Dramione One Shots

Futuro

  Draco no la miraba, mirar es limitarse a captar información visual, él la adoraba. La quería con toda su alma, ella era lo único que le permitía saber que era un humano, que no había sido consumido ya. En ese momento dormía, tranquila, a su lado, aferrada a él como si fuese su salvavidas. Draco colocó un mechón de pelo que le hacía cosquillas en la cara y ella se acurrucó más junto a él.
  Tenía miedo, tenía mucho miedo. No estaba seguro del futuro que seguirían las cosas, de qué ocurriría cuando se separaran. Tenía mucho miedo de que ella le olvidase.

  Se soltó de sus brazos con cuidado de no despertarla y se sentó en la cama. ¿Por qué qué era todo tan jodidamente complicado? Se frotó los ojos con cansancio, llevaba muchas horas despierto y esa siesta tenía que haberla aprovechado, pero es que no podía dejar de observarla dormir, de adorar cada gesto, cada suspiro y cada movimiento que Hermione realizase.
  Se estiró para coger la varita y la movió entre sus dedos. Se sentía tan pletórico cuando estaba con ella... Y tenían que separarse. Es que odiaba su suerte.

  Hermione se sintió sola y buscó a Draco, pero no estaba junto a ella. Abrió los ojos y le vio sentado en la cama. Se arrastró de rodillas hasta él y le abrazó por la espalda.
  —¿No duermes? —preguntó con la cara pegada a sus omóplatos.
  —No puedo —contestó sin ánimo.
  —Draco... —ella le conocía, sabía que estaba sufriendo por toda la situación.
  —Hermione, tengo una pregunta para ti.
  —Vale... —le extrañó el tono que puso. Draco se volvió hacia ella.
  —¿Piensas alguna vez en el futuro? —preguntó.
  —Claro que lo hago —respondió sin saber por dónde iba aquello.
  —¿Y estoy en él? —ahí estaba el motivo de su angustia, eso era lo que le estaba atormentando. Hermione tomó sus manos.
  —Draco... Tú eres mi futuro —le sonrió con cariño y vio que a él le temblaba el labio. Lo abrazó rápidamente.
  —No quiero que nos separemos —confesó abrazándola con fuerza—, porque hacerlo significará que no voy a volver a verte hasta que todo esto acabe, y no sé qué va a pasar...
  —Lo conseguiremos, cariño, ya lo verás —murmuró acariciando su espalda.
  —¿Y si no? ¿Y si gana El que no debe ser nombrado? —la posibilidad de que ganase significaba que Hermione moriría y él no podría soportarlo.
  —No ganará, Harry no lo permitirá —él se separó de ella para mirarla a los ojos.
  —Pero si Potter fracasa prométeme que te esconderás, que huirás, que no te perderé —pidió.
  —Draco...
  —Prométemelo, por favor... —suplicó.
  —Draco, no voy a dejar la batalla pero precisamente por eso vamos a conseguirlo.
  —Es muy peligroso —Draco intentó razonar con ella.
  —Lo es, pero igualmente lo conseguiremos.
  —¿Y eso será bueno? ¿De verdad? —tenía mucho miedo.
  —¿Qué? —ella no comprendía a dónde quería llegar él.
  —Hermione, si El que no debe ser nombrado cae, yo caeré con él. ¿Serás la novia de un mortífago? ¿Dejarás que todo el mundo te juzgue solo porque no he sabido tomar las decisiones acertadas cuando debía? —preguntó desesperado.
  —Nadie juzgará nada —puso las manos en sus mejillas— y si lo hacen me da igual. Draco, nada va a impedir que estemos juntos —le besó despacio.
  —¿Cómo puedes estar tan segura? —preguntó abrazándola.
  —Porque eres mi futuro, Draco, y nada va a impedir que estemos juntos —repitió volviéndole a besar.
  —Sabes que te quiero, ¿verdad?
  —Sí.
  —Pues no lo olvides nunca, por favor —la besó.
  —Nunca —tiró de él para regresar a la posición en la que estaban.
  Draco la abrazó y arropó a ambos.
  —Hermione, ¿te gustaría casarte? —preguntó de repente.
  —La verdad es que nunca lo he considerado.
  —¿Y si fuera una opción? —comentó tranquilamente.
  —¿Por qué? ¿Qué? ¿Quieres casarte? —se incorporó bruscamente mirándole.
  —No me importaría estar casado contigo. ¿Te importaría estar casado conmigo? —él hablaba con toda tranquilidad.
  —No, no, no, no si eso es lo que quieres —balbuceó—. Quiero decir, ¿es... Es eso lo que quieres? —le miró totalmente anonadada.
  —Te quiero así que... Sí —respondió.
  —¿De verdad, nos casamos? —no cabía en sí de asombro.
  —Pues nos casamos —afirmó sonriente. Ella le besó con una sonrisa de oreja a oreja.
  —Nos casamos —repitió. Él asintió.
  —¿Quieres un diamante? —preguntó.
  —No, no, solo quiero una inmensa biblioteca —Draco dio una gran carcajada.
  —Dalo por hecho —y acercándola más volvió a besarla.