella solo miraba sus ojos: eran tan bonitos, de ese gris intenso... Y prácticamente estaban a punto de besarse, sus alientos se mezclaban y él también se estaba acercando pero de repente.
  —¡HERMIONE! ¡Abre! ¡Soy Ron!

Dramione One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora