UNAS NALGADAS

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El castaño llegaba a la editorial y en la recepción, esperando el ascensor, se encontró con Aikawa, ésta al verle quedó alucinada y no dudó en preguntar

-¡Dios mío! Misaki-kun ¿Qué te pasó en el rostro?

-Buenas tardes Aikawa-san, nada grave -quitó importancia- se ve más feo de lo que es.

-¿Cómo nada grave? -insistía la pelirroja-  si tienes amoratados el ojo y la mejilla.

-Está bien, se lo contaré,  -el castaño resopló-  pero no ahora, debo subir a mi lugar de trabajo, ayer no me presenté.

-Deja que llame a Isaka-san, le diré que me ayudarás en algo,  -hablaba Aikawa, mientras sacaba el móvil-  luego nos vamos tu y yo a por un café, así me cuentas todo.

Misaki no tuvo más remedio que acompañarla, ya en la cafetería le contó todo, desde que se enteró que era doncel, lo reacción de Akihiko, su salida de esa casa, hasta la noche que intentó llevárselo a la fuerza, la pelirroja tenía los ojos como platos y la boca abierta, no se creía que Usami-san fuera capaz de todo lo que acababa de oír, pero ahí estaba el pobre castaño para demostrar que sí, después de unos minutos en silencio habló.

-El único que perdió aquí fue Usami-san,  -Aikawa hablaba muy segura-  no supo apreciarte, su ego no le permite ver la oportunidad que la vida le ofreció.

-Gracias -fue lo único que pudo responder-.

-Ahora, -la pelirroja, rebuscaba en su bolso- déjame ayudarte a cubrir esos moratones.

-¿QUÉ? -levantó la voz, cuando vio lo que Aikawa sacaba de su bolso-  no necesito eso.

-Sólo es para minimizar lo amoratado, así no sentirás vergüenza de que te vean,  -la pelirroja comenzaba a poner maquillaje en el rostro del castaño- te conozco, así te sentirás más seguro, además no es para tanto.

Aikawa continuó su trabajo de cubrir los moratones, cuando acabó le dio un espejo al castaño, éste se sorprendió al verse.

-¡Wow! -un sorprendido Misaki hablaba- casi no se ve nada, parece natural.

-Te dije que te ayudaría,  -la pelirroja orgullosa de su trabajo-  soy la mejor ¿Cómo crees que siempre me veo estupenda? después de estar hasta la madrugada en la imprenta entregando los manuscritos de Usami-sensei, dormir pocas horas y luego venir a trabajar temprano.

-Es una artista Aikawa-san, gracias.

-Por nada Misaki-kun, ahora volvamos a la editorial,  -la pelirroja cambió su tono animado a otro resignado- tengo que inventar una nueva y muy buena excusa a la imprenta, cierto escritor no ha entregado su trabajo.

Misaki sabía a quien se refería, quiso ayudarla, pero no quería hablar ni ver a Akihiko, así que lo dejó pasar. Pasó el día ocupado, casi era fin de ciclo y ayudó en varios departamentos, no tuvo ni un minuto libre, ya al final se retiró agotado, iba camino a la estación, nadie notó que llevaba maquillaje en la editorial, eso evitó que pasase vergüenza o tener que contestar interrogatorios, no quería que todos se enterasen de lo ocurrido con Akihiko, miró el cielo unos segundos, cerró los ojos y la imagen del hombre del restaurante se le apareció, una hermosa sonrisa se instaló en su rostro, suspiro profundo, sacudió su cabeza y siguió su camino.

Llegó a casa, allí estaba su amigo viendo la televisión en la sala, tan concentrado, que no notó que había llegado.

-Hola Tōdō, he dicho -el castaño se le puso enfrente-.

Shinnosuke, hasta ese momento se enteró que su amigo había llegado, con la mano en el pecho le habló.

-Me asustaste, no te oí llegar -dejó el mando de lado-.

-Sí, me di cuenta ¿Qué veías tan concentrado?

-Una serie que me recomendaron, es un anime sobre "sado" y me enganché.

-¿Desde cuándo te interesan esos temas?

-No digo que me interesan o no, pero me gusta estar informado ¿me acompañas a seguir viendo? -el pelinegro le observó mejor y notó que no se le veían los moratones del rostro- ¿Qué te hiciste, parece que no tuvieses moratones?

-¡Ah esto! Aikawa-san, me los cubrió con maquillaje, para que me sintiese más tranquilo mientras estuviese en la editorial, incluso me dio un estuche con lo necesario y me enseñó a utilizarlos, para usarlos en lo que mi rostro se normaliza y respondiendo a lo otro, deja que coja algo para comer y te acompaño a ver la serie -el castaño entraba en la cocina- me intriga ese tema del "sado".

Estuvieron un par de horas viendo la televisión, hasta que Tōdō apagó la serie y habló.

-¡FIIUUU! -silbaba el pelinegro- esto del "sado" es... es... no sé que decir.

No podía describirlo, sentía vergüenza y curiosidad.

-Es una práctica sexual donde se ejerce dominación, violencia o agresividad para sentir excitación y placer por parte del "amo" o la humillación y el dolor por el "sumiso" para conseguir lo mismo  -el castaño habló muy tranquilo-.

-¡MISAKI! -grito su amigo- y ¿te parece normal?

-Siempre y cuando las dos partes estén de acuerdo, no veo problema,  -calló unos segundos-  para romper la monotonía, me parece normal. Si se necesita a toda costa y siempre, sí lo veo como una enfermedad.

-¡WOW! Jamás imaginé que pensases así,  -el pelinegro asentía sorprendido-  creí que te ibas a avergonzar y pedir que dejásemos el tema.

-No soy tan estrecho.

-O sea ¿lo practicaste con Usami-san?  -Tōdō levantaba y bajaba las cejas-  No creí que te gustase que te atasen a la cama, vendasen los ojos y te diesen unas nalgadas.

-¡JAMÁS! -el castaño levantó la voz-  Perdón no quise gritar, pero de imaginarlo me molestó... pero quien sabe, si aparece la persona correcta, no sé, tal vez, recuerda: "nunca hay que decir que de esta agua no beberé, porque el camino es largo y puede dar sed"

Ambos rompieron en risas, comentaron la serie por un rato y luego se fueron a dormir.

No veo nada, tampoco puedo mover mis manos, están esposadas al cabecero de la cama, me siento ansioso, oigo los ruidos que hace mi acompañante, se acerca y comienza a acariciar mis muslos, sin llegar a mi entrepierna, me impaciento y él lo nota.

-Tranquilo, ahora viene lo mejor.

Me habla cerca del oído, su voz ronca me provoca escalofríos, de un movimiento rápido me gira y pone en cuatro, sé lo que viene a continuación y lo espero deseoso... la primera nalgada me hace gemir, luego con su mano masajea la zona, quiero más y se lo pido.

-No puedes hablarme así,  -esa voz, me excita-  debes pedirlo apropiadamente.

-Más amo...

Misaki despertó agitado, con un movimiento ágil ya estaba sentado en la cama, respiraba rápido, se puso de pie rápidamente porque notó que no sólo tenía una erección, también tenía su pantalón, por detrás ¿mojado? sorprendido, corrió a meterse al baño, se dio cuenta que no se había orinado como pensó en un principio, sino que ese líquido salía de su ano... recordó el día que se hizo la prueba, la especialista le explicó que su matriz estaba ya preparada para albergar un embarazo y que su cuerpo al excitarse produciría lubricación, para facilitar la penetración, que era normal, pensando en ello, se acordó del sueño y lo excitado que despertó, se metió en la bañera e intentó relajarse, cerró los ojos y el hombre del restaurante, otra vez, estaba presente, haciendo que la erección que no había bajado del todo, volviese a pedir atención, esto debe ser por ese sueño, pensaba el castaño, intento liberarse con su propia mano, pero su cuerpo quería algo más, se introdujo un dedo y entró con facilidad, se sorprendió, nunca había hecho eso, siguió con un segundo y comenzó a hacer movimientos de tijeras, no era suficiente, ya con tres dedos, simuló embestidas y tocó su punto dulce, hizo su cabeza hacia atrás, necesitaba liberarse, cerró los ojos y pensó en ese hombre.

-Más amo -chilló-.

Consiguió el mejor orgasmo que haya tenido hasta ahora, jadeando esperó tranquilizarse, no sintió vergüenza, terminó de asearse, se vistió, utilizó el maquillaje que le dio Aikawa y se fue a preparar el desayuno.

Y... Por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora