Cenas (parte 1)

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  Hermione estaba enfrascada en su trabajo archivando y revisando casos del Ministerio cuando la puerta sonó.
  —Toc, toc, ¿se puede? —sonó la voz de Harry entrando en su despacho.
  Ella suspiró, su relación con sus amigos estaba en una situación bastante tensa desde que había empezado a salir con Draco.
  —Buenos días, Harry —Hermione no levantó la vista del papel.
  —¿Y esto? —preguntó el chico asombrada señalando un enorme ramo de lirios morados que descansaba sobre una mesa.
  —Un regalo de Draco —sonrió al pensar en él.
  —¿Desde cuándo son los lirios tus flores favoritas? —se sentó frente a ella mientras el olor del perfume del ramo inundaba sus fosas nasales. Hermione suspiró de nuevo, ¿cómo podía ser que sus amigos supiesen tan poco de ella?
  —Desde siempre, nunca he sabido porque tu mejor amigo se empeñaba en regalarme siempre rosas —no levantó la vista del informe mientras seguía revisándolo y cuando acabó lo metió en un sobre y con un movimiento de varita lo mandó fuera del despacho.
  —Aún no me puedo creer que estés saliendo con Malfoy —confesó incrédulo Harry.
  —Ya bueno, yo a veces también me sorprendo. Esta tarde voy a conocer a su madre —contestó Hermione siguiendo con su trabajo.
  —¿A su madre? ¿A Narcisa Malfoy? —se colocó las gafas mientras la miraba sorprendido.
  —Sí Harry, a Narcisa Malfoy. Es la madre de Draco y apenas nos conocemos —respondió. Estaba tan cansada de que siguiesen tratando su relación como si fuese una locura... ¿Tan difícil era aceptar que Draco y ella se querían?
  —Pero... Pero... Pero él no conoce a tus padres —balbuceó.
  —Harry, te recuerdo que mis padres siguen perdidos en Australia —suspiró con cansancio mirándole por encima de sus gafas de cerca. Sería el Elegido pero a veces era más simple que el asa de un cubo.
  —Oh, es verdad... Lo siento Herms... —se disculpó precipitadamente.
  —Da igual. Bueno, ¿qué querías?
  —Venía a sugerirte... Bueno, a pedirte si... —se rascó la nuca indeciso—. En fin, que Ginny y yo querríamos que vinieses a casa a cenar —parecía bastante nervioso.
  —Ya te he dicho que voy a ir a cenar con Draco y Narcisa —respondió frunciendo el ceño.
  —Oh, ya, ya. Mañana, ven... Ven mañana —pidió titubeando.
  —¿Vamos a cenar como amigos o es algún otro tipo de encerrona? —preguntó entrecerrando los ojos. Harry palideció levemente.
  —¿Encerrona? No, no... Simplemente nos gustaría cenar contigo porque hace mucho que no nos vemos —explicó volviendo a colocarse las gafas que le resbalaban por la nariz con su nerviosismo.
  —Primero hablaré con Draco, puede que ya tengamos planes —y sin contestar nada más volvió a bajar la vista al papel.
  —Que venga —añadió rápidamente. Ella le miró suspicaz.
  —¿No te importa que lleve a mi novio? —preguntó haciendo énfasis en el apelativo.
  —No... Herms, eres mi mejor amiga y... Y si él es tu novio yo lo acepto —reconoció Harry. Hermione sonrió agradecida.
  —Debo pensarlo, ya te informaré. Adiós Harry —él entendió la indirecta y se levantó.
  —Adiós Herms, pásalo bien con... La señora Malfoy—y sin decir nada más salió del despacho.

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  Terminaba de meter sus papeles en el maletín cuando unos brazos la envolvieron y sintió una respiración familiar en el cuello.
  —Hola, leona—susurró Draco dejando un besó en la zona de piel que su blusa dejaba al descubierto. Ella sonrió automáticamente y se giró para encontrarse con su novio.
  —Hola —se besaron en los labios.
  —¿Qué va mal? —preguntó rápidamente él mirándole con la ceja alzada. Ella resopló.
  —Nada, está todo bien —repuso acercándose de nuevo a sus labios, pero él impidió el beso.
  —No me mientas, se que algo te preocupa. ¿Estás bien? —la miró seriamente y ella suspiró y bajó la cabeza.
  —Es solo que... Bueno, que Harry ha venido antes...
  —¿Estás bien? ¿Dijo algo? —inquirió preocupado.
  —Sí, simplemente vino para invitarme a cenar mañana por la noche —él suspiró y levantó su rostro suavemente mientras la miraba serio.
  —¿Vas a ir? —ella dudó.
  —Pues no pensaba ir pero Harry me ha dicho que también quieren que vayas tú —él se sorprendió.
  —¿Yo? Vaya... —vio que ella se mordía el interior del carrillo bastante nerviosa y acarició su mejilla para que parase.
  —¿Qué opinas? —estaba bastante angustiada.
  —Que si quieres ir debes hacerlo, pero que si no quieres nadie te obligará —se sentía incomodada porque sabía que Draco iba solo para pasar su examen particular y ver si debían aceptarlo, pero por otra parte eran sus mejores amigos...
  —Ay... No lo sé —él, al ver su incomodidad, la abrazó y besó su cabeza.
  —Cariño, ¿qué te apetece hacer? —preguntó. Ella se refugio en su pecho.
  —Mmm... Deberíamos ir, son mis mejores amigos y... Bueno, me gustaría recuperarles —murmuró. Él besó una vez más su cabeza y se separó para mirarla.
  —Pues decidido, mañana cenamos con tus amigos —sonrió tranquilizándola y ella no pudo evitar contagiarse de su sonrisa y abrazarle.
  —Eres muy adorable cuando te preocupas por mí —declaró Hermione sonriente besándole en la mejilla.
  —Entonces debo ser adorable todo el tiempo —respondió con una risita—. Bueno, ¿lista para ir a tomar el té con mi madre?
  —Uf, sí, pero estoy un poco nerviosa —confesó mientras él cogía su abrigo y le ayudaba a ponérselo.
  —Todo saldrá bien, seguro que ella te ama casi tanto como yo —respondió besando su frente. Hermione no pudo evitar sentir un calorcillo en su interior al escucharle decir que la amaba, nunca iba a acostumbrarse a esas frases que Draco soltaba sin previo aviso.
  —Eso espero —contestó cogiendo el maletín—. ¿Nos vamos? —él asintió y tendió el brazo para que ella se agarrase antes de desaparecerse.

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  Al principio Hermione estaba muy nerviosa por conocer a su suegra pero ambas parecieron congeniar perfectamente.
  —Y entonces, Hermione, ¿trabajáis juntos? —preguntó Narcisa acabándose el té.
  —Oh, sí, yo superviso el Departamento de Aplicación de la Ley Mágica y en mi equipo somos varios, entre ellos Draco —el mencionado había salido a ayudar a su tía Andrómeda con Teddy.
  —¿Es muy horrible tener a Draco de ayudante? Nunca ha llevado bien eso de respetar las normas —repuso la mujer. Hermione sonrió.
  —Es muy bueno en su trabajo pero, bueno, hay ciertas veces en las que es un cabezota... —Narcisa rió suavemente y dejó la taza en la mesa. Hermione estaba maravillosa con como esa mujer lo hacía todo con tantísima elegancia.
  —Lo sé, hay veces en las que no se puede razonar con él —la miró seriamente—. Hermione, me gustaría pedirte perdón personalmente por el daño que mi familia o yo te hayamos podido causar en el pasado —declaró.
  —Oh, no es necesario que... —intentó decir Hermione.
  —Sí, sí que lo es —cortó la mujer—. Yo habré cometido muchos errores en el pasado, muchos de ellos con Draco, pero no por ello voy a seguir cometiéndolos —sus palabras parecían tan seguras que habría sido imposible dudar de ella.
  —Yo... Acepto sus disculpas, señora Malfoy y...
  —Narcisa, de ahora en adelante para ti soy Narcisa —Hermione sonrió.
  —Muy bien, Narcisa. Yo no tengo nada que perdonarle, nuestras deudas del pasado están saldadas —ambas se sonrieron afectuosamente.
  En ese momento entraba Draco y al ver la situación se quedó parado.
  —Sea lo que sea si es malo yo no lo hice —afirmó. Ambas sonrieron y le miraron.
  —Tranquilo Draco, no hemos hablado de nada que ya no supiéramos —dijo Narcisa levantándose—. Te dejo con tu novia, voy a ver qué van a preparar Arwen y Miriel de cenar —le miró significativamente y salió del salón.
  —¿Qué tal? —se apresuró a preguntar.
  —Bien, es una mujer increíble —él sonrió.
  —Lo es, es una Black —respondió.
  —También lo era tu tía y... —murmuró Hermione.
  —Pero ella estaba como una cabra, los Black locos no cuentan —ella rió.
  —Si tú lo dices...
  —Esto... ¿Quieres quedarte a cenar? —preguntó Draco algo nervioso.
  —¿Quieres quedarte para siempre? —se oyó la voz de Narcisa desde la cocina.
  —¡Madre! —exclamó Draco sonrojándose mientras Hermione reía levemente.
  —Me quedaré a cenar encantada —le tranquilizó sonriendo.
  —Gracias, querida —volvió a oírse a Narcisa.
  —Madre, ¿te importaría dejar de espiar mis conversaciones? —pidió Draco mientras Hermione reía. Bufó y se volvió hacia su novia—. Gracias —le regaló una sonrisa tímida y la besó rápidamente. Ella sonrió de vuelta y entrelazó sus manos antes de que ambos fuesen a cenar.

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  Se aparecieron en el salón del apartamento de Hermione.
  —Debería dejar de usar la aparición con el estómago lleno —dijo Draco sentándose en el sofá y exhalando un suspiro.
  —Te dije que no cenases tanto... —le recordó Hermione yendo a la cocina a preparar un té digestivo.
  —Es que Arwen cocina tan bien... No le pagamos lo suficiente, tengo que aumentar su sueldo —murmuró apuntándolo mentalmente.
  —Bueno, creo que a tu madre le he caído bien... —dijo la chica mientras regresaba con dos tazas de té.
  —Dado que te rogó que te casases conmigo antes de que nos fuésemos... Sí, yo diría que le has caído bien —consideró cogiendo su taza y dando un sorbo—. Gracias por el té.
  —Madre mía, qué vergüenza —se sentó junto a él.
  —Me alegra que os llevéis bien, es importante para mí —Draco la miró y agarró su mano.
  —Yo también estoy contenta —le besó y se apoyó en su hombro.
  —Bueno, ¿estás segura de lo de mañana? —preguntó abrazándola.
  —No lo sé, hay algo que no me da buena espina —susurró. Él besó su cabeza.
  —Lo que decidas estará bien —aseguró.
  —Vale, iremos, pero prométeme que no te encararás con ellos —pidió.
  —No te preocupes, seré bueno y me portaré bien —respondió divertido.
  —Así me gusta —murmuró sonriendo mientras volvía a besarle.

Dramione One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora