Quiero dejarte las cosas claras

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  Draco estaba tenso, no llevaba saliendo con Hermione mucho tiempo pero estaba realmente enamorado de ella y últimamente la notaba rara, no sabía por qué. Habían quedado en la Sala de los Menesteres para hablar, o al menos eso decía la carta que la chica le había enviado.
  Desde que la lechuza le entregó la carta había estado muy angustiado. Contestó mal a todo el mundo, gritó a un niño de primero que chocó con él y discutió con Theo porque según su amigo se estaba comportando como un imbécil. Aunque en el momento le molestó que le insultase, en ese momento comprendía que Theo llevaba razón. Que Hermione estuviese mal le afectaba y se volvía más irritable.

  Así que, tal y como le indicaba la carta, a las siete debía estar en la Sala de los Menesteres pero estaba tan nervioso que a las seis ya estaba allí, dando vueltas en círculo, estresado y con muchas ganas de morirse y matar a todo el mundo. Resopló una vez más y pateó una silla, odiaba que la chica no fuese clara con él, la amaba con todo su corazón pero le estresaba no poder asegurar que fuese feliz. Y si ella no estaba bien, él estaba en la mierda más absoluta.

  No habían llegado las siete y la puerta se abrió dando paso a una Hermione tan agobiada como él.
  —Hola... —saludó. Y fue directa a sentarse en el sofá. Él se acercó y se sentó junto a ella.
  —Hola —se acercó y besó su mejilla, ella miraba al suelo.
  —Draco...
  —No des rodeos, Hermione, por favor, ve al grano —se impacientó en un tono, quizá, demasiado brusco.
  —Tenemos que cortar —espetó. Draco sintió que se rompía en mil pedazos y tuvo que controlarse por no tirarse de la torre.
  —¿Por qué? —preguntó intentando controlar la voz.
  —Porque sí —contestó medio llorando mientras se levantaba para irse de allí. Draco la sujetó de un brazo.
  —¡NO! —gritó—. ¡No te vas ir, no me vas a dejar sin una explicación! —vociferó mientras daba rienda suelta a sus lágrimas.
  —Draco por favor... —los dos lloraban. Él subió su barbilla, quería mirarla a los ojos, pero ella retiró la cara.
  —Mírame —pidió. Sonaba como una orden pero estaba tan roto que no lo parecía.
  —No puedo, si te miro no podré aguantar más —las lágrimas caían silenciosas por sus mejillas.
  —Hermione, ¿por qué me estás dejando? Me merezco una explicación —su voz sonó más tranquila a pesar de no parar de llorar.
  —Porque sí, porque lo nuestro no puede ser.
  —¿Es porque fui un mortífago? —su voz estaba cargada de tanto dolor que Hermione solo pudo llorar más fuerte antes de negar con la cabeza. Intentó salir de allí pero él volvió a sujetarla. Perdieron el equilibrio y cayeron al suelo. Draco sujetó sus brazos contra el suelo y por primera vez se miraron a los ojos—. ¿Es por eso? ¿Por qué fui un mortífago? —ella negó.
  —No —hipó—. Es que somos muy diferentes y mis amigos y tu familia...
  —¡Que les jodan! ¡Me la sudan todos! Yo a quien quiero es a ti, de quien estoy perdidamente enamorado es de ti. Hermione te amo y nada de lo que pueda decir nadie va a cambiar eso —dejó de hacer tanta fuerza con las manos y poco a poco la soltó. Acarició su mejilla—. ¿De verdad me dejas por el qué dirán?
  —No solo ellos, también es la prensa que me acosa y no quiero que tú...
  —No soy un niño, puedo tomar mis propios riesgos, si es que esto se puede considerar un riesgo. Estar contigo me hace feliz, no necesito nada más.
  —Draco... —sollozó.
  —Mira, dame un motivo, uno solo, por el que no quieras estar conmigo. Pero un motivo tuyo, algo irreparable que yo haya hecho por lo que ya no me quieras, dímelo y me iré y no volveré a acercarme a ti nunca —dijo con dureza. Ella no pudo hablar, se limitó a llorar y por posición en la que estaba tosió y empezó a ahogarse. Él la abrazó y se sentó con ella apoyada en su pecho mientras pasaba la mano por su espalda para que se relajase—. Mira Hermione yo te amo, quiero dejarte las cosas claras: yo quiero ser todo contigo. Escudo y espada. Que me pongas las mejillas rojas con tus carcajadas y que me dejes quitarte las lágrimas con las yemas de los dedos. Quiero leer El Profeta contigo y abrazarte cuando salgas del trabajo. Quiero todo lo bueno y no te vas a librar de mí en todo lo malo. Quiero ser quien te empuje a esforzarte y el que te diga que esta orgulloso de ti, porque no hay nadie de quien esté más orgulloso que de ti. Quiero mirarte desde lejos cuando triunfes y ponerte la mano para levantarte cuando te caigas; despejarte la tormenta de dudas que bullen en tu cabeza y hacerte preguntas que no te dejen dormir; ser la cuerda a la que puedas agarrarte y el látigo que espante a los que te vengan a joder. Quiero sacarte esa cara de ilusión y felicidad que con cualquier tontería solo porque te parezca el mejor regalo del mundo y estar delante cuando frunces el ceño y te enfadas como una niña pequeña; pasarme noches contigo despierto con tal de verte sonreír y que me cuentes lo maravilloso que ha sido ese libro. Quiero verte borracha de esa sonrisa al ver algo que te gusta y ver tus resacas por el dramón del momento que me haga consolarte horas; el que te dé la razón cuando le cuentes tus discusiones y el que te hace la pregunta que aclare todo cuando tienes un problema; ser el que se ríe contigo, el que logra que tú lo hagas con bromas sin sentido y hasta en los peores momentos. Quiero ser a quien se le cruce el cable porque los planes te alejen de mí y que como soy un idiota tenga que controlarme, pero también quiero ser el que permanezca esperando lo que haga falta y en cualquier condición. Quiero ser el abrazo cada vez que tengas frío, y la distancia cada vez que algo te agobie y necesites espacio; y que siempre tengas un motivo para volver, que nunca olvides el camino a mis brazos y que me sigas pidiendo que no me vaya, porque no me quiero ir. Quiero ser todas las palabras que te digan lo increíble que eres y todos los silencios que necesites para poder pensar. Quiero ser todo contigo, todo por ti, todo para ti. Quiero quererte y quiero que tú sigas siendo tú misma, no lo que los demás consideren. Te quiero a ti, con todo lo que eso implica.

  Durante el monólogo ella había dejado de llorar y escuchaba el ritmo cardíaco de Draco tranquilizándose.
  —¿Y si con el tiempo me vuelvo fea? —preguntó en un susurro.
  —Eres la cosa más hermosa del planeta, Hermione, de verdad que no hay nada ni nadie que me parezca más precioso que tú. Esto va a sonar muy cursi pero es que para mí nunca podrás ser fea porque no te miro con los ojos, te miro con el corazón —la mecía lentamente en sus brazos dejando que hablase lo que necesitase.
  —Ahora estoy triste, ¿y si siempre lo estuviese? —se abrazó más a él y metió la cara en el hueco de su cuello, uno de sus lugares favoritos en el mundo.
  —Pues seré ese brillante payaso que tú siempre dices que soy, me convertiré en hurón si hace falta —del tono entre furioso y dolido de que Draco había tenido momentos antes no quedaba nada, en ese momento intentaba ser comprensivo porque evidentemente su novia no estaba bien.
  —¿Y si envejezco? —lo preguntó con una vocecilla infantil que le hizo sonreír.
  —Pero cariño, evidentemente vas a envejecer, y yo lo voy a hacer a tu lado. Y como si te quieres tirar horas contando las arrugas de mi frente que si estoy contigo me va a dar igual lo viejos que seamos —besó su cabeza.
  —¿Y si me aburro y... Me voy? —un temblor comenzó a inundar su voz.
  —Te acompañaré al fin del mundo —la apretó un poco más entre sus brazos.
  —¿Y si dejo de amarte? —Draco se congeló. Era lo que más miedo le daba en el mundo, no sabía si mentalmente estaba preparado para algo así.
  —Depende —sus dudas hicieron que ella sacase la cabeza y le mirase.
  —¿De qué? —preguntó con voz algo más firme.
  —Si dices que dejas de amarme intentaré reconquistarte cada día así tenga que pasar cien noches bajo tu ventana. Pero si de verdad quieres dejarme y no quieres verme te dejaré en paz y no volveré a molestarte.

  Se quedaron mirándose. Él esperaba, solo podía hacer eso. Ella dudaba, pero finalmente lo soltó.
  —Draco... —una lágrima desfiló por su nariz—. Creo que... Que estoy embarazada —y escondió la cabeza en su pecho llorando a moco tendido. Él la abrazó con fueza hasta que fue dejando de llorar.
  —Para de llorar, por favor, para —intentó separarse pero ella se enganchaba con fuerza—. Suéltame un poco, cariño, sepárate para que podamos hablar.
  —No, Draco... —consiguió que se separase y la tomó de las mejillas para mirarla a los ojos.
  —¿Por eso lloras? ¿Por qué estás embarazada? —ella asintió—. ¿Y por qué quieres dejarme? —le costó hacer la pregunta.
  —Porque vamos a tener un hijo Draco, no es una buena noticia, no estoy preparada para ser madre y tú...
  —Hermione, no decidas por mí. ¿Has creído que si me contabas que vamos a ser padres yo iba a salir corriendo y por eso me dejas? —ella volvió a asentir avergonzada—. Pero Hermione, tú no puedes decidir por mí como yo no puedo decidir por ti.
  —Pero Draco...
  —¿Me quieres? —preguntó. Ella tenía la miada gacha así que Draco levantó su mentón delicadamente.
  —Sí —contestó, él sonrió.
  —Has dicho creo, ¿no estás segura?
  —No, o sea, todo cuadra pero no me he hecho la prueba —la besó en la frente y asintió.
  —¿Quieres tener ese bebé? —ella compuso un gesto de entre dolor y confusión.
  —No lo sé —la volvió a abrazar mientras ella ahogaba un sollozo.
  —Lo que decidas estará bien, de verdad, lo que tú decidas estará bien.
  —Yo había había pensado en ser madre pero es muy pronto...
  —Si tienes ese bebé será maravilloso y si no lo tienes da igual, ya lo tendremos en el futuro.
  —¿Lo dices en serio?
  —Nunca he hablado más en serio —besó su cabeza y ella le miró.
  —Te quiero mucho, he debido de ser muy buena en otra vida porque tenerte conmigo es una suerte que no es normal —él sonrió un poco y la besó en los labios despacio.
  —¿Estás mejor? —secó sus mejillas.
  —Sí —se volvió a abrazar a él —de repente sonó un ruido y apareció en una esquina de la sala una mesa con un caldero. La magia de esa sala era sorprendente.
  —¿Te quieres poner a hacer pociones ahora? —preguntó alzando un poco la cabeza porque no quería dejar de abrazarle.
  —Vamos, hay que comprobar si llevas algo ahí o no —le señaló el vientre. Se puso de pie y la ayudo a levantarse, después fueron hacia la mesa.
  Cuarenta minutos después estaban sentados prente a un frasco con una poción.
  —Ahora debes echar saliva y si cambia de color es que estás embarazada —se giró hacia él y le agarró de las manos.
  —¿Nada cambiará entre nosotros? —el miedo se notaba en su voz.
  —Nada —besó su sien.
  —Te quiero —agarró su mano con fuerza.
  —Yo más. ¿Preparada? —ella asintió y él la abrazó. Hermione escupió en el frasco.
  Y juntos, abrazados, esperaron el resultado, con miedo, dudas y muchas lágrimas derramadas. Pero juntos.

Dramione One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora