Miedo

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  El sueño hizo que se despertase. Justo a las tres de la mañana, ni un minuto antes ni después, se despertó llorando, con la angustia agujereándole el pecho por no haberle dicho antes lo mucho que lo quería. Notaba un dolor que ardía y descendía por su garganta. Había puesto un punto final a lo que debía haber sido su principio. Y no había sido un final feliz, solo había sido un final. Y al parecer ya no había vuelta atrás.

  Se levantó de la cama, en ningún momento dejaron de caer lágrimas por su rostro. La había jodido, la había jodido bien. Había hecho lo último que quería: hacerle daño, estaba segura de que su corazón se había roto. Dejar que se fuese y sufrir por ello era el karma por haber sido una auténtica cobarde. Fue al baño para lavarse la cara pero sintió ganas de devolver: vomitó la cena.

  Agotada y sudando se apoyo en la pared del baño y se sentó mientras se limpiaba la boca con una toalla. Tenía mucho miedo. Miedo porque sin él las pesadillas del infierno vivido volverían. Miedo de sí misma porque sabía que le había hecho daño y él no lo merecía. Miedo porque no sería capaz de olvidarlo, porque seguía queriéndole pero él seguramente la odiaba. Miedo porque sabía que le iba a ver tarde o temprano y no iba a soportarlo y verdadero pavor a no volver a verlo, a que desapareciese de su vida. Notaba tanto dolor en el pecho que no se veía capaz de levantarse.

  Gateó hasta la cama y cogió el teléfono que tenía en la mesilla. Se frotó los ojos para intentar ver los números a través de las lágrimas. Marcó. Un tono, dos tonos, tres tonos, el contestador:

  —¿Hablo ya? —preguntaba Draco entre risas.
  —Sí —oyó su propia voz, se estaba riendo.
  —Eh... Hola, soy Draco Malfoy. Ahora no me puedo poner así que deja un mensaje tras la señal.

  Oír su voz hizo que llorase con más fuerza. Recordaba el día del contestador, Draco era tan malo con las cosas muggles que tardaron la vida en grabar el mensaje del contestador, aun así se rió muchísimo. Dejó el teléfono en el suelo y se dejó caer lentamente junto a la cama. ¿Por qué había hecho eso? ¿Por qué mintió diciendo que no le quería? ¿Cómo había sido capaz de decirle esas cosas tan horribles? Inexplicablemente su mentira había funcionado para autoengañarse, lógicamente solo había conseguido aguantar tres días. Eso es lo que llevaba sin él y ya se sentía morir. Todo porque se había comportado como una niña pequeña. Él pidió un compromiso y ella se negó a aceptarlo, a pesar de que también lo quería. Le había podido la presión de sus amigos y conocidos.

  La desazón que tenía hizo que se acordase del sueño que había tenido: ellos, juntos, como lo habían estado hasta hacía nada. Oía su voz, sus susurros cariñosos antes de dormir. Como se acercaba siempre a él para abrazarse. Pero ya no estaba allí, ya no iba a iluminar su vida cuando esta se oscureciese. Todo había sido maravilloso hasta que sus amigos habían pedido explicaciones. ¿Pero quiénes eran ellos para pedir nada? Recordar los momentos juntos y darse cuenta de lo estúpida que había sido hizo que su llanto aumentase, lloraba tanto y tan fuerte que no era capaz de controlar la respiración. Empezaba a ahogarse y la ansiedad de la falta de oxígeno hizo que entrase en un círculo vicioso de desesperación. Sin querer pulsó el botón de rellamada y casi sin fuerza lo descolgó rezando para que lo cogiese.
  —¿Sí? —Nunca le había parecido tan bonita su voz como en ese instante, a pesar de que sonaba molesto.
  —Dra... Dra... —No conseguía hablar de lo mucho que hipaba. Tampoco pudo seguir intentándolo porque la línea se cortó.

  Draco había colgado, ni siquiera había querido hablar con ella. Le había perdido y todo era por su culpa.
  No recordaba haber estado tan desesperada nunca en su vida, y eso que había visto morir a gente muy querida para ella.
  El llanto y la opresión en el pecho hicieron que se marease y tuviese que tumbarse incapaz de moverse. El tiempo fue relativo.

  Lo siguiente que pasó fue a cámara lenta y lo oyó lejano: sonaron golpes en la puerta, oyó maldecir y como alguien entraba y se acercaba corriendo a ella. Su vista estaba totalmente nublada por las lágrimas y no distinguía nada. Y, poco a poco, todo fue quedando en oscuridad y silencio.

  Abrió los ojos con dificultad, le dolía mucho la cabeza y la luz que había le cegaba. Cuando sus ojos se acostumbraron y consiguió abrirlos le vio. Estaba sentado en la cama frente a ella y la miraba preocupado.
  —Hola —susurró al ver que estaba despierta.
  Hermione se lanzó sobre él ignorando su dolor de cabeza y le abrazó con toda la fuerza que fue capaz.
  —Lo siento, lo siento mucho. Soy tonta, perdóname por favor, perdóname —Hermione comenzó a llorar de nuevo. Draco, en silencio, dejaba que se desahogase mientras pasaba la mano por su espalda.
  Hermione se separó y lo miró. Estaba tan guapo como recordaba. Tocó su cara, sus mejillas y su frente. Era real, estaba allí, con ella.
  Él retiró lentamente las lágrimas que ella tenía en la cara.
  —Me has asustado, creí que te ahogabas —ella volvió a llorar.
  —Sin ti me ahogaba —susurró antes de refugiarse en su pecho, mojando la camisa.
  —Tú fuiste la que decidió...
  —Me equivoqué —interrumpió Hermione—, me dejé influir. Te quiero, no debí haber dejado que...
  —Hermione... —la cogió por los hombros y la separó.
  —Sí, lo sé, fui una imbécil y entendería que no quisieses verme jamás pero por favor, perdóname, es lo único que te pido —su voz se quebró y eso fue suficiente.
  —No puedo... —al oír eso Hermione sintió que el aire la abandonaba.
  —Draco...
  —... Enfadarme contigo.
  —... Por favor, yo... ¿¡Qué!?
  —A decir verdad había estado enfadado pero verte en este estado es superior a mí. No puedo enfadarme contigo. No creo que pueda hacerlo nunca —mientras él hablaba ella se había quedado en shock. Se acercó hasta se sus narices se rozaron y susurró: —sigo enamorado de ti.
  Y sin dar tiempo a que la incredulidad de Hermione actuase, la besó. Y mientras la besaba, notó lágrimas mojando su cara. No le hizo falta abrir los ojos para saber que esta vez pertenecían a ambos y que eran de felicidad.

Dramione One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora