Día de biblioteca

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  Hermione amaba la biblioteca de Hogwarts, cualquiera que la conociese sabía que si no la encontraba por ningún lado era porque estaba enterrada en libros. Entre el tiempo que pasaba allí estudiando y haciendo los deberes y el que pasaba leyendo, prácticamente vivía en aquel lugar.
  Pero como cada año Harry se metía en ochocientos problemas, Hermione siempre tenía que abandonar su adorada biblioteca para ayudar a su amigo.
  Sin embargo, después de la guerra, como Harry no había regresado al colegio y además ese año no había amenazas de muerte constantes, el único peligro que había en Hogwarts era que te cayeses por las escaleras o que algún niño de primero te tirase encima una poción por accidente. Por tanto, como todo era paz y tranquilidad, Hermione tenía todo el tiempo del mundo para ir a la biblioteca.
  Fue el año que menos la frecuentó.

  Era chocante, ¿quién iba a suponer que pudiendo estar todos los días nadando entre los miles de libros de esa biblioteca, Hermione Granger, que hasta era amiga de la señora Prince, apenas la iba a pisar? Pues nadie, cualquier ser humano o mágico con dos dedos de frente hubiese supuesto que Hermione vivirá allí dentro. El problema era que a nadie se le ocurrió que ella tenía algo mucho mejor que hacer.

  Draco Malfoy, esa era su distracción. Desde que habían vuelto, el exmortífago había cambiado mucho y el hecho de que compartiesen torre hizo que su relación cambiara radicalmente. Empezaron disculpándose, especialmente Draco, por todos los años anteriores y después fueron llevándose bien conforme pasaban los días a causa de su convivencia y compañerismo, ya que iban a las mismas clases, siempre se sentaban juntos y por ser los Premios Anuales, les ponían juntos en todos los trabajos.
  Se enteró de varias cosas acerca de Draco, empezando por saber que no era para nada la persona que aparentaba ser. Pero también descubrió que era muy divertido, listo, inteligente, que podía usar su frialdad e ironía de Slytherin para ser verdaderamente gracioso y que si se lo proponía era muy cariñoso con quien quería.

  A los tres meses de pasarse con él prácticamente todo el día, porque aunque seguía leyendo muchos libros, ya no era como antes, y haberse dado cuenta de que no necesitaba estar constantemente encerrada en la biblioteca, porque se lo podía pasar bien de otras formas, y que tampoco era necesario el constante peligro que vivía con Harry, comprendió que a veces hace falta querer observar para poder entender que no todo es lo que parece, que hasta llevando las mejores intenciones uno se puede equivocar y que hay que dejar que sea la situación la que te explique todo y no fiarse de lo que dicen los demás.
  Todo eso que pasaba por su cabeza constantemente no eran nada más que las palabras bonitas y filosóficas para decir que el hecho de que todo el mundo opinase que Draco era malo y que no merecía ningún tipo de comprensión y perdón era la tontería más grande que jamás había oído. Ella le conocía desde hacía tres meses (porque realmente los años anteriores no había tratado con Draco Malfoy, sino con él actuando de alguien que no era) y podía afirmar con total seguridad que era la persona más maravillosa que había tenido el placer de conocer.

  Y es que realmente no podía comprender, a pesar de ser una chica muy lista, cómo había alguien que era capaz de dudar de que ese chico que en ese momento venía hacia ella era maravilloso. Solo con verle sonrió sin poder evitarlo y notó un hormigueo que invadía todo su ser.
  Hay una cosa más añadir: no sabía desde cuándo pero en algún momento de esos tres meses se había enamorado de Draco.
  —Buenos días, leoncita —saludó agachándose ligeramente y besando su cabeza.
  Ambos llevaban una pila con los libros que Hermione se había leído durante la semana, que no eran pocos a pesar de haber abandonado su hábito de 24 horas al día en la biblioteca, y llevarlos a su correspondiente sitio. Habían comenzado con esa rutina de ir cada sábado por la mañana desde hacía ya un tiempo y él siempre la saludaba con un mote cariñoso y besaba su cabeza.
  —Buenos días —susurró. Al principio ella también contestaba con un mote pero ese día estaba tan nerviosa por su presencia que no fue capaz ni de eso. Realmente llevaba toda la semana muy tensa porque cada vez le costaba más contener sus sentimientos por el chico.
  —Esta semana hay bastantes, a este paso no te vas a dejar uno por leer —comentó Draco. Pero ella no contestó, su presencia le turbaba. Normalmente conversaban por el camino pero como Hermione estaba tan tensa no abrió la boca. Draco, evidentemente, lo notó.

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