Traición (parte 2)

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  Imagen de Upthehillart

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  —¡HERMIONE! ¡Abre! ¡Soy Ron!
  El grito les sobresaltó y Hermione se puso de pie rápidamente y bastante sonrojada por lo casi acababa de hacer: iban a besarse y no parecía que ninguno de los dos tuviese la intención de parar.
  —¿No se suponía que le verías al día siguiente? ¿Qué hace aquí? —preguntó Draco levantándose algo turbado.
  —No lo sé, eso le dije. No quiero abrir, no quiero verle ahora —Hermione empezó a ponerse nerviosa pero no por verlo sino porque si sabía que estaba con Draco la bronca iba a ser monumental—. Bueno, espera aquí, no quiero que te vea, se pondrán las cosas peor —le miró suplicante.
  —Vale, vale. Espero aquí. Si me necesitas me llamas— y con una sonrisa comprensiva el chico volvió a sentarse en el sofá aunque se le veía nervioso. Hermione tragó y, haciendo acopio de valentía como buena Gryffindor que era, abrió la puerta.
  —¿Qué haces aquí? —preguntó fríamente desde el quicio.
  —¡Hermione! Me tienes que perdonar por Merlín, de verdad que yo no sabía que ibas a venir.
  —¿El problema es que yo haya venido? ¿En serio? Porque a mí me parece que el hecho de que tú estuvieses engañándome con Parkinson en mi cama es el verdadero problema —Hermione había ido subiendo la voz y estaba realmente enfadada.
  —Si es por Pansy te juro que es excepcional, apenas me he visto con ella —Ron buscaba justificarse de cualquier forma.
  —¡Ron, me da absolutamente igual con quien te acuestes, me has engañado, si no con ella, con otra!
  —¡La culpa es tuya! —exclamó el pelirrojo alterado.
  —¿¡Mía!? ¡Me engañas tú y la culpa es mía!
  —Pues... Pues sí, porque si tú me prestases algo de atención a lo mejor no habría tenido que buscarme a otra —la respuesta dejó a Hermione con la boca abierta.
  —Ron, mientras yo estoy trabajando en el Ministerio todo el día, tú sales de trabajar a las siete y de una tienda de bromas —Hermione intentaba razonar. Igualmente sacudió la cabeza, no iba a dejar que Ron la liase como siempre—. Pero me da igual. Si no quieres estar conmigo me lo dices, no me engañas.
  —Oh, por Merlín, Hermione. Eres lo más aburrido del planeta, si no fuese por mí estarías sola.

  Eso había sido la gota que acababa de colmar el vaso. Hermione se sintió profundamente traicionada y cerró de un portazo. Rápidamente Draco, que lo había escuchado todo, se acercó a ella y la abrazó. Ella comenzó a llorar.
  —Tranquila —susurró pasando la mano por su pelo.
  —¡Hermione, no puedes darme con la puerta en las narices, tienes que volver conmigo! —gritaba Ron a través de la puerta.
  —¡Déjame! —chilló Hermione con la voz rota.
  —¡Vamos Herms, sabes que te quiero!
  Con los gritos del pelirrojo la chica cada vez lloraba más y Draco, harto de la situación, dejó de abrazar a Hermione le limpió las lágrimas de la cara y, sin perder más tiempo, abrió la puerta.
  —La señorita acaba de pedir que por favor la dejes. Así que, si eres tan amable, mueve tu culo de patán miserable lejos de aquí. Gracias —la voz de Draco era tan fría y estaba cargada de tanto desprecio que podría asustar a cualquiera.
  Al ver aparecer ante él a Draco Malfoy Ron enrojeció y empezó a temblar de ira.
  —¡¿QUÉ HACE ÉL AQUÍ?! —Hermione, que había visto como Draco salía a defenderla, reaccionó y se puso junto a él en la puerta.
  —No es de tu incumbencia —espetó molesta.
  —¡SÍ QUE LO ES! Esto es... Esto es... ¡UNA TRAICIÓN!
  —¿Una traición? ¿¡Una Traición!? ¿¡Te atreves a hablarme tú de eso!? ¡Pero si me estabas poniendo los cuernos! —Hermione alucinaba.
  —¿No ves que se está aprovechando de ti? Solo es un sucio mortífago —escupió Ron con absoluto desprecio. Hermione no lo soportó más, no iba a dejar que Ron insultase a Draco. Pensó en coger su varita y echarle un maleficio pero no la tenía a mano así que optó por la vía muggle: le pegó un espectacular puñetazo en toda la mandíbula que lo tiró al suelo y, tirando de Draco hacia el interior de la casa, cerró la puerta no sin antes decir su última palabra:
  —No te molestes en volver a venir, la próxima vez ni siquiera abriré la puerta. Adiós, Ronald Weasley.

  Cuando cerró la puerta y se apoyó contra ella sintió que la presión de su pecho desaparecía. Vio a Draco mirándola preocupado.
  —Estoy bien, tranquilo —no quería que pensase que era una damisela en apuros.
  —Me alegro. No podemos decir lo mismo de la mandíbula de ese zoquete —Draco sonrió divertido y eso hizo que Hermione también sonriese.
  —Nunca había pegado a alguien con tanta fuerza —la chica se sobó la mano.
  —¿Más fuerte que el que me diste a mí? —Draco pasó su brazo por los hombros de la chica y la condujo al salón para que terminase de tomarse el té.
  —¡Oh, por Merlín! No me acordaba de eso —Hermione se llevó la mano a la boca mientras una sonrisa se le escapaba.
  —Mira como se ríe —ambos se sentaron riendo.
  —No, no, a ti te di más flojo —ella se recostó risueña.
  —¿Estás bien? —Draco se recostó junto a ella.
  —Pues, ¿sabes qué? Que sí, antes estaba peor porque me ha dolido su traición pero realmente, ahora mismo, perderlo no me supone nada.

  El rubio la miraba bastante embobado y no parecía estar prestando atención a nada más. Ante esa mirada Hermione se sintió bastante sobrecogida, no sabía por qué pero la miraba de manera hipnótica. Le parecía que había sido tan bueno con ella y encima había sacado a Ron de sus casillas... Miró sus labios y sintió tal golpe en el estómago que no fue capaz de dejar de mirarlos.
  Eso fue suficiente para Draco, llevaba queriendo besarla desde hacía tiempo y durante toda la aventura con el imbécil de Weasley solo quería abrazarla hasta que fuese feliz. No soportó que ella lo mirase a los labios, rápidamente se apoderó de los suyos uniendo sus bocas. Ella correspondió rápidamente. Draco colocó las manos en sus mejillas y profundizó el beso. ¿Qué estaba haciendo? Ella estaba mal, acaba de romper con su novio. Con toda su fuerza de voluntad se separó ante la incrédula mirada de Hermione.
  —No... No podemos —Draco tenía la respiración muy agitada.
  —Oh, lo... Lo siento —la chica enrojeció y se llevó las manos a la cara.
  —No, Hermione, espera —le quitó las manos de la cara y cogió su barbilla obligándola a mirarlo—. Ahora mismo no hay otra cosa que me apetezca más que besarte, de verdad te lo digo, pero tú acabas de salir de una relación con tu novio y no te voy a confundir ahora —se acercó a ella, depositó un beso sobre su frente y la abrazó.
  —Gracias, pero creo que, ahora mismo, que seas tan bueno no me está gustando nada —se notaba ese deje de sabionda tan suyo. Draco dio una carcajada.
  —Tenemos todo el tiempo del mundo.
  Y esa sencilla afirmación hizo que cualquier atisbo de tristeza por su ruptura con Ron se evaporase. Sonrió y se separó de Draco.
  —¿Y por qué esperar? —y sin darle tiempo a protestar, pasó sus manos por la nuca de Draco y lo besó.

Dramione One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora