Un peluche

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  Hermione revisaba documentos sentada en la cama y se ajustó las gafas de ver de cerca.
  —No puede ser que necesites gafas siendo tan joven —levantó la cabeza y se encontró con Draco apoyado en el marco de la puerta. Al ver como iba vestido se rió.
  —Menudas pintas me llevas —y es que su marido estaba estaba sin pantalones, con unos calzoncillos verde botella y una camiseta blanca que usaba de pijama de lo vieja que era.
  —Pues anda que tú... —Hermione tampoco iba mucho mejor, al igual que Draco no llevaba pantalones y la camisa era la que se había puesto para ir a trabajar y tenía una buena mancha de café.
  —¿Me vas a decir acaso que voy mal? —preguntó con una mirada provocativa por encima de sus gafas —Draco se acercó a ella y comenzó a hacerle cosquillas y a besar su cuello provocando que Hermione se riese descontroladamente.
  —No, tú siempre vas estupenda —dijo al separarse y mientras la miraba. Ella estiró el cuello y le besó y él se dejo llevar.
  —Cariño —intervino mientras se besaban—, no es que no desee seguir besándote, pero tengo que acabar con el papeleo para mañana —Draco se separó con pesar y observó los informes de Hermione.
  —¿Te puedo ayudar? —preguntó.
  —No te preocupes, no voy a tardar nada —le besó en los labios y se dispuso a continuar con su trabajo.
  —De verdad que me parece que eres demasiado joven para llevar gafas de cerca —dijo acariciando su mejilla.
  —Es lo que tiene leer mucho y con poca luz —contestó sonriendo con resignación.

  Se mantuvieron en silencio un rato, hasta que Hermione acabó. Mientras ella revisaba y tomaba algunas notas, él la observaba ensimismado. Cuando la chica terminó, se levantó y guardó en su cartera todos los papeles.
  —Ya... Bueno, lo cierto es que te quedan bien. Ahora mismo estás espectacular —Hermione le miró sin comprender y él señaló las gafas.
  —Ah. ¿En serio? —se miró en el espejo de la cómoda pero su aspecto era totalmente de estar por casa—. No me veo nada especial.
  —¿Bromeas? Es como estar casado con una modelo 24 horas al día —contestó levantándose y abrazándola por la espalda.
  —Qué tonto eres... —respondió dejándose abrazar. Estuvieron un rato en esa posición, disfrutando de su compañía. De repente Hermione se dio la vuelta y pegó la cara a su cuello— eres como un osito de peluche.
  —¿Qué? —preguntó divertido.
  —Sí, eres blandito, calentito y hueles bien —se apretujó más contra él.
  —Bueno, entonces tú también eres como un peluche.
  —¿También soy blandita, calentita y huelo bien? —sacó la cabeza del cuello de Draco y le miró sonriente.
  —Y además eres muy achuchable —añadió antes de besarla. Fue avanzando hacia la cama sin dejar de abrazarla y sin dejar de besarla—. Mmm... También eres muy suave —susurró mientras se tumbaban y acariciaba sus piernas.
  —Eso significa que te has casado con una osita de peluche —contestó ella. Él sonrió y le quitó las gafas para dejarlas en la mesilla.
  —Bueno, no creo que los peluches hagan lo que vamos a hacer —dijo en su oído obteniendo una risita y que ella se pusiese algo colorada.
  —No lo sé, pero seguro que ninguno es como tú —añadió con algo de dificultad porque Draco estaba repartiendo besos por su cuello y eso siempre hacía que no pudiese pensar.
  —Es que yo soy un peluche de edición limitada. Solo para ti —dijo antes de volver a besarla y comenzando a desabrochar la camisa.

  Y así, entre bromas y besos que fueron subiendo de nivel continuó su noche. Al fin y al cabo eran como dos peluches, dos peluches únicos y con propietario, dos peluches enamorados.

Dramione One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora