Dramione One Shots

Compromiso

A VioletaMalfoyGranger, que me hizo esta petición hace siglos.

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  Odiaba sentirse así, pero no podía evitarlo. ¿Cómo podía ella salir con ese imbécil? Estaba furioso, muy furioso. Más de lo que recordaba haber estado desde hacía mucho tiempo. Y lo estaba con tantas cosas que no era capaz ni de canalizar la ira: estaba furioso con Hermione, por salir con otro, muy enfadado con el imbécil de McLaggen, por atreverse a invitar a su chica, y sobre todo muy molesto consigo mismo, por tener celos, por no haberle dicho a ella la verdad y por reaccionar de esa forma.
  Pero es que no podía evitarlo, cada vez que pensaba en las posibilidades de que él la tocase, que le provocase una sonrisa, que la besase... Solo quería tirarse por el balcón. ¿En qué jodido momento había dejado que eso pasase?

  Todo había comenzado el lunes anterior, cuando Hermione y él discutieron una vez más por su testarudez. Ambos llevaban con una extraña relación desde su regreso a Hogwarts y había llegado a un punto de desesperación. La quería, quería estar con ella, pero no quería admitirlo. Por ello, cuando Hermione intentó obtener un avance en su relación él decretó que no eran nada.
  Pudo ver el dolor en los ojos de la chica y automáticamente se arrepintió, sin embargo, como buen cobarde, se calló y no dijo nada más. El precio era que esa noche de sábado en vez de estar con ella estaba desesperándose porque Hermione, en lo que él consideraba un acto de cruel venganza, había aceptado la propuesta de salir con McLaggen.
  ¡Merlín cómo le odiaba! Ese estúpido Gryffindor que lo único que quería era liarse con ella... Sentía ganas de destruirle cada hueso del cuerpo a golpes.

  Resopló frustrado, se sentía un animal enjaulado por sus propias decisiones absurdas. Parecía que nunca iba a aprender a tomar las acertadas. Salió de la torre que compartía con Hermione y en la cual llevaba encerrado esperando a que ella volviese desde que se había ido, y salió al patio interior a que le diese el aire. Se sentó en un saliente mientras se sentía cada vez más frustrado. Si le hubiese dicho a la chica que le gustaba, que quería estar con ella, nada de eso estaría pasando... Definitivamente era imbécil.

  No supo cuánto tiempo estuvo allí, con la cabeza apoyada en las manos, lamentando su suerte profundamente.
  —Hola, Draco Malfoy —la voz de Luna le hizo dar un respingo.
  —No estoy de humor, Lovegood —respondió tajante.
  —Veo que sigues esperando a que Hermione vuelva... —murmuró mirándole con los ojos muy abiertos. Él giró la cabeza para observar a la chica, sentada junto a él.
  —Ella...
  —Ella está en una cita, sí, lo sé. Con Cormac —al oír su nombre apretó los dientes molesto.
  —Ha sido mi culpa... —reconoció rascándose la coronilla.
  —¿Por qué no hablas con ella? —preguntó Luna.
  —¿Y qué le digo? —preguntó irritado—. “Ah, hola, Hermione, ¿me perdonas por ser un completo gilipollas?”
  —No es una mala disculpa —alabó Luna sonriendo.
  —No estoy para bromas —espetó frustrado. Luna se levantó sin dejar de sonreír y apoyó una mano en su hombro.
  —Prueba a ser sincero —y sin decir nada más le dejó allí, confuso y desmoralizado, y siguió caminando. Por un momento lo meditó: sí, parecía la mejor idea, ser sincero. Aunque fuese por primera vez.

  Draco se levantó y volvió a la torre. No sabía qué iba a decir pero ya se las apañaría. Al entrar rezó por oír a la chica, porque ya hubiese vuelto, pero eso no sucedió. Suspirando se sentó en uno de los sofás y se echó un vaso de whisky de fuego.

  Tras una hora más de dar vueltas por la sala común, cuando las ganas de morirse se habían vuelto reales, oyó que la puerta se abría. Vio a Hermione aparecer y se quedó mirándola.
  —Ah, hola, Malfoy —saludó seria y llamándole por su apellido, claramente seguía enfadada con él.
  —Granger —respondió con cautela—. ¿Qué tal tu cita? —preguntó entre dientes.
  —¿Cormac? Bien, es muy agradable... Estoy pensando en quedar con él mañana —contestó distraída mientras se dirigía hacia las escaleras.
  —¿Qué? —Draco notó como el enfado volvía a tomar el control sin poder evitarlo.
  —Sí, ha sido muy majo, tal vez quedemos mañana...
  —¿Vas a salir con ese imbécil otra vez? —su voz sonó ronca y ella supo que se estaba enfadando cada vez más. Aprovechando que estaba a su espalda sonrió, su plan marchaba a la perfección.
  —No le insultes y sí, saldré mañana otra vez. A ti no te importa, ¿verdad? —le miró fingiendo indiferencia.
  —¿Por qué iba a importarme? —no sabía por qué había dicho eso pero solo tenía ganas de pegarse a sí mismo.
  —Pues eso. Buenas noches, Malfoy.
  Hermione intentó subir hacia su cuarto pero él la cogió del brazo con brusquedad—. ¿¡Qué rayos te pasa, Malfoy!?
  —¡No quiero que salgas con otros! —gritó tirando por tierra su orgullo.
  —¿¡Por qué!? ¡Has dejado bien claro que no somos nada! ¡Qué únicamente somos amigos! —por un momento temió que él volviese a repetir eso.
  —¡Y una mierda, Granger! Lo somos todo, y me niego a que el imbécil de McLaggen se te acerque —internamente sonrió, aunque siguió presionando para que Draco se sincerase.
  —¡No eres mi dueño! —él se pasó la mano por el pelo muy frustrado y suspiró.
  —No, pero soy tu novio... —Hermione le miró sorprendida—. Lo siento, ¿vale? —se dio la vuelta cerrando los ojos—. Me porté como un auténtico idiota. Sí que somos algo, yo... Odio que intenten ligar contigo... —la miró dolido—. Me gustas, Hermione, joder, sí, me gustas mucho. Y creía que lo que teníamos valía pero claramente no. ¿Quieres compromiso? Pues muy bien, ahí va: sé mi novia en serio, por favor, porque si tengo que soportar otra noche como esta prefiero morirme... —ella estaba estática observándole—. Por favor, no salgas con McLaggen —suplicó.
  —¿Por qué? —preguntó acercándose a él.
  —Porque me he enamorado de ti —su sincera respuesta, que llevaba esperando desde hacía ya mucho tiempo, hizo que por fin respirase tranquila. Se acercó a él y puso las manos alrededor de su cuello.
  —Eres tan orgulloso, Draco Malfoy, tan cabezota y terco... —negó con la cabeza sonriendo—. Que he tenido que salir con el pesado de Cormac McLaggen para que hayas sido capaz de sincerarte conmigo —él contuvo la respiración—. Te quiero, Draco, yo también estoy enamorada de ti, pero no puedes pretender que adivine cada sentimiento que tienes, necesito que seas capaz de sincerarte conmigo —hablaba con suavidad.
  —Lo siento... Yo... ¿Me quieres? —la pregunta hizo que ella sonriese.
  —Sí —asintió—. Porque aunque eres tan cabezota también eres tierno y cariñoso y me cuidas y me haces reír, solo necesitas confiar en mí —acarició su pelo.
  —Confío en ti —afirmó abrazándola por la cintura.
  —Pues demuéstramelo —él suspiró, llevaba tanta razón...
  —Siento haberme portado como un idiota —reconoció—. Y siento el numerito de celoso compulsivo —Hermione sonrió.
  —Bueno, ha requerido mucha presión que fueses capaz de sincerarte —él asintió y la miró. De verdad la quería mucho.
  —No me contestaste.
  —¿A qué? —no sabía a que estaba esperando para besarla.
  —¿Serás mi novia? —sonrió al oír la pregunta de nuevo.
  —Sí, Draco, seré tu novia —él suspiró aliviado.
  —No quiero que salgas con McLaggen —admitió.
  —Lo sé, no lo haré, era mentira lo de haber quedado otra vez. Pero no lo haré por ti, tú debes confiar en mí —él asintió.
  —Intentaré controlar los celos —y prácticamente se lo decía a sí mismo.
  —Sé que lo harás, porque no voy a dejarte —aseguró.
  —¿Serás tan mía como yo soy tuyo? —su pregunta le hizo dejar los ojos en blanco.
  —Eres tan clásico... —suspiró.
  —Es que me da miedo perderte, puedo hacer una tontería de estas en cualquier momento.
  —Lo sé, pero yo estaré aquí para recordarte que dejes de ser idiota —ambos sonrieron.
  —Te quiero, Hermione —afirmó despacio, acostumbrándose a no esconder sus sentimientos, como llevaba haciendo toda la vida.
  —Y yo a ti —contestó feliz de que por fin él fuese sincero—. Ahora quiero que me beses —susurró. Y Draco, sin esperar más tiempo, la besó. A la mierda el orgullo de los Malfoy y la terquedad, ella era todo lo que quería.