Navidades (parte 2)

4.9K 303 0
                                    

  Cuando llegó a King Cross su madre estaba esperando.
  —Hola, Draco —saludó besando a su hijo en la mejilla.
  —Hola, madre, ¿cómo estás?
  —Bien, hijo, ¿y tú? Te veo algo alicaído.
  —Bueno, para ser sinceros no tenía muchas ganas de venir. Prefería permanecer en Hogwarts.
  —Ya sabes que a veces no se puede discutir con tu padre.
  —¿A veces? Yo diría que jamás se puede discutir al gran Lucius Malfoy —exclamó Draco molesto.
  —Frena ese lenguaje, es tu padre.
  —Sí, es mi padre. Veremos a ver cuándo viene a vernos a la casa de campo.
  —¡Draco! —regañó su madre. El chico bajo la cabeza y ella se compadeció—. No te entristezcas, hijo, ya sabes como es...
  —Ya... Bueno, vamos madre —tendió el brazo a su madre que se agarró con una sonrisa.

  Desde que llegaron a la mansión, porque era un edificio tan grande que realmente era más que una casa, Narcisa se había encerrado en su habitación porque le dolía bastante la cabeza.
  El resultado era que Draco estaba desesperado porque echaba muchísimo de menos a Hermione y nada le servía de distracción.
  Envió una carta a la chica:

Hola Hermione, ¿cómo estás? Yo estoy aburrido porque no tengo nada que hacer y te echo mucho de menos.
Las coordenadas de la casa son:
51.723633,-0.700889/ Chiltern hills, Londres; para que así que encuentres la chimenea.
Estoy deseando volver a verte. Ya me contarás qué tal todo por Hogwarts.
Un beso, Draco.

  Después de que la lechuza partiese en busca de Hermione, decidió salir al jardín y se tumbó sobre la hierba para intentar evadirse pero su mente siempre hacía que volviese a Hermione. La quería tanto... En muy poco tiempo había pasado a ser una parte crucial de su vida.
  Al rato se quedó dormido, despertó hacia las ocho cuando sintió que se mojaba. Había empezado a llover y se levantó rápidamente para volver a la casa.
  Cuando entró uno de los elfos domésticos le indicó que la cena estaba lista y que su madre ya había cenado en su habitación. Comió rápido y se marchó al salón a intentar leer algo.

  Se distraía constantemente de su lectura por lo que se levantó al minibar y se echó un vaso de whisky de fuego. El licor quemó suavemente su garganta al tragar, era una sensación agradable.
  —Vaya Navidades —renegó con una sonrisa triste mientras se dejaba caer en el sillón en el que minutos antes intentaba leer.

  El cansancio del viaje junto al sonido de la tormenta sumado al efecto del alcohol produjo un sopor que Draco no pudo evitar y se fue quedando dormido. De repente dio un brinco sobresaltado, le parecía haber escuchado un ruido. Se quedó estático y agudizó el oído. El golpe sonó de nuevo. Draco se levantó y fue hacia la entrada, sonaba la aldaba de la puerta. Los elfos ya estarían dormidos así que no iba a molestarlos, abrió él mismo.
  Cuando abrió la puerta se quedó de piedra: allí, en la entrada de su casa, estaba Hermione, totalmente empapada por el agua que estaba cayendo. La reacción de Draco fue acercarse a ella y besarla como si fuese a desaparecer. Estaba helada, sus labios estaban muy fríos en contraste a los suyos y cuando las manos de la chica pasaron por su pelo notó que los labios no eran una excepción. Tras el beso apoyó frente con frente mientras acariciaba su mentón.
  —Dra... Draco... —tiritó ella—
Te vas a mojar.
  En ese momento Draco se dio cuenta de que la emoción de ver a la chica había hecho que ni notase el agua. Pero si notó que ella tiritaba y que estaba completamente helada.
  —Oh, estás helada. Ven, te pondrás mala.
  Entraron en la casa y Hermione se negó a pasar del hall.
  —Estoy empapada, Draco, no voy a mojar tu casa.
  —Pero no tienes ropa para cambiarte
  —Es que no me ha dado tiempo a prepararlo.
  —¡Eso! Ahora me vas a explicar qué diablos haces aquí —le señaló acusadoramente con el dedo.
  —¡Oye! Si lo sé no vengo —exclamó falsamente indignada. Draco pasó las manos por su nuca y la volvió a besar.
  —Que hayas venido es lo mejor que me ha podido pasar, no lo decía por eso —se separó y le cogió de la mano—. Ven, vamos a mi habitación. Te prestaré algo de mi ropa.

  Mientras Hermione se duchaba y ponía una camisa y unos pantalones de pijama de Draco, este fue a la cocina y preparó, intentando no despertar a ningún elfo, un poco de caldo.
  Cuando volvió a entrar a su cuarto Hermione estaba sentada en la cama secándose el pelo. La visión no resultó indiferente para Draco que tragó saliva y se apresuró a dejar el cuenco sobre la mesilla.
  —Te he subido algo de caldo para que entres en calor.
  —Gracias —dijo Hermione dejando la toalla y cogiendo el caldo.
  Se sentó junto a ella y observó como bebía. Entre lo mucho que le gustaba la chica y la ropa que llevaba en ese momento estaba empezando a sentirse muy incómodo.
  —Bueno, dime, ¿cómo has venido? ¿Cómo me has encontrado? —preguntó para intentar distraerse.
  —Pues es que no me quería quedar sola así que decidí venir contigo. Hablé con la profesora McGonagall y me dijo que podía viajar con su chimenea. El problema es que no cogí nada de equipaje. Aparecí en una posada de aquí cerca y después vine siguiendo las coordenadas que me diste.
  —¿Y por qué no viajaste directamente aquí?
  —Para que no nos pillase tu madre.
  —¿Y llamando a la puerta no nos iba a pillar?
  —Dada la hora que era suponía que ella dormiría. Pero conociéndote eras capaz de estar despierto bebiendo.
  —Qué bien me conoces —la besó tiernamente.
  —Y no me equivocaba, sabes a whisky de fuego —murmuró contra su boca. Draco dio una carcajada y volvió a besarla—. En realidad he tenido suerte.
  —¿Te quedarás conmigo? —preguntó Draco mientras besaba su cuello.
  —¿Quieres que me quede? —preguntó dudosa mientras intentaba contener el cúmulo de sensaciones que los besos de Draco estaban provocando.
  —¿Tú qué crees? —la volvió a besar en los labios intentando plasmar cada gota de sentimiento que tenía por ella. Hermione lo interpretó como un 'sí'.
  —Espera, Draco, para un momento —el chico se separó de ella temiendo incomodarla—, si sigues besándome así no podré pensar. A ver, ¿cómo me voy a quedar aquí sin que nos pille tu madre? —Draco se rascó la nuca mientras pensaba.
  —Pues se lo diremos. Total, ya se supone que a nadie tiene que molestarle. De hecho, sigo sin saber porque hemos mantenido nuestra relación oculta tras la guerra, ya casi llevamos dos años y encima esta es la primera Navidad que pasaremos juntos —Hermione se quedó tan helada como lo había estado un rato antes en la calle.
  —Pero... —al ver el nerviosismo de la chica Draco la frenó.
  —A mi madre, al resto de individuos se lo diremos en su debido momento. Sé que no quieres problemas con Potter y los Weasley.
  —Está bien, mañana se lo diremos a tu madre —Hermione sonrió nerviosa: en un momento se había dado cuenta de la cantidad de tiempo que llevaba con Draco, de lo tontos que eran sus motivos de ocultarlo y que iba a conocer a su suegra.
  —¿Estás bien? —preguntó Draco preocupado.
  —Sí, es solo que llevas mucha razón. No hay motivo para ocultarlo. Cuando volvamos a Hogwarts hablaré con ellos —Draco la abrazó, estaba muy orgulloso de ella, de su valentía y de su fortaleza.
  Se separaron y se miraron. La mirada estaba tan cargada de amor que no hizo falta más: se besaron muy suavemente, rozándose apenas, sus lenguas se entrelazaban despacio. No tenían prisa. Las manos de Draco, que estaban sobre su cintura, se desplazaron verticalmente por el cuerpo de la chica hasta su cuello y la atrajo para besarla más, si es que eso era posible. Hermione no se contentó con dejar las suyas en el cuello de Draco sino que intentó bajar pero se vio frenada por la camisa. ¿Solución? Desabrocharla. No tardó casi nada pero aun así no separaron sus bocas.
  Draco no vio justo perder una prenda así que despacio, desabrochó la camisa que le había prestado empezando por los últimos botones. Cuando llegó al botón que faltaba por soltar se detuvo para mirarla. Ella entendió su mirada, también entendía adonde se dirigía lo que estaban y le parecía maravilloso. Por respuesta ella misma desabrochó el botón que faltaba. Le quería, y en ese momento las sensaciones que estaba teniendo también hacían que le necesitase. No iba a posponerlo más.

Dramione One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora